Los ciudadanos de los países occidentales están muy orgullosos de que el llamado Occidente cristiano haya determinado en gran medida la forma y el carácter de la vida en esta Tierra. ¿Pero en qué consiste esto exactamente? El occidente cristiano ha rendido homenaje al culto idólatra de los sacerdotes, ultrajando a los animales, a las plantas y a la Madre Tierra. Pero esto está llegando a su fin, pues la Tierra se rebela. Quien observa es-tas correlaciones, llegará a la conclusión de que el mayor delito de este culto pagano consiste en haber ocultado y no enseñado la unidad entre el ser humano, la naturaleza y los animales, a pesar de que Jesús hace 2000 años vivió y enseñó con Su ejemplo la paz, el amor y la unidad de todo lo que vive.
Tampoco ha tenido sentido el que, como se ha dicho y aún se sigue diciendo dentro del clero, haya que asistir por lo menos una vez a misa. Muchísimas personas han ido semana tras semana por lo menos una vez al llamado oficio divino, pero actualmente las iglesias están cada vez más vacías, ¿entonces de qué han servido las misas y las innumerables oraciones de los creyentes de Iglesia? Todo ello ha enriquecido a las Iglesias y ha empobrecido a los fieles, trayendo el menosprecio total por todo lo que vive. El ser humano no ha tomado responsabilidad por sí mismo ni da cuenta de su vida ante las leyes universales de la vida.
¿Y por qué? Porque en las Iglesias institucionales se dice que la fe por sí sola es suficiente. ¡Pero eso no es así! La prueba está ante nosotros. El mucho orar en las iglesias durante incontables misas en el curso de los siglos no ha mejorado este mundo. Además en la Iglesia católica hay innumerables «santos» a los que muchos fieles les rezan ¿ha servido de algo? ¿Está la gente más sana? ¿Está sana la Madre Tierra? ¿Es pacífico el hombre? Preguntemos una vez más: ¿De qué han servido las innumerables misas y las muchas oraciones de los feligreses? Poco o nada si se considera el aumento del sufrimiento en el mundo. Pero Jesús no fundó ni iglesias ni catedrales.
Lo que Él dijo en aquel entonces lo ha estado manifestando nuevamente desde hace casi 40 años en nuestra época a través de la profecía actual: «Siendo Jesús de Nazaret, enseñé a las personas que querían seguirme a que fueran a un aposento tranquilo, lo que quiere decir que buscasen un lugar tranquilo en el que pudieran estar a solas consigo mismas y con Dios, su Padre eterno. Este lugar tranquilo en la actualidad es más necesario que nunca, pues este mundo se ha vuelto cada vez más ruidoso, más agitado y brutal. También la naturaleza ofrece sosiego e interiorización a las personas que quieren dirigirse hacia el interior, al Espíritu del Cristo de Dios que Soy Yo en el Padre. Pues en la naturaleza, lejos del barullo y del estrépito ruidoso del ego humano, puedes estar a solas con Dios, con Su Creación. Quien se esfuerza por llegar a Dios experimenta la vida que palpita, el Espíritu del infinito.»
El estado de este mundo demuestra que las cosas están peor que nunca. En ello se puede reconocer que la fe eclesial institucional no puede ser la fe verdadera, pues si lo fuese algo habría cambiado para bien. Otro indicio de ello es que las preguntas fundamentales del ser humano, a raíz de la fe institucional hasta ahora han quedado sin respuesta. La inmensa mayoría de las personas se pregunta en vano: ¿De dónde vengo? ¿A dónde voy? ¿Cuál es el sentido de mi vida? – Ningún sacerdote, ningún pastor puede dar una respuesta esclarecedora, mucho menos una información satisfactoria que les ayude a seguir buscando respuesta.
Sin embargo a través de la palabra profética dada a través de Gabriele de Würzburg para este tiempo, sabemos que La verdadera fe es la fe activa, el cumplimiento paulatino de las enseñanzas dadas por Jesús de Nazaret en su Sermón de la Montaña. Consideremos una vez más adónde ha conducido y sigue conduciendo la casta sacerdotal a sus fieles, entonces podremos ver qué espíritu reina allí.
