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Ventana sindical

“Melilla es de 10”

Muchos son los problemas que acucian a la sanidad melillense: insuficiencia de recursos humanos y técnicos, aumento progresivo de la demanda asistencial, complejidad creciente de la patología que aportan los ciudadanos extranjeros, deficiente gestión, mala organización, falta de entendimiento con los profesionales de la sanidad (que empobrece más aún si cabe los ambientes de trabajo) …

…y, sobre todo, una insatisfacción del usuario que, paradójicamente, en vez de presionar a aquellos que tienen la capacidad ejecutiva de resolverlo, mayoritariamente presionan a los profesionales, con lo cual la perversión del círculo vicioso llega a ser maquiavélica.

Evidentemente, todo lo anterior es cierto; de hecho el Sindicato Médico de Melilla ha sido el adalid de todas estas reclamaciones; por ello hemos sufrido el azote dialéctico despiadado y continuo de determinados gestores de INGESA, con ayudas puntuales de otras organizaciones y colectivos (demasiada gente contra un novísimo sindicato local de trabajadores, sin liberados sindicales ni subvenciones públicas); todo ello indica la complejidad del entramado sanitario de Melilla y los muy diversos intereses que, a veces, confluyen contra-natura. Sin embargo, con ser cierto, no es suficiente para explicar la totalidad de la situación; el problema basal es la pobre financiación del sistema y la pésima situación histórica de la que se parte en Melilla, cuando INSALUD desaparece y aparece INGESA por arte de birlibirloque.

Esta idea, explicada ante INGESA y ante diversas organizaciones políticas, sindicales y sociales, no ha prendido lo suficiente; por ello, a riesgo de que desde la Dirección Territorial se nos acuse de afán de protagonismo (por cierto, esto es para hacérselo mirar; no somos nosotros los que estamos en los medios de comunicación, día sí y día también, con motivos tan peregrinos como dar consejos cardiosaludables, despedir a promociones de residentes que al día siguiente se van al paro (porque no tienen un contrato de larga duración al que aferrarse (como se hace en otras autonomías)), anunciar una y otra vez la reanudación de unas obras que luego no se llevan a cabo o, lo último, vanagloriarse de las rayas pintadas en el suelo del hospital que llevan a no se sabe dónde (por cierto, ya están deterioradas). Seamos serios, Sr. Director Territorial, no queda un milímetro cuadrado del Hospital con el que usted o los suyos no se haya hecho una foto o un publirreportaje; que usted nos acuse de ansia de protagonismo es absolutamente hilarante). Por ello, bien decimos, a riesgo de que nos acusen de afán de protagonismo, nos decidimos a lanzar una idea públicamente, en la que esperamos aglutinar voluntades, amén de los habituales mazazos dialécticos de INGESA y organizaciones afines, ante los que nunca respondemos, no por falta de ganas, sino por elegancia e higiene mental. Simplificando los cálculos; en Europa se destina en torno al 10% del PIB a Sanidad; en España se ha rozado el 9.5% de media durante muchos años (bien es cierto que sumando gasto en sanidad pública y privada); parece obvio que Melilla tenga que tener un gasto sanitario del 10% PIB; no es nada pretencioso pensar que si los actos sanitarios en Melilla tienen un mayor coste unitario (por el bajo volumen en comparación con otros sistemas sanitarios), teniendo que atender, con nuestros recursos, un 30% de ingresos de extranjeros y, además, costear traslados de pacientes que no se pueden solventar en nuestro hospital (incluyendo extranjeros), destinar el 10% del PIB Melillense parece harto razonable; además, dado que la contribución privada a ese PIB es muy discreta, parece razonable que esa contribución sea exclusivamente pública. Hasta aquí el argumento, ahora vienen los números.

