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José Miguel Antequera, seminarista: “Dios quiere gente feliz y no avinagrada”

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Melilla tendrá siempre un sabor especial para José Miguel Antequera Antequera, este diácono de Nerja que con su visita a los centros escolares de la ciudad para hablar del Seminario, pone fin a su período de formación antes de ser ordenado sacerdote el próximo mes junio. Terminan así siete años de preparación en el Seminario de Málaga, en el que ha ido superando distintas etapas, como la de haber sido nombrado diácono el pasado mes de octubre por el obispo Jesús Catalá. Asegura, a todos aquellos jóvenes que sienten la llamada del sacerdocio, que "lo intenten" y deja de manifiesto que lo que deben buscar siempre "es su propia felicidad, porque Dios quiere a gente feliz". José Miguel Antequera habla sin rodeos de la falta de vocaciones y del bajo número de jóvenes que actualmente se forman en el seminario malagueño. En estos momentos son 19 los que se forman, cifra insuficiente para atender las necesidades de la Diócesis de Málaga y Melilla, que precisaría de 75 sacerdotes nuevos en los próximos ocho años. A pesar de estas cifras, indicó que han aumentado en un 4% las ordenaciones en los últimos años, por lo que a pesar de la crisis vocacional, nunca hay que arrojar la toalla.

Vocaciones
Sobre su inminente ordenación apunta que "es un paso muy importante" el que va a dar, "muy bonito, y cuando vas viendo el final de la etapa, cuando ves más próximo la fecha, te aumenta la felicidad". De todo eso y muchas más cosas ha venido hablando José Miguel en sus visitas a los centros escolares melillenses para explicarles qué es el Seminario.

La última charla la ofreció ayer en el Buen Consejo. "Allí he cerrado mi última campaña en los institutos como seminarista y al pasar por la capilla del colegio, he dado gracias a Dios por la campaña y por la gente que he podido conocer, y se me ha hecho un nudo en la garganta porque el año que viene, en el Día del Seminario, ya seré sacerdote y tendré que ayudar al que venga a hacer la campaña. Por todo ello doy muchas gracias a Dios".

En su caso asegura que "sí hubo llamada", pero como explica a los jóvenes, "Dios no me llamó por wasap o por el móvil, ni se me apareció un ángel, sino que fue una pequeña llama que ha estado ahí siempre". El ejemplo de todos aquellos que "entregan sus vidas hacia los demás buscando sólo seguir ese canal que une a Dios con el hombre", fueron motivos suficientes que le animaron a dar el paso de entrar al seminario. "Quiero darle gracias a Dios por el montón de gente que ha puesto en mi camino para ayudarme en este proceso de discernimiento y búsqueda", dijo.

Preguntas
Sobre su visita a los colegios, señaló que los jóvenes hacen todo tipo de preguntas sobre el Seminario y que las más corrientes son las que hacen referencia al celibato o el que los sacerdotes no puedan casarse. "Pero en Melilla ha sido diferente y me ha gustado mucho, porque me han hecho preguntas muy reflexionadas, como por ejemplo qué tal se lo tomó mi familia, si tenía novia, cómo se lo tomó la gente de mi entorno o como es la vida en el Seminario".

Explicó que la vida de seminarista no dista ni un ápice de la de cualquier centro de formación con jóvenes, donde "nos gastamos bromas, se hacen trastadas, estudiamos y salimos a pasear; se hace una vida normal, con lo que se desmonta esa idea de que en el Seminario estamos enclaustrado y todo el día flagelándonos".

En este punto afirmó que los seminaristas no están alejados del mundo y de su realidad, más bien todo lo contrario. "Tenemos que ser gente normal. Ser seminarista o sacerdote no te hace ser de una pasta especial, sino que eres como el resto, con tus tentaciones, recaídas, momentos buenos y malos, porque hay que ser como dice el Papa Francisco, gente con los pies en la tierra, y esa es la tarea del sacerdote, estar con la gente en la calle", afirma.

Apunta que desafortunadamente las parroquias "están vacías" de feligreses y que hay que trabajar para lograr que la gente vuelva. La causa puede estar en la "desestructuración de la familia, la falta de trasmisión de valores, y no hay que olvidar que la Iglesia, a través de las catequesis, ayuda a encontrarlos, así como los profesores de religión en los colegios".
"La familia es el humus de la sociedad, donde se mama esa primera fe y si en ella existen estas carencias, así se trasmitirá, por lo que hay que dar las gracias a muchos abuelos porque fomentan y ayudan a los nietos a vivir la fe y a hablar de Cristo y la Iglesia. Ellos tienen una tarea difícil e importante con la sociedad y la gente joven", añadió.

Mujer e Iglesia
En este sentido señaló también que las mujeres "tienen un papel importante dentro de la iglesia y en las familias, porque son las que nos enseñan a rezar y son trasmisoras de la fe". Además afirmó que la Iglesia "debe mucho a las mujeres, porque fue una mujer además la que trajo al mundo al Salvador". En cuanto a que algún día puedan entrar en el Sacerdocio, indicó que esa es una decisión del santo padre. "Hoy por hoy seguimos la tradición de Jesús, que eligió a dos hombres como apóstoles, pero a lo mejor en un futuro el Papa dice que se ordenen y entonces, adelante".

Sonríe ilusionado al hablar del mes de junio y no oculta cierto nerviosismo al pensar cuál será su vida una vez sea ordenado sacerdote. Lo que tiene claro es que estará al servicio de Dios y de la Iglesia y que irá allá donde se le mande "y si dicen que a misiones, pues allí iré porque debemos estar abiertos a atender las necesidades de la Iglesia allá donde se nos necesite".

Afirma con rotundidad que no le asusta dar el paso final de ser sacerdote, en especial en estos tiempos en los que se habla de persecución y asesinato de católicos en el mundo. "Es una situación, la actual, que nos ha tocado vivir y tenemos que ser testimonio de nuestra fe. Debemos estar abiertos a muchas clases de martirios que sufre la Iglesia y aceptar lo que Dios quiera", indicó. En el caso de los sacerdotes, dijo que ellos han puesto sus vidas al servicio de Dios y de la humanidad.

Felicidad
Reconoce que al principio sus padres no entendieron su decisión de entrar en el sacerdocio, pero con el tiempo, cuando vieron que era feliz con lo que hacía, llegaron a aceptarlo y apoyarlo. De hecho relata con humor que sus padres "lloraron más en mi ordenación que en las bodas de mis hermanas". Por eso, a aquel joven que se esté planteando entrar o no en el seminario le quiso trasladar un simple consejo: "que intente buscar su felicidad, porque eso es lo que quiere Dios para todos nosotros, porque el que es feliz lo trasmite a los demás. Dios quiere gente feliz y no avinagrada, nos quiere con la cara del Domingo de Resurrección", aseguró categórico.

Aconsejó, al que sienta la llamada, que "lo intente", que acuda al Seminario, "que pruebe como en una pastelería y si le gusta, que se quede", manifestó José Miguel Antequera.

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Jesús Andújar

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