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“La Ley Wert elimina por completo cualquier rastro de la educación sexual en las aulas”

Esperanza Romero: “La educación sexual sigue siendo un tabú, o un tema intrascendente”

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La doctora, Esperanza Romero, publicó el pasado mes de diciembre su estudio sobre el ‘Análisis de variables relacionadas con el comportamiento sexual juvenil en Melilla’ el cual fue dirigido por los doctores Emilio González e Inmaculada García y calificado con sobresaliente y mención Cum Laude por el tribunal formado por Sebastián Sánchez, Francisco Cruz Quintana, Juan Manuel Moreno, Elena García-Baamonde y María Dolores Seijo.

  • ¿Cuáles son las conclusiones generales que ha obtenido de su estudio?

Las conclusiones son variadas y en función de las variables analizadas sobre los hábitos afectivo-sexuales de las personas jóvenes de la Ciudad Autónoma de Melilla. Así, el comportamiento sexual, tanto en el debut como en las relaciones sexuales sucesivas, sugiere que una gran parte de las personas encuestadas se exponen al riesgo de contraer una infección de transmisión sexual y/o al embarazo no deseado. De hecho, aunque la edad del debut sexual es tardía (16.77 años) si la comparamos con estudios recientes nacionales e internacionales que señalan una edad promedio de los 15 años, en Melilla no ha variado con respecto a un estudio previo realizado en 2010. Por otra parte, aunque el uso del preservativo está muy extendido en la primera relación coital, no ocurre lo mismo en las relaciones sexuales sucesivas al disminuir considerablemente su uso. Igualmente, otros hallazgos en las personas jóvenes melillenses como el cambio frecuente de pareja y las relaciones sexuales con personas desconocidas son un comportamiento habitual que compromete la salud de las personas estudiadas.

Relativo a los conocimientos que tienen sobre el virus del sida y el uso que hacen del preservativo, existe una disociación entre lo que saben y lo que practican; probablemente, en algunas personas asociado a una baja percepción del riesgo hacia la infección del VIH y por las ideas erróneas que presentan respecto a las vías de transmisión del VIH, así como por las actitudes negativas que expresan hacia las personas con sida y hacia la sexualidad. Factores, que de una u otra manera, contribuyen a impedir una conducta segura aunque se consideren autoeficaces para el gestionar el uso del preservativo.

  • ¿Considera que los hábitos afectivos-sexuales de los jóvenes están influenciados por el género?

Efectivamente, la variable género ofrece diferencias estadísticamente significativas tanto en el debut sexual como en el número de parejas en las relaciones sexuales sucesivas. Así, los hombres cambian con mayor frecuencia de pareja sexual a lo largo de la vida sexual activa, mientras que la monogamia de sólo una pareja está más representada por las mujeres.

Por el contrario, en las relaciones sucesivas, aunque no existen diferencias estadísticamente significativas, los varones presentan una actitud más favorable al uso del preservativo que las mujeres. El hecho de que a lo largo de la vida sexual activa, las chicas tengan más prácticas de monogamia serial motivadas por las relaciones amorosas con sus parejas, confirma la infravaloración que hacen del riesgo en el marco de esas relaciones románticas y que demuestran con la actitud de rechazo hacia el preservativo. Posiblemente, esta conducta en las mujeres se sustenta en la idea errónea de que en las relaciones afectivas y de confianza no se requiere protección, junto a la actitud sexista de que el preservativo es cosa de hombres. Circunstancia que marca las diferencias en relación a la mayor vulnerabilidad hacia el VIH del género femenino, suponiendo que utilicen un anticonceptivo hormonal para evitar el embarazo no deseado.

Igualmente, existen diferencias estadísticamente significativas respecto a las motivaciones para las relaciones coitales con parejas ocasionales. Los varones obtienen mayor porcentaje que las mujeres en este tipo de encuentros sexuales porque se les presenta la oportunidad y por la curiosidad de saber qué se siente. Además, la excitación física del momento y el consumo de alguna droga previo a la relación coital son factores que influyen más en los varones que en las mujeres.

Por tanto, el género podría actuar mediando los comportamientos sexuales a través del componente actitudinal, manifestándose en conductas de alto riesgo que reflejan la influencia de roles y estereotipos de género, en un contexto sexual, donde mujeres y hombres consideran que tienen que comportarse según las expectativas propias de su rol de género; así, de ellos se espera que tengan más parejas y más relaciones sexuales, y de ellas lo contrario.

  • ¿A qué se refiere cuando habla sobre que la actitud negativa hacia las conductas sexuales afectivas en ocasiones se refleja en actitudes homófobas?

Cuando hablamos de actitudes negativas hacia la sexualidad (erotofobia) y actitudes positivas (erotofilia), nos referimos a la disposición aprendida de responder a estímulos sexuales partir de una evaluación afectiva hecha en un continuo erotofobia-erotofilia, y que guarda estrecha relación con el funcionamiento sexual y las conductas sexuales de riesgo. Así, diversos estudios señalan como las personas con actitudes positivas procesan más y mejor la información sexual y contraceptiva, aceptan y respetan la diversidad sexual y tienen conductas sexuales más seguras; es como si tuvieran una mente más abierta expresándose en conductas preventivas; sin embargo las personas con actitudes negativas sería lo contrario. En nuestro estudio el hallazgo obtenido de homofobia se podría definir como sutil, es decir no es una actitud hostil y explícita de rechazo hacia la homosexualidad, sino más bien un discurso cultural menos evidenciado, invisible o benevolente. Esta situación es coincidente con otros estudios nacionales al revelar que todavía en nuestro país es una realidad el rechazo a otras orientaciones sexuales que no sea la heterosexual.

