La persona que egocéntricamente creen ser la cúspide de la creación, vive vegetando en el convencimiento de que él es su propio prójimo, y eso lo califica como su vida. Con esa corona cree tener autorización para quitar la vida a los animales y explotar la naturaleza. Este individuo guiado por sus instintos es de la opinión de que la vida, que es el hálito de Dios en la naturaleza y en el mundo de los animales, tiene menos valor porque esos seres de menos valor no tienen sentimientos.
Pero el que no tiene conciencia, el guiado por sus apetitos está en contra de la Creación de Dios. El Satanás en los individuos que carecen de sentimientos es el asesino de los animales y también de los reinos vegetales, puesto que Dios es la Vida en toda la naturaleza. El embrutecimiento de la máquina social llamada "hombre" no tiene límites. Los animales son perseguidos y cazados a tiros o a mazazos, otros son torturados en laboratorios, otros por su carne son mantenidos en establos indignos, otros expuestos en circos, en deportes y espectáculos. Todos ellos sufren mientras se abusa de ellos, y tienen miedo en el momento en que se les quita la vida con violencia. Por todo esto sepa usted que los gritos de miedo de los animales y también su muerte van a la cuenta anímica personal de aquella persona que aprueba todo eso.
La carne de los cadáveres de animales llega troceada a los mostradores de las carnicerías y supermercados. Y el consumidor que se entrega al canibalismo animal, compra un trozo de carne lleno de sufrimiento salido de la maquinaria de matanza, y la pone en la mesa sabrosamente condimentada. El hombre, que califica su vida como "la vida" y se cree la "cúspide de la Creación", trocea el cadáver, lo muerde o arranca la carne del hueso con los dientes. Esa es la evolución de valores del ser humano que él apostrofa como SU vida. Pero todo el que coma trozos de cadáver de animal se hace culpable.
El canibalismo de animales se retroalimenta a sí mismo, puesto que se ha perdido el sentimiento por la vida, y con ello también la formación de la conciencia, lo que también es valido para seguir fomentando el milagro económico de los aberrantes laboratorios de experimentación. Las mentes perturbadas creen y han hecho creer a sus fieles que los animales no tienen alma, que no tienen sentimientos y que las plantas sólo son materia inerte. Pero las numerosísimas especies de animales en los mares, en la tierra y en el aire llaman a su Creador pidiendo ayuda.
No importa si es primavera, verano, otoño o invierno, los árboles son talados durante todo el año al arbitrio del asesino pasional de la naturaleza, puesto que según las mentes perturbadas, las plantas y los animales no tienen una vida dotada de alma. La Tierra es vista como una totalidad que queda a merced de los saqueadores y ladrones. Sin embargo ahora la Tierra con todos sus seres vivos y formas de vida llama pidiendo ayuda y salvación, por eso cuando los elementos vengan a ayudar a la Tierra se esclarecerán las vilezas y las monstruosidades que se atribuyen a Dios.
Y cuando llegue el momento del fallecimiento, quien haya actuado conducido por sus impulsos, el asesino de animales y de la naturaleza, el que vivió en la Tierra sin conciencia, luego como alma tendrá que reconocer lo que significa la vida, y quién es la Vida. Todos los animales matados en la tierra, es decir, todos los animales de bosques y campos, todos los animales de la cría intensiva, los peces, los animales de laboratorio, los animales de los espectáculos, así como los animales de matanza y los animales de las aguas, es decir todos los animales maltratados resucitarán en el alma de quien abusó de ellos, como imágenes de sufrimiento y horror. Y el alma no podrá escapar a esas imágenes, porque han sido las obras crueles del hombre, que él ha introducido en su alma y en las constelaciones planetarias, y que ahora son las viviendas del alma.
Del programa. "La vida que yo mismo elegí" que se emite por Sophia TV América
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