Carta del Editor MH 8/9/2024
Enrique Bohórquez López-Dóriga
A partir de 1991, seis años después de nuestro nacimiento, MELILLA HOY eligió anualmente al “Melillense del Año” -nombre que tenemos registrado- vía votación popular; hasta veinte Melillenses del Año (uno de ellos yo, por cierto). Ya entrado el siglo XXI, la Ciudad Autónoma, utilizando nuestro registrado nombre, empezó a elegir, vía votación interna, a los Melillenses del Año. Los dos últimos han sido Luisma Rincón, un empresario muy conocido que ha entregado muchos de sus años a desarrollar el tejido empresarial en Melilla, y -el pasado martes- Felisa Padilla, una veterana voluntaria muy poco conocida, que dio 50 años de su vida a las Religiosas de María Inmaculada del Monte María Cristina y que recibió, un mes atrás, de manos del Rey Felipe VI, la Real Orden del Mérito Civil por “su incuestionable trayectoria en favor de los demás”.
El presidente Imbroda, que está consiguiendo más éxitos con sus discursos que -por desgracia- con la eficacia real de su Gobierno, hizo el martes pasado una apología de la humildad y del trabajo en favor de los demás, a la hora de agradecer su trayectoria a la desconocida premiada, Felisa Padilla, que respondió con humildad y gracia, muy satisfecha, como lo estuvo, un año atrás, Luisma Rincón
El presidente Imbroda, que está consiguiendo más éxitos con sus discursos que -por desgracia- con la eficacia real de su Gobierno, hizo el martes pasado una apología de la humildad y del trabajo en favor de los demás, a la hora de agradecer su trayectoria a la desconocida premiada, que respondió con humildad y gracia, muy satisfecha, como lo estuvo, un año atrás, Luisma Rincón que, me dijo durante la cena de entrega del galardón a Felisa, disfrutó hace un año de la alegría más grande de su vida, con su premio y reconocimiento como Melillense del Año 2023.
Reconocer los méritos de las personas públicamente conocidas está muy bien. Reconocer los méritos silenciosos de las personas poco o nada conocidas también es bueno. Pero tenemos que ser conscientes de que Melilla está perdiendo talento y virtudes personales locales. Reconocer los méritos que podamos tener los que aquí nos quedamos es justo y positivo, pero también es imprescindible tratar de evitar la sangría de talentos, sobre todo -aunque no exclusivamente- de jóvenes, una sangría que Melilla padece cada vez con mayor intensidad. Y eso solo se puede lograr con un cambio radical de la economía de la ciudad, algo que solo se puede conseguir a través de iniciativas privadas y que jamás se logrará a través de más burocracia y más intervencionismo público, la receta que se está aplicando, aunque digan o pretendan hacer lo contrario quienes nos están gobernando, desde los gobiernos nacional y local.
Me interesa mucho el futuro porque es el sitio en el que voy a pasar el resto de mi vida. La vida es esencialmente futuro e incertidumbre. Pero la incertidumbre no es un drama, ni se puede evitar siendo funcionario público -la aspiración de la mayoría de los melillenses-, sino que puede y debería ser un aliciente para esforzarnos en que el futuro, ese sitio en el que vamos a pasar el resto de nuestras vidas, sea mejor que el presente
Me interesa mucho el futuro porque es el sitio en el que voy a pasar el resto de mi vida, dijo el muy inteligente Woody Allen. Sí, es tan cierto como inevitable: la vida es esencialmente futuro e incertidumbre. Pero la incertidumbre no es un drama, ni se puede evitar siendo funcionario público -la aspiración de la mayoría de los melillenses-, sino que puede y debería ser un aliciente para esforzarnos en que el futuro, ese sitio en el que vamos a pasar el resto de nuestras vidas, sea mejor que el presente.
La indignación como pantalla
El Gran Hermano no ceja en su intento de controlarnos. Los algoritmos de las redes sociales (Facebook, YouTube yTwitter) han empezado a difundir deliberadamente la indignación. La indignación es una de las principales razones de la actual epidemia de teorías conspirativas, noticias falsas y disturbios sociales que socava las democracias en todo el mundo. Orwell ya señaló en “1984” (su libro más conocido) que las redes de información totalitarias suelen apoyarse en el doble discurso. Rusia, por ejemplo, es un Estado autoritario que se define como una democracia. Y a los ordenadores no se les da bien entender el doble discurso. “La forma más fácil de que una IA se haga con el poder no es saliendo del laboratorio del doctor Frankenstein, sino congraciándose con algún Gran Líder paranoide”. Tenemos, en España, un lamentable ejemplo de líder paranoide.
Me confirman mis amigos de Madrid que Isabel Díaz Ayuso sí vendrá el 17 de septiembre a Melilla. Magnífica noticia
Eso último lo digo yo. Lo anterior lo dice y escribe el justamente famoso escritor e historiador israelí, de origen judío-polaco, Yuval Noah Harare, en el ABC del martes pasado, con motivo de la próxima salida de su nuevo libro, “Nexus, Una breve historia de las redes de información desde la edad de piedra hasta la IA”. La principal tesis de Harari es «el poder de las narrativas». “Mi objetivo -añade- es poner de manifiesto que, si tomamos decisiones con conocimiento de causa, podemos evitar los peores resultados. Porque si no podemos cambiar el futuro, ¿para qué perder el tiempo debatiendo sobre ello?”. En esa tesitura nos hallamos.
Posdata
Me confirman mis amigos de Madrid que Isabel Díaz Ayuso sí vendrá el 17 de septiembre a Melilla. Magnífica noticia.