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Melilla desencantada

Muy oportunas las declaraciones -sobre la situación de los no pagos de la conocida como “Línea 8”, de ayudas a empresarios y autónomos por mantener y crear empleo durante la pandemia del covid- de Fadela Mohatar, del día 3 de este mes electoral. La nuevamente candidata del PP a las elecciones de mayo, esta vez con el número 5 -lo que le garantiza la reelección como diputada de la Asamblea de Melilla- acusa a la actual consejera de Hacienda, Empleo y Comercio, la candidata número 1 de CpM a las elecciones, Dunia Almansouri, de tener “guardado en un cajón” el dinero -13,5 millones de euros- que se debe a 1.500 empresas, además de no cumplir con “la palabra dada” a las más de 120 empresas -incluidas las nuestras- que, a pesar de cumplir con todos los múltiples requisitos exigidos por la Administración, se quedaron fuera de esas ayudas por “falta de presupuesto” y por no haber encontrado, al menos hasta el momento, los 6,6 millones de euros que se necesitan para cubrir la totalidad de solicitudes que han cumplido los requisitos.
El desamparo de la inmensa mayoría de los melillenses que se dedican, que nos dedicamos, a actividades empresariales en nuestra ciudad es inmenso, kafkiano, orweliano, huxleyano. Nos hallamos, como en el famoso “Un mundo feliz” de Aldous Huxley, en una sociedad utópica, comunista (todo es público) imposible de mantener, que nos está llevando a un monstruoso mundo -o ciudad- infeliz. Y no se vislumbra una “Rebelión en la granja” -como escribió Orwell- , una rebelión en la ciudad, como podría y debería ser el caso de Melilla, sino un profundo desencanto con la clase política en general -incapaz de ilusionar- y con el futuro de nuestra ciudad, en particular.

El voto por correo
El disputado voto…de la libertad, se titulaba el artículo de José Megías del jueves pasado. Decía: El “voto por correo” en Melilla se convierte en un voto subrogado…Los que venden su voto “por necesidad” no tienen ninguna justificación, porque hipotecan su futuro. Los criminales que los compran deberían estar apartados de la política de por vida. La compra del voto en España es endémica desde finales del siglo XIX y principios del XX. Los caciques manipula­ban a los menos favorecidos. Parece que no ha pasado el tiempo”.
Yendo a lo local: el voto por correo en Melilla es un terrible borrón antidemocrático, de corrupción de la democracia en nuestra ciudad.
El último ejemplo de tal corrupción se produjo en las últimas elecciones municipales y autonómicas, las de 2019. Se registraron en Melilla 4.210 votos por correo, lo que supuso el 7,78% del censo electoral total de la ciudad (nada menos que el 12,24% del total de los votantes) formado por 54.142 personas con derecho al sufragio (no todos votaron), el mayor porcentaje de España, según datos oficiales del Instituto Nacional de Estadística consultados por el periódico MELILLA HOY.
No hay ninguna otra ciudad española que supere el 6% del censo. Las únicas que se acercan son Vizcaya con 5,57% y Zamora con 5,08, mientras en resto están por debajo del 4, muchas con menos del 2 e incluso del 1%. En la ciudad más parecida electoralmente a Melilla, Ceuta, el porcentaje de votos por correo es prácticamente la mitad que en Melilla, concretamente 2.418 votos, un porcentaje del 4,14% sobre su censo electoral. De aquellos polvos vienen todos estos lodos.

Posdata:
La Justicia es un enfermo crónico, en España y muy especialmente en Melilla; la Sanidad también. Se está produciendo en el país una síntesis entre la nada y la tendencia totalitaria. Feijóo, posible futuro presidente de España, estuvo el viernes de nuevo en Melilla: nada nuevo, el mensaje al que nos tiene acostumbrados.

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Enrique Bohórquez López-Dóriga

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