El decano de los tribunales, Fernando Germán Portillo, afirma que, pese a la sensación de inseguridad de los melillenses por la presencia de MENAS en las calles, la realidad es que dicha sensación no se ve reflejada en el Tribunal de Menores, donde sólo un 10% de los casos están relacionados con MENAS. A pesar de esto, el decano reconoce que las leyes actuales no habían previsto este problema y que Melilla necesita tanto la cooperación de Marruecos como el desarrollo de herramientas legales “más específicas” para enfrentarse a su particular problemática.
Según declaraciones del decano de los tribunales, Fernando Germán Portillo, con respecto al recurrente problema de los MENAS en Melilla, la “comprensible” sensación de inseguridad que generan los menores no se ve reflejada a nivel judicial, en el tribunal de menores, donde sólo aproximadamente un 10% de los juicios están relacionados con MENAS.
Admite, sin embargo, el problema administrativo que suponen estos chicos para la Fiscalía de Menores, que es la sección que se “encarga de ellos” cuando no hay delito.
A pesar de que reconoce que el problema existe, y la sensación de inseguridad es comprensible, insiste en que la dimensión del impacto de los menores sobre la seguridad, (reflejada en los procesos judiciales en marcha), es menor de lo que dichas “sensaciones” podrían incitar a pensar.
Con respecto a la búsqueda de una solución al problema de los MENAS, el Decano lamenta que no se estén tomando medidas desde Madrid dado que, según él, en ocasiones “la administración central carece de sensibilidad” para comprender la situación particular de la ciudad y la importancia que tiene este problema para los melillenses. Según afirma el Decano de los Tribunales, para el control de la entrada de MENAS en la ciudad es imprescindible la colaboración de Marruecos, pero el hecho de que ésta sea una problemática casi exclusivamente local supone una limitación para alcanzar dicha cooperación, que sí se ha conseguido en otros temas de índole nacional, como la inmigración ilegal, porque “se trata de una cantidad mucho mayor de personas, que es algo que preocupa al Gobierno y a la UE”.
Para Germán, es necesario crear “herramientas más específicas, que se adecúen a la realidad de Melilla” puesto que las normas nacionales están ideadas para ser útiles en un entorno de “fronteras cerradas” pero no en uno de “fronteras abiertas”, como Melilla. Además de la necesaria modificación de la ley del menor, que “no ha previsto el tema de los MENAS”, sería necesario revisar lo referente a la nacionalidad y el arraigo de los extranjeros en Melilla, que supone otro de los mayores inconvenientes derivados de la actual aplicación de las normas.
El decano explica los problemas que tiene el aplicar las normas nacionales al peculiar entorno de Melilla. Por este tipo de problemas, desde el estamento judicial local se reclama la adopción de medidas que permitan aplicar normas más específicas, que se adapten mejor a la peculiar realidad melillense, profundamente marcada por la cercanía de una frontera terrestre abierta que, además, es también la frontera con más diferencia socioeconómica del mundo.
El problema de las leyes generales en Melilla:
“Según la legislación española, la nacionalidad se transmite por sangre, no por nacimiento. Una persona es española si al menos uno de sus padres (extranjeros) ha nacido en España. Esto tiene sentido en Toledo, por ejemplo, donde llega una familia extranjera y se arraiga durante varias generaciones, de manera que las segundas generaciones (los nietos de esos extranjeros) son españoles por derecho; la nacionalidad es, en este caso, un premio al arraigo. Pero en un lugar como Melilla, donde las fronteras están abiertas, se da el caso de que una persona viene a la ciudad a dar a luz (por motivos médicos, económicos o de cualquier clase) y vuelve a su país, teniendo sus nietos el derecho a la nacionalidad si nacen en territorio español, aunque estas personas no tengan arraigo ninguno y, en ocasiones, ni conozcan el idioma”.
