El pasado jueves, un día después de la Festividad de Reyes, acudí al centro de la ciudad para hacer unas gestiones en una entidad bancaria y quedé gratamente sorprendido del ambiente que me encontré, ya sobre cerca de la una de la tarde y, sinceramente, me produjo una gran alegría. Enorme gentío por las calles Ejército Español, Cándido Lobera, Avenida …
…Rey Juan Carlos, Chacel, Arturo Reyes, General Prim, O´Donnell y Plaza del Comandante Benítez, con los comercios en ellas establecidos a tope, dándome la impresión que estábamos en las vísperas navideñas en lugar de tratarse ya de su despedida… y es que no recordaba, hasta que me lo dijo una buena amiga, que iba cargada de paquetes, que era día de Rebajas y de cambios de artículos recibidos como regalos de Reyes, ya saben, esos que, tratándose de ropa te resultan grande o estrecho; que no te gusta el color, etc., un bolso que no es de tu agrado o unos zapatos que te aprietan más que una deuda que no puedes pagar.
Y si les hablo de cómo estaba el tráfico, muchos atascos y los impacientes dándole a los cláxones sin querer comprender, la mayoría de ellos, que en muchos casos es debido al respeto peatonal o porque, algún vehículo, tal vez por viejo se haya quedado ahogado y no puede arrancar. Me trabajo a la memoria el ambientazo que se respiraba, gente con prisa para llegar a tiempo al comercio que tenía que visitar antes de su cierre…, conocidos que se reunían en grupo para cambiar impresiones (¡que tal las Pascuas, cómo se han portado los Reyes, ha habido suerte en el Sorteo del Niño!),lo normal por estas fechas, como era el centro de nuestra ciudad hace algunos años, y entre esa mucha gente, familias o grupos de amigos procedentes de Nador y su provincia –esto me lo dijo un taxista- que se acercaron a Melilla para hacer compras en las rebajas anunciadas, lo que aprovechan después para pasar aquí el día y hacer otros gastos, como comer en un restaurante, merendar en una cafetería. –“Gente – me apuntó- a la que hay que mimar en más de una ocasión, de ponerles alguna pega en la frontera. Es un turismo al que se le debe prestar bastante atención, siempre y cuando, claro, vengan debidamente documentados, etc., como nosotros lo hacemos cuando vamos a Marruecos, que somos muchísimos los melillenses que lo hacemos…”. Totalmente de acuerdo con la opinión del citado amigo taxista: facilidad a quienes vienen a gastarse aquí los cuartos y control a rajatabla contra esos profesionales de la delincuencia que entran como Pedro por su casa.
Lo que sí es cierto que sigue faltando en el citado centro de la ciudad es lo que hubo hace varios años, algún que otro restaurante caso Metropol, Victoria, Imperial, o café-bares como Los Candiles, Canarias, California; bares Caballo Blanco, Piscis, Caracol… ¡y menos mal que quedan los establecidos en la calle O´Donnell o esas cafeterías cercanas a la Iglesia del Sagrado Corazón, aunque según tengo entendido los domingos y festivos cierran por descanso del personal y entonces, ese centro queda –lo he visto- como un auténtico cementerio, ¡con lo bonito y acogedor que está para pasear por él a mediodía o por la tarde hasta entrara la noche!
