Insigne neurólogo, prolífico ensayista y amante de las letras, el doctor Hugo Liaño aprovecha su estancia en Melilla para ofrecernos su visión sobre los más diversos temas. Divagamos durante la entrevista, escasamente guiada, pasando de hablar de la memoria histórica local a la situación del sistema sanitario o el tipo de diferencias que econtramos al comparar cerebros femenino y masculinos (una de sus especialidades, en torno a la cual ha realizado diversas publicaciones). Liaño, neurólogo por accidente, es una persona cultivada, cercana y afable, que trata de hacer, como el mismo dice, “fácil lo difícil”. El doctor en neurología Hugo Liaño, quien ha desarrollado parte de su carrera profesional como director del área de neurología del madrileño Hospital Puerta del Hierro, es además un prolífico investigador y ensayista, cuyos intereses trascienden la medicina, especialmente en el caso de las letras, su pasión. En 1996 fue Premio Nacional de Neurología y a lo largo de su carrera ha recibido numerosas distinciones institucionales, como la Cruz de Oro de Madrid.
P- ¿Qué impresión tiene de Melilla, tras el poquito tiempo que ha estado en la ciudad?
R- ¡La impresión es que he quedado impresionado! No tenía ningún elemento de juicio, no tenía referencias previas de la ciudad y, aunque conocía Ceuta -creía que se parecería- resulta que no tiene nada que ver. Aunque me ha faltado más tiempo para conocer y sedimentarlo todo, sí que hay ciertas cosas que me han impresionado. Los fuertes (los recintos), el Tercio de la Legión, la influencia marina, la extraordinaria y abundante arquitectura modernista del señor Nieto, el Parque Hernández, la Plaza de España… y sobre todo el multiculturalismo. ¡Hablar con un imam junto a una sinagoga!
Siendo políticamente incorrecto, también me ha gustado mucho la Plaza de Toros, pero, por encima de todo, me ha impresionado el relativo respeto que hay en esta ciudad por la historia tal y como es. Aquí no se quitan calles de Generales y personajes históricos… En Melilla no se niega la historia, y me gustaría que se continuase así.
P- Como figura representativa de la neurología en nuestro país, teniendo en cuenta la difícil situación sanitaria local, ¿Qué opinión le merece la presión que sufre el sistema asistencial local?
R- Aunque les parezca singular la de aquí, se parece bastante a la que existe en muchos otros sitios de España. Aquí existe un tipo de inmigración sanitaria, pero en otros sitios los centros de salud tienen el mismo problema de saturación. Esto es fruto de lo que yo llamo “el complejito”: el miedo a instituir una serie de normas que existen en todos los países. En Suecia, por atención primaria se abona el equivalente (en corona sueca) a 20 euros, mientras que por acceder a Urgencias -solo por pasar la puerta- se deben pagar 40 euros… La concepción desorbitada del bienestar social a veces desborda el sentido común, y el problema de melilla podría aliviarse si se tomase la medida disuasoria de cobrar algo por la atención.
P- ¿Es la iniciativa privada, en el marco de un modelo asistencial combinado, una posible solución?
R- A mí me parece que la iniciativa privada no resta. Es una opción paralela a la medicina pública. Yo no veía de manera diferente a los pacientes según vinieran al Hospital o a mi clínica privada. Antes de hablar de lo privado, creo que habría que reforzar la sanidad pública pero no con más dinero del Estado y los impuestos…
P- ¿Un copago por asistencia?
R- En efecto. Y habría que facilitar que existieran seguros médicos asequibles o ligados a los contratos profesionales…
P- ¿Un poco como el modelo americano, sueldo y seguro médico en el contrato?
R- ¡Ojalá no tengamos nunca una medicina como la de los Estados Unidos! La mejor medicina que he conocido del mundo ha sido la Española. Y está bajando de calidad por el complejito de inferioridad de nuestros políticos, que se pluegan a las exigencias de Europa como si fuéramos vietnamitas, cuando nuestra sanidad es mejor que las suyas. Lo que está reduciendo la calidad de la medicina es la enseñanza (Bolonia), internet, la protocolización de la atención y la falta de medios. Los británicos no cambiaron su moneda porque funcionaba divinamente… ¿Por qué entonces los españoles cambiamos nuestro sistema de enseñanza universitario? Por motivos políticos.
P- Antes le he oído hablar de literatura… ¿Cómo acaba un neurólogo profundizando en la literatura? ¿De dónde saca el tiempo?
R- ¡Pues he hecho poca literatura para lo que hubiera querido! Bueno, esto es una historieta. Yo soy médico por un azar pintoresco. Debería haber sido ingeniero industrial… A mí me gustaban las humanidades, quería estudiar derecho, pero la autoridad paterna me impuso la ingeniería y, tras superar el curso de acceso, un azar del destino me impidió coger el tren que llevaba a Deusto y, de vuelta hacia mi casa, pasé por delante de la Facultad de Medicina de Zaragoza, sufrí una enajenación mental y ¡casi que me matricularon! Creo que mi subconsciente trabajó en esa idea de la época, el médico humanista, porque hasta día de hoy no lo entiendo.
P- Y tuvo un expediente ejemplar, si no me equivoco.
R- En efecto, creo que es el histórico de la Facultad a día de hoy.
P- Una útima pregunta, ésta de neurología, en relación con sus trabajos sobre las diferencias sexuales, ¿Cuáles son dichas diferencias?
R- Pues mire, el cerebro de la mujer tiene un funcionamiento mucho más simétrico, lo cual es una de las razones por las que tienden a recuperarse mejor de los ictus. Las conexiones entre hemisferios de las mujeres son mucho más anchas que en los hombres. El hombre tiene un mejor funcionamiento espacial, mientras que la mujer tiene una mayor capacidad comunicativa. La mejor nota media del cerebro la sacan las mujeres, mientras que las matrículas en asignaturas específicas las sacan los cerebros masculinos.
