Han tenido que pasar cincuenta años para que la promoción de alumnos de la Salle de 1966/67 se reencontrara con Melilla y con su centro escolar. Medio siglo después de una agridulce despedida ha permitido que estos antiguos camaradas volvieran a juntarse en la ciudad de su infancia y juventud. Les acoge una ciudad cambiada, moderna, pero repleta de rincones, olores y sabores que se mantienen frescos en la memoria. Ayer, estos antiguos alumnos fueron recibidos en el Salón Dorado por el presidente de la Ciudad. En su discurso, el presidente Juan José Imbroda, se refirió a los hermosos sentimientos que provoca el reencontrarse con los viejos amigos y más que lo hagan en la ciudad en la que crecieron. Les pidió que no tarden tanto en volver y que sigan, como hasta ahora, actuando como embajadores de Melilla allá donde ahora residen. Aseguró Imbroda que la ciudad en estos años ha cambiado "pero para bien", ha seguido creciendo "porque es una ciudad viva y con futuro. Melilla es una ciudad española, con vocación europea".
También habló de la realidad de la sociedad melillense, de su rica variedad de cristianos, musulmanes, hebreos, gitanos e hindúes, ejemplo de convivencia. Aseguró por último que Melilla es "una ciudad moderna que crece cada día y todos trabajamos para hacer de ella una ciudad de la que os podais sentir orgullosos".
Reencuentro
Por su parte Juan Carlos Romero, integrante de la promoción de 1966/67 de La Salle, calificó de "entrañable" el recuentro porque "llevamos cincuenta años sin vernos". El motivo, que la mayoría reside fuera de la ciudad. La mayoría reside en Málaga o Granada, pero también hay compañeros en Estados Unidos y Cuba. "Nos hemos juntado 23 y alguno que quería venir no lo ha podido hacer por enfermedad", explicó. Encantados con los actos programados para el reencuentro, señaló que se han concertado comidas y cenas de hermandad. Ayer, además de la recepción oficial, visitaron la Melilla Monumental y por la tarde, se disputó un encuentro de fútbol entre antiguos compañeros. Hoy acudirán a un Sábado Legionario y por la tarde se llevará a cabo el acto de imposición de insignias en La Salle. Por la noche, cena de clausura en el Hotel Melilla Puerto.
El deseo es que no tengan que pasar otros 50 años para volver a reunirse esos jóvenes que "ahora son grandes profesionales y se acercan a la jubilación". Lo que más les ha llamado la atención de este reencontrarse con Melilla son los cambios experimentados, aunque la memoria mantiene los recuerdos vivos.