  • ¿Considera que aún la masturbación, como conducta sexual afectiva de los jóvenes, está peor vista en mujeres que hombres?

La masturbación es igual tanto en hombres como en mujeres, y tiene una función muy importante para el desarrollo, especialmente de los/as adolescentes, al permitir la exploración del cuerpo, conocer la forma y funcionamiento de los genitales, y por tanto de las sensaciones que de ellos se derivan. Es cierto que culturalmente los varones están más adelantados que las mujeres en esta práctica, ya que a ellas se les cuestiona y reniega el hecho de obtener el placer sexual mediante este tipo de procedimiento. En nuestra investigación, aunque no ha sido un ítem directo de pregunta, sí que puede sugerirnos -en base a los estudios publicados- que aquellas personas con actitudes negativas hacia la sexualidad (incluye la masturbación) e ideas erróneas podrían experimentar más culpabilidad sexual y expresarlas en prácticas poco habituales (orgías o relaciones duraderas con más de una pareja), y con menos actividad autoerótica. De hecho, los resultados obtenidos en algunas personas jóvenes melillenses sobre la variable sexo no convencional obtiene la misma puntuación que la homofobia, y está relacionada con los mitos, falsas creencias y culpabilidad sexual.

  • ¿A qué se refiere cuando señala de que el colectivo bisexual respecto a las métodos de barrera muestra un modelo de sexualidad instantánea y consumista?

El hallazgo de que el colectivo bisexual no utilice el preservativo en la vida sexual activa y con las parejas ocasionales por la motivación de que disminuye la sensibilidad y el placer a la relación, traduce una baja percepción de riesgo y por tanto la conducta prioritaria que tienen de la búsqueda de la gratificación instantánea, relegando a un segundo plano la conducta segura y preventiva. Diferentes estudios muestran como las personas lesbianas, gays, bisexuales y transgénero (LGBT) tienen peores resultados en indicadores de salud que las personas heterosexuales, con mayor riesgo de sufrir la infección por el VIH, entre otras infecciones de transmisión sexual.

  • Existen programas de educación sexual, ¿en qué están fallando y dónde habría que hacer más hincapié?

Se podría decir que desde el ámbito educativo la preocupación por la educación sexual no surge en España hasta que comienza la Democracia. En concreto, la revolucionaria Ley Orgánica General del Sistema Educativo (LOGSE, 1990) señala la educación sexual como un aspecto clave para la formación integral del alumnado. Es a partir de este momento cuando se introduce en los currículos de forma transversal y se desarrollan los primeros programas de educación afectivo-sexual, los cuáles se crean bajo perspectivas muy distintas. De hecho, a pesar de la oportunidad que ofreció esta ley para cambiar las cosas, no siempre se ha profundizado en el aspecto actitudinal y afectivo de la educación afectivo-sexual. Así, en las siguientes legislaciones no se hacen referencias a la educación afectiva-sexual, promoviendo exclusivamente una visión biologicista y reproductivista de la sexualidad.

En concreto, la reciente Ley Orgánica 8/2013 para la mejora de la calidad educativa (LOMCE), también llamada Ley Wert, elimina por completo cualquier rastro de la educación sexual en las aulas de todas las Comunidades Autónomas. Es prácticamente inexistente el tratamiento de cuestiones como la diversidad afectivo-sexual en los centros de secundaria. Todavía sigue siendo tabú y, en el mejor de los casos, un tema intrascendente. Existen, no obstante, algunos trabajos que proponen un cambio en este sentido. El modelo legislativo actual (Ley Orgánica 2/2010 de Salud Sexual y Reproductiva y de la Interrupción Voluntaria del Embarazo) ofrece nuevas políticas en materia educativa e informativa de salud reproductiva y del ejercicio responsable de las relaciones sexuales, y favorece el tratamiento educativo de la igualdad de oportunidades, pero la inercia del pasado es demasiado fuerte y seguimos ante un currículum (especialmente oculto) predominantemente androcéntrico.

La educación sexual formal es un aspecto más de la educación global de la persona que el propio valor preventivo, por lo que no debe enfocarse exclusivamente a la reproducción o a la genitalidad, se debe dirigir a fomentar actitudes, habilidades y valores para una toma de decisiones saludables, y antes de entrar en la etapa adolescente. El estudio que realizó la Organización Mundial de la Salud (1996) sobre las reformas sanitarias en Europa, puso de manifiesto que la profesión de Enfermería era el primer eslabón y el punto de contacto más sólido, entre el sistema y los usuarios.

En Melilla no contamos con un programa específico de educación afectivo-sexual pero con las conclusiones extraídas del estudio, es pertinente hacer la propuesta y proporcionar instrumentos para la elección de una sexualidad libre, responsable, basada en valores, con autonomía personal y desde la igualdad como principio elemental y guía de todo el programa. Es muy importante que las y los adolescentes melillenses sean conscientes de su realidad, de sus propias prácticas y del significado social que tienen, y dotarles de herramientas con las que puedan ser agentes de cambio hacia la igualdad y la no violencia.

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Nerea de Tena Alvarez

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