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Melilla vuelve a llenarse de flores y de recuerdos en el Día de Todos los Santos por los que ya no están

“Esto es un día grande”, afirma Juan Núñez, quien acudió este martes al Cementerio de La Purísima a llevarle flores a su mujer. “Si antes le hacía regalos estando en vida, bien se lo merece ahora que está fallecida”

Un año más, los melillenses volvieron a ‘abrigar’ a sus seres queridos bajo un cálido manto de claveles, margaritas, rosas y todo tipo de flores por el Día de Todos los Santos, proporcionándole al cielo los colores que le faltaban en la mañana de un martes un poco grisáceo en el que el suelo del Cementerio de La Purísima Concepción se ‘inundó’ de lágrimas repletas de recuerdo.


“Esto es un día grande”, señala Juan Núñez, un ciudadano que ha acudido al camposanto a llevarle flores a su mujer, fallecida hace dos años.
“Ahora es cuando cumple años ella. Si antes le hacía regalos estando en vida, bien se lo merece ahora que está fallecida”, asegura, considerando que el Día de Todos los Santos es una fecha muy especial para todos, y no solamente para los fallecidos.


“Nos sentimos en compromiso con ellos”, comenta. “De lo que siembras vas a recoger. Si siembras tormentas, recoges tempestades, y si siembras respeto por los seres queridos y por los demás, cuando te vayas, supongo que los seres queridos que has tenido vendrán a ponerte flores algún día, aunque sea un día solamente”, añade.

De generación en generación
“Es un día de recuerdos de todas las personas que nos faltan, que ya no están con nosotros”, define por su parte María, quien, tirando de recuerdos, señala que el Día de Todos los Santos es, por encima de todo, una tradición.
“Parece mentira, porque mi madre hace cinco años (que falleció), pero mi padre hace 20, y parece que fue ayer, porque todavía estoy viendo los nombres en las lápidas y me parece hasta mentira”, dice con asombro.


“Yo he venido de pequeña con mi madre y ahora viene mi hija conmigo”, comenta, resaltando este hecho como el mejor ejemplo de una tradición que pasa de generación en generación.
Su hija, Eva, que ayer la acompañó al cementerio en este día, subraya las palabras de su madre. “Es una tradición. Aunque vengas por la gente que te falta también te juntas con tu familia y hay días que comemos juntos. Es un día familiar”, sostiene.


La grandeza e importancia que el Día de Todos los Santos adquiere para todas aquellas personas que honran a sus seres queridos es tan poderosa como la de un imán, capaz de atraer, aunque sea por tan solo un día, a todos aquellos melillenses que residen fuera de la ciudad.
Es el caso de Juani, una ciudadana que se marchó de la ciudad hace 11 años y regresa todos los 1 de noviembre para honrar a sus padres.


“Es un día muy señalado para nosotros”, afirma, asegurando que el respeto por los difuntos tiene que estar presente siempre y no solamente el Día de Todos los Santos, aunque reconoce que dicha festividad es “muy señalada” para muchas personas.
“Normalmente hay personas que se acuerdan una vez al año de su familia y por eso es más señalado este día”, razona. “Yo tengo a mi hermano el pequeño y no viene, y no es que quiera yo a mi madre más que él, pero no puede entrar (al cementerio)”, cuenta, insinuando razones sentimentales para justificar la ausencia de su hermano.


De una forma u otra, ya sea frente a la tumba o a miles de kilómetros de ella, lo que está claro es que los recuerdos de cada uno de nuestros seres queridos se mantienen más vivos que nunca en nuestra memoria en el Día de Todos los Santos.

La Hermandad de Veteranos de La Legión también rindió homenaje a sus antiguos compañeros visitando las tumbas donde descansan los legionarios fallecidos

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Miguel Rivas

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