La parroquia Castrense acogía ese año la ceremonia religiosa en recuerdo de los defensores de la ciudad en la conmemoración del levantamiento del sitio que sufrió Melilla en 1775 a manos del sultán de Marruecos. En esta ocasión no se realizó ofrenda floral al monolito de Carlos de Arellano. El acto se vio en parte ensombrecido por la presencia de un grupo de parados de Melilla la Vieja, que protestaban a las puertas del templo por el desempleo que azotaba al barrio.
El Tercio Gran Capitán acogía una multitudinaria jura de bandera en la que participaron más de 1.800 reclutas. Decenas de peninsulares se desplazaron para la ocasión.
Comenzaban los actos de Semana Santa con la lectura del pregón por Francisco Pérez Álvarez.