Las separan sus ámbitos generacionales, sus inicios en la profesión e incluso sus diferentes personalidades. Pero les unen tantas cosas. Sus ganas de disfrutar y de vivir las experiencias del día a día, su sensibilidad, su espontaneidad, su humor, su talento, su luz, el hecho de haber trabajado con dos grandes monstruos de la cinematografía mundial como son Luis Buñuel (Ángela Molina) y Francis Ford Coppola, (Maribel Verdú), el haber superado la categoría de actrices para alcanzar la de estrellas y sobre todo el llenarles realmente como les llena, lo que hacen y a lo que se dedican. En definitiva, su gran pasión por el CINE. Cuando te cruzas con personas como Ángela Molina y Maribel Verdú, capaces de trasmitir en el contacto directo, como lo hicieron ayer con el público que acudió a la primera mesa redonda de esta séptima edición de la Semana de Cine de Melilla, el encuentro sabe a apoco. Es de esas ocasiones en que realmente quisieras que la reunión se prolongara. Y eso es precisamente lo que consiguieron Maribel y Ángela, al dejar patente una complicidad, un evidente cariño entre ambas y una sensación clara del estupendo momento que pasaban juntas, probablemente sustentado en el nexo común de compartir algo tan importante para ellas como es el amor que las dos sienten por el Séptimo Arte.
Mesa redonda
Tras un retraso debido en su llegada a Melilla debido a una parada informática de los ordenadores en Barajas apareció de avanzadilla, Maribel Verdú ofreciendo desde el primer instante la sensación de conocerla de siempre. Qué arte, qué naturalidad para irradiar esa cercanía en cada situación.
Momentos después la sala de ensayos del Kursaal se llenaba con la luminosidad que desprende Ángela Molina. Que estilazo de mujer. Que espontánea, que divertida, que encanto y la vez que entrañable.
Muy acertada también la intervención de Luis Alegre, que con sus vastos conocimientos supo conducir, aunque ellas se lo hicieron muy fácil, una conversación en la que aportaron además oportunas intervenciones dos directores que han jugado también un importante papel en sus trayectorias. Manuel Gutiérrez Aragón, que desde el primer momento apostó por Ángela Molina y Pablo Berger, que unió los caminos de Maribel y Ángela en “Blancanieves” esa genial peli muda en blanco y negro seleccionada para los Premios Óscar en la categoría de Mejor película de habla no inglesa.
Cine y más Cine
Nunca mejor dicho aquello de una tarde “de cine” para definir la que se vivió en la antesala de la jornada de clausura donde las dos actrices recibirán el Premio Ciudad de Melilla que se les entregará hoy en el cierre de gala del evento cinematográfico local. Pero sin duda lo más impactante y lo mas envidiable de ayer, al margen de las numerosas y divertidas anécdotas y vivencias que con gran simpatía relataron como si estuvieran en el salón de su casa rodeadas de sus íntimos, fue el comprobar cómo se sienten de bien en el cine. Una pasión reflejada con un brillo especial en los ojos al pronunciar frases como “moriremos con las historias que nos da el cine” o “la mejor gente que he conocido en mi vida pertenece a esta profesión”.
