Melilla, con tu piel de acogida, con tu dulce silencio, sales al encuentro y a ti me entrego. A Dios, más y más lo siento cuando te contemplo. ¡Cómo deseo recorrerte, palpar con los ojos del alma tus escudos, detenerme en tus plazas, en tus calles y en todos tus rincones! Cinco siglos atrapada entre recuerdos, rebosante de ellos, de bellas historias narradas por valientes guerreros. Estoy abrumada por tu protagonismo, aunque eres tan amada, tan deseada ¡Cómo te siento Melilla!
Veo gaviotas disfrutar de tu eterna primavera. Las contemplo en sus plácidos vuelos
Desde lo más alto de la Ciudadela. Me presto a soñar hoy sólo contigo. No lo haré con las amapolas de Abril. Deseo estar aquí con tu silencio y el viento de tus confines.
Pasearé por tus murallas entre torreones y atalayas embriagada por la luz de tu cielo y siempre regresare a tus largas tardes de Enero, inundada entre la fantasía y el recuerdo de aquel guerrero.
Mi imaginación vuela hacia aquel velero sobre tu mar de plata como delfín majestuoso y sereno, como musa de poeta. Te seguiré en el tiempo esperándote en la altura de tus cerros viendo pasar los días con tu dulce calma. Y haré una larga pausa en mi vida, escribiré tu nombre lo escribiré sobre el viento y que navegue por campos de estrellas.
Eres la sincera hospitalidad de la nobleza de este lugar. Caminaré en ondas de ilusión y recorreré mi ciudad rodeada por frondosos entornos de bellas arboledas, recreándome en cada palmo de tus veredas. ¡Me invade la poesía! que me inspiran tus parques, la placidez de tus playas, el recoveco de tus callejas. De mis ojos fluyen lágrimas de emoción. Percibo himnos de mi Patria ¡Qué feliz me siento! Desgarro un grito por ti, Melilla, por ti, España.
Quiero dedicar esto a los que viven y aman verdaderamente a Melilla y a los que se fueron y tanto la amaron.
