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“Me golpeó, me hizo cortes en el pecho, me roció con amoniaco e intentó quemarme viva”

La mujer tuvo que ser atendida de cortes y quemaduras

El 27 de marzo será un día que L.O.E.G no olvidará fácilmente. Las secuelas físicas y psicológicas tardarán tiempo en curarse, como reconoce. Ese día el hombre que había sido su pareja y al que había abandonado tras una última agresión, logró entrar en el coche de la víctima, golpearla en la cabeza, hacerle cortes en el pecho, rociarla con amoniaco e intentó prenderle fuego. En un descuido, ella logró arrancar el coche y llegar hasta el paseo marítimo donde pudo pedir auxilio a los transeúntes. Ahora, aunque él está en prisión provisional, ella dice tener miedo a que pueda salir o que envíe a algún conocido y cumpla su promesa. Tenía 16 años cuando conoció a K.M.A., nueve años mayor que ella. "Se encaprichó de mi y no paró hasta que nos hicimos pareja. Me fui a vivir con él y entonces me enteré que estaba separado y que tenía un hijo. Él salía mucho, se perdía durante días y me dejaba sola. Yo estaba enamorada y todo lo perdonaba”, dijo.

Estuvieron tres años juntos y durante ese tiempo “me demostró que era una persona muy celosa. No me dejaba llamar a nadie, ni saludar a amigos. En más de una ocasión me pegó puñetazos en la boca por sus celos. Me decía que se había criado en la calle, que no sabia de qué era capaz y que yo no era nada", relató la joven.

Un hombre celoso
Ella, una vez alejada de él y con apenas veinte años, pudo retomar sus estudios, empezar a trabajar y tener una vida normal, hasta que hace año y medio él reapareció en su vida. "Vino, estuvimos hablando, me dijo que me seguía queriendo y el caso es que como yo estaba pasando por un momento muy bajo, me convenció y volví con él. Nos fuimos a vivir juntos, pero todo volvió de nuevo. Los celos eran terribles y no me dejaba salir a la calle y volvieron los golpes. 'Me tienes que hacer caso, que te mato si no me haces caso', me decía", cuenta.

A pesar del maltrato continuado ella no se atrevía a dar el paso de denunciarlo porque "tenía miedo, tengo mucho miedo, y el miedo deja que te muevas". Su temor es tal, que cuando él es detenido en octubre pasado por un asunto relacionado con drogas, ella llega a pagar su fianza. Pero el 23 de marzo, cuando él, en uno de sus momentos de ira le golpea la nariz y el ojo provocándole un hematoma considerable, ella decide poner fin a la relación y marcharse.

La última agresión
Durante días se ocultó de su agresor hasta que el día 27, sobre las seis de la tarde, él reapareció. "Yo estaba en mi coche aparcando cuando él abrió la puerta y entró. Me quedé paralizada. Empezó a golpearme con un palo en la cabeza y me dejó medio atontada. Siguió golpeándome en el pecho provocándome heridas y de pronto me echó encima una botella de amoniaco. El olor tan fuerte casi me hizo perder el sentido. Empecé a notar como el líquido me quemaba la piel y las heridas. Entonces él sacó un mechero y me dijo que me iba a quemar viva, pero no logró encenderlo. Nervioso me dijo que me bajara del coche y que seguiríamos en la casa. Cuando él salió, no sé de dónde saqué fuerzas, metí primera y salí corriendo medio mareada. Sé que él me seguía pero yo no podía parar. A la altura del Burguer King paré, salí del coche y me caí al suelo", cuenta.

En ese momento varios transeúntes se acercaron a socorrerla. Se dio aviso al 061 que realizó las primeras curas y retiró el líquido corrosivo. El agresor fue detenido y se encuentra actualmente en prisión. Ella cuenta con una orden de protección y se tramita otra de alejamiento. Esta joven de 30 años se declara muy asustada: "Las heridas van a tardar en cicatrizar. Me duelen mucho y tengo que hacerme curas todos los días, pero lo peor es que tengo mucho miedo. Tengo miedo que él salga a la calle y me mate, o que mande a alguien y que me haga daño. No sé qué hacer", reconoce.

Afirma que no puede acudir a su familia porque no quiere preocupar a su padre que está enfermo, por lo que se plantea si no sería mejor dejar su tierra y su casa: "No puedo vivir así, dependiendo de un policía que me acompañe. Esto no es vida". De lo que sí está convencida es que tardó mucho en denunciar a su agresor. "A las mujeres que se ven en mi misma situación les diría que denuncien, porque yo he visto la muerte muy de cerca. Aguanté mucho, aguanté sus golpes y sus celos. Las mujeres musulmanas aguantamos mucho, más de la cuenta y esto nos puede costar la vida", asegura convencida.

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Jesús Andújar

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