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La vida sigue igual

Marruecos ha conseguido dar la vuelta a la tortilla al sacudirse la culpa para arrojarla sobre el Gobierno de España. Para muestra, un botón: instantes después de que la Delegación del Gobierno desmintiera los rumores que apuntaban a que la frontera abriría anoche, las redes sociales se llenaron de mensajes críticos hacia el Ejecutivo español y, sobre todo, hacia su delegada en Melilla, Sabrina Moh, que eran señalados como los responsables de que la frontera no se abriera. Muchas reacciones de enfado en este lado de la frontera, y de burla llegados, supuestamente, desde el otro.
El Gobierno de Pedro Sánchez ha vuelto a caer en la trampa de Marruecos, que sigue instalado en la unilateralidad. No hay dos sin tres: lo hizo con el cierre de la aduana comercial en 2018, con el cierre de la frontera en marzo de 2020 y ahora, de nuevo, con la reapertura que, supuestamente, tendrá lugar en 2022.
Y ello, a pesar de que el fin de las acciones unilaterales fue una de las bases del acuerdo entre España y Marruecos, y uno de los mensajes en los que Pedro Sánchez hizo más hincapié en sus visitas a Ceuta, Melilla y Rabat.
Quienes ahora señalan indignados al Gobierno de España y a su Delegación en Melilla en las redes sociales, como si de una lapidación se tratase, no deberían perder de vista varias cuestiones. La primera, que fue Marruecos quien decidió cerrar la frontera por su cuenta y ha mantenido la decisión hasta el momento. Aparentando que por su parte no hay ahora ningún problema para reabrir, demuestra esa intención de la que hablábamos antes de intentar dejar a España como la mala de la película.
Y otra, no menos importante, es que sus prisas para reabrir la frontera y reanudar el tráfico marítimo de pasajeros evidencia lo que todos ya sabíamos, y es que sus razones para no hacerlo antes, basadas en la pandemia, eran una farsa.
Quizá quienes ahora muestran su enfado y cargan las culpas a Sabrina Moh y al Gobierno en general pueden tener razón en una cosa, y es el hecho de no haber aprovechado estos dos años para realizar esos trabajos de modernización en la frontera y haberlos sometido a una parálisis y abandono que los ha llevado a un deterioro que ahora hay, encima, que reparar. Pero, aunque eso se hubiera hecho y la frontera estuviera ahora lista para reabrir, no es menos cierto que Marruecos no está actuando como cabría esperar después de la cesión tan importante que ha hecho Pedro Sánchez respecto al Sáhara, ajeno a sus socios de Gobierno y del resto del Parlamento. Como diría la canción, la vida sigue igual.

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