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Vida universal

Jesús de Nazaret resistió y cumplió la gran obra

Es posible que a lo largo de la historia muchas personas se hayan preguntado por qué Cristo se convirtió en nuestro Redentor, y con qué autoridad Él dice de sí mismo: “Yo Cristo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie llega al Padre sino a través de Mí”. Hoy día sabemos a través de la profecía dada para el tiempo actual a través de Gabriele de Würzburg, …

…que de Su herencia celestial Él desprendió una gran parte de Su energía para dar apoyo y soporte con Su potencial divino de fuerza luminosa, a todas las almas desencarnadas y también a las almas encarnadas en cuerpos humanos. Esto fue necesario para que el ser espiritual en el fondo de cada alma estuviera protegido de la disolución, que era la aspiración del adversario de Dios, y que pudiéramos volver a recuperar así el camino que lleva de regreso hasta la Casa del Padre, a nuestras raíces eternas. En la Cruz del Gólgota, el cuerpo de Jesús que los hombres habían desfigurado y crucificado, expresó las siguientes palabras: “¡Está consumado! Padre en Tus manos encomiendo Mi Espíritu”. Con estas palabras el Cristo de Dios cumplió en Jesús de Nazaret Su promesa a Dios, Su Padre. En ese momento fluyeron a cada alma aspectos de Su herencia divina para, como se ha dicho, impedir la disolución antidivina de las formas espirituales. De esta forma y desde entonces el ser humano solo pueda cargar su alma hasta un determinado ámbito. El corazón de los seres espirituales, en el cual el adversario había querido introducirse para llevar a cabo la disolución de todo lo que había sido creado, fue descubierto por la fuerza redentora, la herencia del Cristo de Dios. Por lo que el objetivo del adversario ya no puede llegar a cumplirse. Esta es la gran obra de Jesús de Nazaret, que resistió para honrar a Dios, el eterno, Su Padre y el nuestro. De esta forma la herencia del Cristo de Dios, en cada ser espiritual y en cada alma, se halla protegiéndonos. Ya que con el sacrificio del Gólgota, el Cristo de Dios impidió la disolución de la Creación, incluida la de los hijos de Dios, los seres espirituales. Por lo tanto la Creación de Dios, el Reino de Dios y todos los seres espirituales, que también somos los seres humanos en lo más profundo de nuestra alma, seguimos y seguiremos siendo hijos de Dios, y a corto o largo plazo seremos conducidos de regreso a la eterna Casa del Padre, a nuestras raíces eternas, a través de Jesús, el Cristo, nuestro Redentor. A más de un lector se le habrá contestado ahora la pregunta de por qué Jesús de Nazaret es nuestro Redentor y de por qué puede decir: “Yo Soy el Camino, la Verdad y la Vida, Nadie llega al Padre sino a través de Mí”. Además su enseñanza central como Jesús de Nazaret fue el Sermón de la Montaña, que sigue siendo la enseñanza excelsa procedente de los Cielos y el camino hacia nuestras raíces espirituales verdaderas y eternas.

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