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Nador y el Cine de la Memoria Común

melillahoy.cibeles.net fotos 1202 Jose Luis Navazo

Lo difícil no es solo empezar algo, sino mantenerlo. La constancia es una de las claves del éxito. Y en este contexto el profesor Abdeslám Butayeb, director del Festival Internacional de Cine y Memoria Común, puede darse por satisfecho de la senda iniciada hace ya cuatro años.

Esta Cuarta sesión ha sido un notable éxito, tanto en la calidad de las veinte películas presentadas como en la puesta en escena, a la que no ha sido ajeno un generoso apoyo financiero de entidades oficiales como MarchicaMed, Royal Air Maroc, Credit Agricole o Attijariwafa bank, entre otras.

Bajo el título África-Mediterráneo. Memoria de Horizontes compartidos, Nador, una de las ciudades fundadas por España en el Rif y hoy en un acelerado proceso de crecimiento, vivió entre el 4 y 9 de mayo un espectáculo cultural de primera línea, siendo acompañadas las proyecciones de interesantes mesas redondas: desde la lección tunecina de la revolución de los jazmines, a la deuda colonial en África o la seguridad democrática en África y el Mediterráneo, cerrando ayer sábado los debates una intervención sobre Cine, Valores y Sociedad a cargo de los profesores Talha Jibril y Mohamed Tozy, sociólogo éste último de reconocido prestigio en Marruecos.

Como señalaba estos días la antropóloga mexicana Sandra Rojo, una de los miembros del jurado, la mejora de la logística e infraestructura junto a la experiencia acumulada, son “tres de los factores que han repercutido directamente en la calidad del festival”.

Entre los filmes presentados hay varios de temática histórica. Si en el ámbito marroquí uno de los más jaleados ha sido Identidad de un Frente, de Mohamed Bouhruti, interesante film que aborda el nacimiento y evolución del Frente Polisario y en el que uno de los entrevistados, el periodista español Chema Gil, no duda en tratar de terroristas (él sabrá por qué) a los polisarios, el corto que fue largamente aplaudido con una sala que trasudaba emoción y que por primera y única vez estaba llena hasta la bandera fue, sin duda alguna, Rif 1959. Romper el silencio, del joven cineasta de Alhucemas Tarik El Idrissi, película en la que por vez primera y esto es un hito histórico (un resumen de la misma fue proyectada hace meses en Tánger) se aborda abiertamente la rebelión del Rif de 1958-1959, brutalmente reprimida a sangre y fuego, napalm en mano, por las fascistoides milicias del partido del Istiqlal y los soldados de las Fuerzas Armadas Reales (FAR), dirigidas desde su cuartel general en Tetuán por el príncipe Mulay Hassan el futuro sátrapa Hassan II, eficazmente apoyado sobre el terreno por un coronel Ufkir que contó con el auxilio, incidamos en ello, de efectivos militares franceses. El resultado entre la castigada población rifeña: una secuela de varios miles de muertos cuya cifra última aun se discute. Torturas y sevicias estuvieron a la orden del día como atestiguan los entrevistados: desde el robo sistemático “de todo” (ganado, comida, enseres…) a la descarnada violación no solo de hijas y esposas, sino incluso de centenares de niños menores de edad. No solo lloraban los viejos rifeños del filme, en la sala y en medio de un espeso silencio se oía de vez en cuando algún gemido de contenida emoción seguido de, tensos los rostros, de calurosos y largos aplausos. Si bien queda mucho camino por recorrer, no es menos cierto que el talante reformista y abierto del nuevo Marruecos de Mohamed VI está facilitando la reconciliación con un duro y truculento pasado, cuyas heridas aun supuran.

Otros filmes que abordaron la reciente historia fueron Ellos no sabían lo que era la guerra (sobre la trágica descolonización de Argel), de Julliand Jean Paul; Laurant Gbagbo: ¿déspota o anticolonialista?, de Saïd Mbombo Penda; Bamako año 0, que aborda la reciente guerra de Mali, de Julien Florentino y Stanislas Toure, o un sorpresivo La promesa de Franco, de Marc Weymuller. El doble drama de Melilla, fuera y dentro de la ciudad, es abordado en The land between por David Fedel.

El Festival empezó el lunes 4 al atardecer, en presencia de las autoridades locales con una glamurosa sesión de luz, sonido y color amenizada por el sabor de danzas típicas africanas, clausurándose ayer por la noche con la entrega de premios (a estas horas y mientras les escribo estas líneas aun no se sabe, obviamente, el título de la película ganadora) y la actuación del cantante Idir.

El sol ya aprieta. Y desde la agradable piscina del flamante hotel Mercure, con las calmas aguas de la Mar Chica lamiendo el paseo marítimo, la cegadora luminosidad de Nador, esa bella y clarísima luz que hiere los ojos y la calima del fondo difuminan, en lontananza, la agreste costa que se intuye hacia la turística Saidía y la desembocadura del Muluya, camino de la fronteriza Argelia.

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