Los artistas invitados a la segunda mesa redonda de la octava edición de la Semana de Cine de Melilla fueron Clara Lago, Verónica Forqué, Eduardo Noriega, Dani Rovira, Silvia Alonso y Elisa Mouliaá. En esta ocasión, los protagonistas del coloquio compartieron con el público algunas de las experiencias que han marcado sus carreras, como sus inicios y sus referentes en el mundo de la interpretación, el rechazo de los castings, las dificultades que conlleva hacer frente a la fama o el impacto que a veces supone esta profesión para las familias. El Festival de Cine brindó ayer a los melillenses la oportunidad de pasar un buen rato con algunas de las caras más representativas del cine español actual. Clara Lago, Eduardo Noriega, Verónica Forqué, Dani Rovira, Silvia Alonso y Elisa Mouliaá compartieron algunas experiencias que les han ayudado a forjarse como artistas y a llegar hasta donde están.
La más veterana de la mesa, la inimitable Verónica Forqué, reveló, entre otras confidencias, que tenía 9 años cuando vio la película de ‘Mary Poppins’ y sintió “claramente” la llamada de la interpretación. Su padre, el director José María Forqué, no se lo puso del todo fácil, aunque eso sólo sirvió para animarla aún más a conseguir su propósito.
Clara Lago, a pesar de su juventud, también cuenta con un extenso currículum en el mundo de la interpretación. Ella tampoco había cumplido los diez añitos cuando se enamoró “perdidamente” de Penélope Cruz en la película ‘La niña de tus ojos’. “Quería ser como ella”, recordó. De hecho, Lago admitió ante una sala abarrotada que estuvo a punto de conseguir el papel de la hija de la actriz en la película ‘Volver’, aunque la presión por lo cerca que estaba de cumplir uno de sus sueños le jugó una mala pasada en la tercera prueba de casting. “El peor enemigo del actor es la autocrítica”, afirmó.
Por su parte, Eduardo Noriega contó cómo conoció a Alejandro Amenábar, con quién más tarde trabajó como protagonista en ‘Tesis’ y ‘Abre los ojos’, dos de los filmes que más han marcado la carrera del actor y del director. Fue en un casting para un cortometraje ‘amateur’ no remunerado, compartió Noriega, aunque entonces Amenábar hacía las labores de cámara. Según recordó, alucinó cuando, aún en sus inicios, el director le mostró algunos de sus cortos. “Era un Hitchcock sin presupuesto”, llegó a decir.
La nueva cantera
Dani Rovira ya era muy conocido por sus monólogos desde hacía años, aunque todavía es un actor “relativamente nuevo” en esto el séptimo arte. Eso sí, ha entrado en el mundo del cine por la puerta grande. “Lo mío ha sido circunstancial”, reconocía. “A veces tengo la sensación de que me le colado en una fiesta”, confesaba con esa gracia que le caracteriza, además de declarar lo afortunado que se siente al poder dar rienda a su faceta de actor, siendo el cine quién llamó a su puerta y no al revés, como suele ocurrir en la mayoría de los casos. También reconoció que ha habido “un antes y un después” en su vida tras el exitazo de ‘Ocho apellidos vascos’: “Tengo mucha felicidad laboral, pero tengo que luchar día a día para recuperar la normalidad”.
Las caras más nuevas de la sala eran las de Silvia Alonso y Elisa Mouliaá, aunque las dos ya han demostrado su valía en varios trabajos. En el caso de Alonso, que ha trabajado en ‘Tierra de lobos’ entre otras producciones, admitía que ha hecho “mucho teatro de barrio” antes de dar el salto a los televisores de toda España. Por su parte, Mouliaá contó que decidió dedicarse a la interpretación cuando terminó la escuela, algo que sus padres en principio no vieron con buenos ojos. “Les pareció horroroso”, dijo, sin embargo, conforme la vieron desarrollándose como actriz, fueron aceptando su profesión.
Tras culminar el coloquio, moderado por el periodista Luis Alegre, muchos de los presentes salieron con la sensación de haber descubierto un poco más a quiénes, por su profesión, andan casi siempre escondidos detrás de algún personaje.
