JOAQUÍN
«Últimamente no»
Joaquín dice que “lleva tiempo” sin estar en la ciudad, ya que vive en Madrid y, según cuenta, en la capital la gente no es “muy maja” con respecto a las bromas por los Santos Inocentes.
La broma que más le sorprendió fue cuando su novia le contó cuando tenía 15 años que estaba embarazada. “El susto que me pegué hasta que me dijo que era broma”.
PAOLA
«Mi amiga cada año suele tener alguna»
“Suelen ser bromas un poco de mal gusto porque me dice ‘no voy a ir estas navidades a Melilla. Nos quedamos sin vernos hasta el año que viene’. Son de mal gusto porque tienes ganas de verla y llevamos mucho tiempo separadas. Pero, al final, se quedan en eso, en una broma. La suele hacer todos los años”.
ANTONIO
«La verdad es que no»
“Tampoco soy yo de gastar bromas. Soy muy serio”, admite Antonio, que cuenta que la broma más pesada que le han gastado fue cuando le introdujeron en un bocadillo un fragmento de ladrillo. “No veas como se me pusieron los dientes”, dice.
ANTONIO
«No porque ya se ha perdido eso»
“Me acuerdo cuando era joven le colocaba a la gente un muñeco de papel en la espalda. Y ya ni eso. Se ha perdido todo. Ya estás viendo cómo está la Navidad. Antes ibas a las casa a tocar la zambomba y te recibían. Ahora en los pisos nos han encasillado”, lamenta Antonio, que dice que él no gastaba bromas pesadas.
PEPI
«Eso ya quedó atrás hace mucho tiempo»
“Ahora ya de mayor no me suelen gastar”, lamenta Pepi, que no recuerda cuál fue la broma más pesada que le han hecho. “Hace ya tanto tiempo”, alega. Asegura que algunas bromas son “demasiado pesadas”.
LUCÍA
«Ni gasto ni me suelen gastar»
A pesar de que nunca ha gastado una broma, Lucía reconoce que alguna vez ha tenido la tentación de hacerlo. ”Pero, al final, si empatizas con la otra persona dices ‘no le voy a hacer pasar un mal rato’, aunque hay bromas (buenas) y bromas (malas). Pero no es algo que me llame la atención”, dice.