Obviando la histórica situación deficitaria y circunscribiéndonos sólo al período de INGESA, en 2003, el gasto sanitario fue 54 millones de euros, mientras que el PIB estuvo cerca de los 1.000 millones de euros (un 5.4 % PIB); en 2005 superaba claramente el PIB los 1.200 millones de euros y el gasto sanitario fue de 65 millones de euros (5.4% PIB); en 2009: 89 millones de euros de gasto en sanidad y un PIB superior a los 1.400 millones de euros (6.3%); a partir de 2010, hasta 2015 el gasto sanitario ha estado en el entorno de los 90 millones de euros y el PIB (con fluctuaciones anuales) en torno a los 1.400 millones de euros (6.4%). Es cierto que hay otras partidas sociosanitarias que no se incluyen en los presupuestos de INGESA, pero también es cierto que estas partidas no mueven los números de forma rotunda. Teniendo en cuenta que el PIB de 2015 fue 1457 millones de euros, tenemos que, el año pasado el gasto sanitario estuvo en el entorno del 6%.

No queremos entrar en guerras de cifras con nadie; las cifras pueden oscilar en función de la fuente y de la interpretación del concepto gasto, pero son suficientemente robustas, para dejar claro que el gasto sanitario en Melilla ha estado casi siempre por debajo del 6%, cuando en el resto del país ha estado gran parte de estos años entre el 8-9.5%
Que quiere decir todo esto; pues muy simple, si el Estado hubiera realizado un esfuerzo inversor similar al realizado por numerosas autonomías (siempre añadiendo el factor extranjeros + factor geográfico + el factor del encarecimiento del precio unitario), existe un déficit arrastrado desde el 2002 que podemos estimar superior a los 750 millones de euros; sí la cifra asusta cuando se calcula, pero es muy fácil de obtener.

Evidentemente no somos tan ilusos de creer que se va a desembolsar esa cifra en la sanidad melillense, pero sí que, con los números en la mano, hay dos cosas claras:
1. Existe una deuda histórica del gobierno central con la sanidad melillense y sería interesante establecer un proceso de negociación con el mismo, salga el que salga de las urnas, para, de forma razonable, realizar un plan estratégico de inversión a 4 años, a costa de esa deuda histórica, no hasta cubrir la cantidad total, sino hasta cubrir de forma justa las necesidades asistenciales reales; ello implicaría, como mínimo, la cifra de 250 millones de euros.

2. Más pronto que tarde, el presupuesto anual de gasto sanitario en Melilla debe estar en ese 10% de PIB; ello significaría 146 millones para el ejercicio próximo; si descontamos las partidas de gasto en sanidad no atribuibles a INGESA (de lo cual sólo podríamos hacer una estimación), razonablemente el presupuesto anual de INGESA en Melilla debería girar sobre los 125-130 millones de euros, cifra que, sumada a un porcentaje de esa “Deuda Histórica del gobierno central con la Sanidad Melillense”, haría dar un salto de calidad definitivo a nuestra sanidad.

Todas estas cifras que damos, pueden ser discutibles en cierta forma; son números y a los números se les pueden muchas vueltas, lo admitimos, ahora bien es meridiano que la sanidad melillense está insuficientemente financiada y, de esto, no hay lugar a la duda. Por último, estamos abiertos a cualquier negociación o debate de ideas con todos los interlocutores posibles, incluyendo a INGESA, a la que siempre hemos abierto nuestras puertas, a pesar de la hostilidad que nos muestran de un tiempo a esta parte.

Hace mucho tiempo que INGESA no se pone en contacto con nosotros para negociar nada; hace unos días recibimos una invitación entusiasta para retomar contactos, lo que haremos, Dios mediante, este 1 de junio en Madrid, con la misma motivación que la primera vez (no la misma ilusión, es obvio, porque ya nos conocemos lo suficiente). No obstante, desde los diversos estamentos de INGESA deben entender que esto es un Sindicato Médico, no una Asociación para la Adulación de gestores de INGESA (para esta función hay gente suficiente, algunos sorprendentes); aquí no abrazamos farolas, ni debemos favores a nadie, cumplimos con una obligación, que es la de intentar mejorar la calidad asistencial de los usuarios y las condiciones laborales de los trabajadores y lo hacemos, lo mejor que sabemos y podemos, pero con la conciencia impoluta de tratar de conseguir un fin justo, sin obtener nada a cambio.

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