Llevaba razón el presidente del Gobierno Marroquí, Sr. ABDELILAH BENKIRAN al decir ante el parlamento hace unos días, que “no era el momento oportuno de reclamar las ciudades de Ceuta y Melilla, que Marruecos considera propias”. Y también dijo la verdad, cuando definió a España como “socio económico fundamental …
…“y HOGAR PARA CIENTO DE MILES DE MARROQUIES. Sí señor. Pero hay una diferencia notable, entre llevar la Razón y decir la Verdad. Y existe esa diferencia, porque la razón, como todas las razones, casi siempre es propia y por lo tanto expuesta a ser discutidas, censuradas o mal interpretadas. Por el respeto que me merece este señor, el cual a través de sus palabras, deja entrever a un ser humano, educado con gran preparación en la labor que tiene encomendada y sobre todo con gran responsabilidad y respeto hacia ella, creo que es la razón discutida la que merece estar presente en esta tesitura, que pudiera a unos animar y a otros hacer perder el ánimo.
No solo los reyes tienen la última palabra para escribir la historia, Suelen ser los pueblos los que casi siempre, han solido poner punto final a ella. Por eso, por muy respetable que sea la opinión del monarca alauita sobre “considerar que tanto Ceuta como Melilla, son propiedades marroquíes”, también es oportuno oír o mejor dicho escuchar, que opinan los ciudadanos de estas dos ciudades sobre esta valoración tan ajustada de criterios, que más que palabras, también tienen otras lecturas que decir, como pudieran ser las emanadas de sus propias vidas.
Creo por lo tanto, que a pesar de tantas fechas, que necesariamente no se pueden olvidar. A parte de tantos años de la historia, que justamente no se pueden desechar, Melilla, también es española por otras cosas. Melilla es España por el idioma, por la forma de pensar, por la idiosincrasia de los hijos que la habitan. No cabe la menor duda, de que esta ciudad, que tantos esfuerzos ha costado, cuesta y costará, tiene una alta vocación hispana. Convivir es nuestro lema. Sabemos hacerlo y por ello, no necesitamos de otros modos, pues estamos en la sabiduría, que el encuentro final, llegará por medio de la convivencia. Por medio de enseñar y aprender y no por otros cauces, que al final sólo dejan restos de naufragios para todos. Los hombres tenemos que aprender a ver los milagros y nunca criticar que estos no se hacen. Nuestro lema es convivir. Como el lema de España. Melilla, es una hermosa mujer, que simplemente por ser española, puede ser madre para muchos. Al final, todo ha de quedar aquí. Sólo partirá con nosotros el recuerdo. Convivir, pero procurar que esa convivencia no destruya aquello que la originó. No sería justo. No sería humano. No sería otra cosa, que todo lo contrario a su razón primera. La de convivir. Compartir. Conjuntar. Comunicar. Nunca conjurar. Ni convenir. Ni mucho menos controlar.
Melilla es una ciudad que está construida más allá de la geografía. Más allá del mapa y los límites terrenales. Su construcción, está basada en una idea. Un deseo. Una razón. Y esa razón, es la que hoy pide razones, para seguir viviendo y ejerciendo su derecho propio. Derecho, que no nace de un criterio personal, sino de una necesidad humana y divina. Más allá de los criterios políticos y territoriales, se alzan indetenibles, los afanes y las creencias de lo humano en el tiempo. Melilla solo espera ser reconocida, como es de verdad y no como algunos pretender que sea.
Convivir, Si. Pero que esa convivencia, no destruya la vida, que le dio origen. Y eso reclama y espera, no solo gobiernos. Es algo mucho más. Se llama conocimiento y educación, que engendrará el respeto, la libertad y el orden, donde la convivencia, tiene su máximo exponente y su consolidación más duradera. “No es el momento oportuno”…Y espero que nunca lo sea, Pues no se trata de pedir, sino de dar. Y Melilla está dando. Y el rey Mohamed VI, lo sabe. Y si no lo sabe, ¿Qué espera saber?
