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La Ciudad busca reducir a 24 horas el tiempo para identificar a los menores extranjeros

Afirmó el consejero de Bienestar Social, Daniel Ventura, que se está trabajando en poder acortar los plazos para que cuando un menor extranjero no acompañado llegue a la ciudad pueda elaborarse en un plazo de 24-48 horas, tanto la ficha de identificación policial como la radiografía para determinar la edad. El objetivo es poder establecer quiénes pueden estar en el programa de protección y a qué otros, al ser mayores de edad, se les debe aplicar la Ley de Extranjería. Con esta operación se logrará también evitar situaciones procedimentales en las que se juzga de acuerdo a la Ley del Menor a infractores o delincuentes que en realidad son mayores de edad. Reconoció Daniel Ventura, en declaraciones a este Diario, que se trabaja desde hace meses en la forma de acortar los tiempos necesarios para lograr una identificación efectiva de los menores extranjeros no acompañados que llegan a la ciudad. Para ello es preciso que tanto la ficha o expediente policial que se elabora en la Jefatura de Policía cuando se detecta a un MENA, como la radiografía a la que se le somete y debe estudiar el forense para fijar la edad del joven en cuestión, sea algo casi inmediato.

Motín
La intención es que ambas pruebas se realicen de forma prácticamente urgente, en el momento que se detecte al menor en cuestión. Para ello "estamos en contacto con el comisario, con el hospital y la fiscalía, haciendo un esfuerzo para que nos coordinemos de la mejor manera posible y lograr que tanto la reseña como la radiografía se hagan el mismo día o al siguiente".

Agilizando estas cuestiones se evitarían situaciones como que "nos encontremos con muchos chavales que se hacen pasar por menores y si cometen delitos, se les juzga como si lo fueran cuando son adultos en realidad". Según dijo, esta es una práctica muy habitual, "como si fuera una cantinela aprendida, que si los detienen por un delito, dicen que son menores y los juzgan como tales, pero después se comprueba que son adultos y no se puede hacer nada". Ejemplo de ello fue el motín que se vivió en el centro Purísima en la Nochevieja del año pasado, en la madrugada de 2014 a 2015, en la que un grupo de residentes llegó a atrincherarse en uno de los módulos y fue preciso que interviniera la Guardia Civil. "A todos ellos se les juzgó por este delito como si fueran menores de edad, pero después se comprobó que todos los alborotadores eran mayores de edad", aclaró el consejero.

Niños de la calle
Por otra parte Daniel Ventura, que señaló que en el Centro Purísima acoge actualmente a 312 menores extranjeros, se mostró satisfecho por el trabajo que vienen realizando desde hace tres meses las dos educadoras de calle, como el de los siete trabajadores sociales durante el último mes con los setenta jóvenes extranjeros que viven en la calle.

Según señaló, lo que estos profesionales están encontrando "es que muchos de estos niños de la calle son adultos, jóvenes que no quieren normas, y en el caso de los que son menores, dicen que en el centro de acogida no se les trata bien, pero es una fórmula que utilizan para seguir en la calle, atribuyendo al centro unos malos tratos que no coinciden con la realidad, porque tenemos acogidos a 300, lo que quiere decir que allí dentro no ocurre nada". En cualquier caso, tanto los menores que "confabulan historias para justificarse y seguir en la calle, como los mayores que no quieren ser evaluados para que al comprobarse que son mayores no ser expulsados, no quieren ir a Purísima".

Pero también se han encontrado con "chicos que necesitan ayuda y se les deriva a los lugares donde puedan ser atendido, como algunos que presentan lesiones por peleas o algún que otro que ha aparecido en un estado lamentable por haber estado drogándose". Considera el consejero que el trabajo de los educadores de calle, como la intervención psicosocial de los trabajadores sociales de calle en Navidad, "es el eslabón que nos permite unir a los niños de la calle con la administración" y poder dar una respuesta a esta situación.

Además la presencia de estos profesionales hace posible que los ciudadanos tengan "una mayor sensación de seguridad, que es algo importante", porque pueden acudir o bien al agente policial o a estos profesionales que llevan un chaleco amarillo para avisar de la presencia de menores en determinadas zonas o que alguno esté practicando la mendicidad, y los trabajadores sociales actúan coordinándose con la Policía Local.

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Jesús Andújar

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