Carta del Editor. MH, 10/12/2023
Enrique Bohórquez López-Dóriga
¿Irse de Melilla?
Seis y media de la mañana del sábado, 9 de diciembre. Como es habitual, me despiertan los altavoces de las mezquitas cercanas… y empiezo a escribir esta Carta. Las normas legales y morales son las que han hecho posible “la existencia de un orden no solo mayor sino también más libre que cualquier otro”, releo a F. Hayek. ¿Debo estar, pues, agradecido al uso antinormativo de los altavoces? Pues no. Me gustaría tener la libertad de empezar a escribir cuando quiera, no cuando otros quieran despertarme, para rezar o para lo que sea.
Quizás el habitual no cumplimiento de las normas legales sea una de las características negativas que empobrecen nuestra ciudad. Quizás esa sea una de las causas que da origen al título de esta Carta, “Irse de Melilla”, convertido en una frase afirmativa, no interrogativa, una frase que me transmiten, una y otra vez, ciudadanos melillenses de toda etnia y condición.
“Irse de Melilla”, una frase que me transmiten, una y otra vez, ciudadanos melillenses de toda etnia y condición
No es la única característica negativa local, por supuesto. Sobre la Constitución Española nuestro periódico publicó un Editorial el miércoles en el que insistíamos en “el legítimo derecho de Melilla al desarrollo autonómico, cuya llave se encuentra, precisamente, en la Constitución, cuya Disposición Transitoria Quinta recoge la posibilidad de que Melilla goce de un mayor desarrollo político con la conversión en Comunidad Autónoma, si así lo decide la mayoría absoluta de sus respectivas Asambleas, una decisión en el ámbito local que debería verse refrendada en las Cortes Generales mediante una Ley Orgánica. Ésta es, sin duda, la gran asignatura pendiente que imposibilita que Melilla siga desarrollándose política -y económicamente- desde que se convirtiera en Ciudad Autónoma en 1995, lo que supuso un sucedáneo, como casi todo lo que el Estado aplica a nuestra ciudad cuando se reivindican mayores cotas de autogobierno. Han pasado ya casi tres décadas y aquella “solución” se ha convertido -como era de esperar- en problema a raíz de la sentencia del Tribunal Supremo que nos considera un mero ayuntamiento”.
Mi opinión sobre este trascendental problema es que no se debe seguir perdiendo el tiempo en tantas fotos de “autoridades”, tantas risas, tanto presumir de un poder político local que no existe, e intentar ocultar, con tamaña parafernalia, tan poco hacer.
Creo que lo mejor es que Melilla y Ceuta se conviertan en la 18ª Autonomía de España y que ese debería ser el objetivo prioritario de las autoridades políticas locales y nacionales
Creo que, dadas las circunstancias y los antecedentes históricos, lo mejor es que Melilla y Ceuta se conviertan en la 18ª Autonomía de España y que ese debería ser el objetivo prioritario de las autoridades políticas locales, presidentes (del PP) y delegados del Gobierno (del PSOE) de las dos ciudades en cabeza, y enfrentándose a sus jefes políticos, jugándose el puesto, si es necesario.
Pero es cierto que, “viendo los currículum de los altos cargos de la administración -nacional y local- ya sabemos que la obediencia ciega y la fidelidad canina suplen de sobra las posibles carencias de conocimientos –de hombres y mujeres– de la materia que administran, algo en el sector privado no es tan sencillo de implementar” (Ignacio Marco-Gardoqui, “El avance de lo público”, en ABC, el pasado viernes). Así, lo que se destruye es la confianza en el sistema y la legitimidad de sus gobernantes, que no sólo deriva de una mayoría parlamentaria.
Relaciones con Marruecos
Hace unos días murió, con 100 años, Henry Kissinger. Leo que Kissinger -un enorme trabajador, muy inteligente y con una gran influencia hasta el último día de su larga existencia- mintió al presidente Gerald Ford para que Marruecos pudiera ocupar el Sáhara Occidental, abriendo así un conflicto que Pedro Sánchez ha agravado y que sigue sin resolverse, como bien sabemos, y sufrimos, los melillenses.
Kissinger mintió al presidente Gerald Ford para que Marruecos pudiera ocupar el Sáhara Occidental, abriendo así un conflicto que Pedro Sánchez ha agravado y que sigue sin resolverse, como bien sabemos, y sufrimos, los melillenses
Sobre los “Usos del poder” -así se llama una de las biografías dedicadas a Kissinger- él también escribió un libro resumiendo las cualidades del liderazgo genuino. Kissinger las llega a enumerar, en su biografía de los estilos de liderazgo de Adenauer, De Gaulle, Sadat, Kuan Yew y Thatcher: decir verdades duras, tener visión de futuro, audacia, resistencia a la soledad y no temer la posibilidad de ser divisivo cuando el interés nacional a largo plazo así lo exige.
