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In memoriam

En memoria de José Carretero

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¿Qué transpira una persona para que advirtamos que verdaderamente lo es? Creo que se es persona, ante todo, porque se es positivamente realista. Es decir, porque se ve lo positivo que hay en cada realidad para, desde ahí, seguir construyendo el presente. Destruir, no ver la luz que las instituciones y los demás reflejan, es fácil y origen de divisiones, peleas y guerras. Más aún, cuándo estamos ante una persona, estamos ante alguien en el que se puede confiar. Y don José Carretero, fue en sus 52 años de sacerdocio, el sacerdote fiel. Su disponibilidad hizo que los distintos obispos de Málaga le encomendaran las más variadas y, a veces, delicadas responsabilidades. Y así de párroco, pasó a misionero en Venezuela. Por cierto, hace unos meses me contaba que, sin él saber cómo, seis personas de Carúpano –Oriente Venezolano-, buscaron hasta hallar con su paradero y vinieron a verle. ¿Qué huella dejó para que vinieran siendo pobres y desde tan lejos?
En 1987 lo enviaron a Torre del Mar, y allí se las ingenió para crear, con la ayuda excepcional de don Evaristo Martín, la Escuela de Formación Bíblica de Torre del Mar. En 1990 se le nombra Vicario Episcopal de la Costa Oriental y un año después párroco del Sgdo. Corazón de Melilla y Vicario Episcopal de aquella ciudad. ¡Cómo lo recuerdan sus amigos cristianos, hindúes, hebreos y musulmanes! En el 2000 lo encontramos como párroco en Málaga y responsable del apostolado del Mar. Y quiso rematar su vida atendiendo a los ancianos.

Alguien puede pensar que esta vida tan llena y entregada gozaba de una salud de hierro. Nada más falso. Pepe gozó de una buena mala salud. Tan buena que le permitió llegar a todos esos mundos. Tan mala que siendo mozalbete enfermó y tuvo que pasarse en el Sanatorio de Campanillas un curso. Pero lo que le sostuvo en su vida fue su fe. Fe acrisolada por el dolor. Tanto, que no pudo ser más dramática su entrada en el Seminario: su madre le llevó y aquel mismo día ella fallecía en un accidente. San Juan de la cruz dice: “penas es el traje de amadores”. Y es verdad, el amor se pone de manifiesto en la capacidad de aguante.

Pepe fue un hombre de fe y de amor, por donde pasó quiso a sus gentes de la forma más sencilla y elegante. Gracias, amigo Pepe, por haber sido como eras. Gracias Antonio y Rafaela, tus padres, con los que ya estás. Gracias a tus hermanos y familia toda. Gracias a Guaro, tu pueblo, que tanto querías. Y gracias al Seminario de Málaga que supo formar sacerdotes cabales.
(colaboración publicada en la web de la Diócesis de Málaga)

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