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Elogio de la locura o de la necedad

Por: José Megías Aznar, [email protected]

El otro día paseaba por las estrechas calles de la memoria con mi entrañable amigo que siempre va conmigo y que me enseñó el secreto de la filantropía. Reflexionábamos sobre la vida pasada, la presente y la que está por venir. No nos gustaba el presente ni el futuro, porque el pasado ya no tiene remedio.
Queríamos ver grandes avenidas en nuestro recorrido, bien iluminadas, bien soladas, bien adornadas, cuando de pronto metí el pie en un socavón que me introdujo la pierna en un espléndido agujero donde habitaban las ninfas de Garcilaso:

Hermosas ninfas, que, en el río metidas,
contentas habitáis en las moradas
de relucientes piedras fabricadas
y en columnas de vidrio sostenidas;

Mi amigo gritó: ¡Vivan los agujeros que te trasportan a la eternidad de la belleza! El problema fue que salió una ninfa peluda y con rabo.
Le respondí: Si Garcilaso se enamorase de estas ninfas, yo brindaría con el agua  del grifo que no me llega y cuando la tengo tiene un buqué maravilloso a la sal de la vida.
Bajamos al ágora y allí estaba reflexionando sobre la caducidad del tiempo en la política nuestro admirado y nunca bien ensalzado Tomás Moro.
Nos contó sus hazañas, como un hombre iluminado por la gracia de Dios, pero que los filibusteros cismáticos no comprendían sus desvelos por el bienestar de los jóvenes perdidos en tierras extrañas. Dándole a estos un hogar, que no se lo agradecían, a pesar del esfuerzo patrimonial que estaba haciendo con su fortuna.
Nos fue narrando sus hazañas en pro de la humanidad, en este mundo de descreídos. Toda se vida la ha dedicado a los más pobres, gestionándoles puestos de trabajo, viviendas, subvenciones y nadie se lo agradece. Creó un plan de inserción laboral en las cofradías, pero los trabajadores públicos no van a su ritmo fantasioso. Sus esfuerzos por bajar el paro colocando por doquier en empresas no servía para nada éste seguía creciendo. Por su don iluminado empezó a fraguar un plan de formación con 500 euros por asistir a la enseñanza y así y así llegar a los próximos comicios y saber perfectamente el granero de votantes vulnerables.
Esta política no le sirvió a Tomás Moro, ya que fue decapitado en 1535 por orden de Enrique VIII, fundador de la Iglesia Anglicana.     Tomás Moro fue canonizado por la Iglesia Católica en 1935 y en el año 2002, el Papa Juan Pablo lo nombró santo patrón de los gobernantes, políticos y abogados. Se ha tardado mucho en reconocer los méritos de este buen hombre, 400 años. Esperemos que para otros sean más rápidos.
Seguimos caminando el hombre que me enseñó el secreto de filantropía y yo. Paseamos por una calle, la principal, donde discurría en el centro un pequeño riachuelo, donde de vez en cuando una oronda señora gritaba: ¡Agua va!
En la plaza de La Señoría, sentado en un banco hermoso mármol blanco (manchado por los excrementos de las gaviota) estaba  el florentino Nicolás Maquiavelo. Andaba cabizbajo porque veía que su amada Ciudad se estaba yendo a la ruina. El gobierno florentino cada vez tenía más enemigos entre sus filas, se iban cambiando del interés público por los intereses personales. Y la República Veneciana los asfixiaba más con su cierre fronterizo. Tres electos se habían quedado el mandato que era de las siglas por las que se presentaron. Cada día que pasaba se deterioraba más. Los florentinos decían que era la decadencia del gobierno incompetente y que había que mandarlo al ostracismo por necedad en la gestión de lo público.
Él quería una ciudad-estado para progresar. Pensaba que se tenía que hacer un cambio de rumbo inmediato. Nos contó su propuesta maquiavélica, que los tres miembros socialistas,  abandonasen el gobierno y que se gobernase desde la comuna (asamblea) representada en ella todos gremios electos. Así se podría arrinconar a los defensores de su bolsillo para ignorarlos de la vida pública. Su tesis: No puede haber un gobierno democrático apoyado por tres tránsfugas y un elegido por la gracia de Dios. La palabra la tiene el PSOE, si quiere ser fiel a los principios que ha defendido durante 140 años.
Maquiavelo nos recordó sus principios favor de la patria, en este caso ciudad:
“Esto es algo que merece ser notado e imitado por todo ciudadano que quiera aconsejar a su patria, pues en las deliberaciones en que está en juego la salvación de la patria, no se debe guardar ninguna consideración a lo justo o lo injusto, lo piadoso o lo cruel, lo laudable o lo vergonzoso, sino que, dejando de lado cualquier otro respeto, se ha de seguir aquel camino que salve la vida de la patria y mantenga su libertad.” Discursos sobre la primera década de Tito Livio.
Se iba terminando nuestro paseo vespertino y entraba la noche. Y nos adentramos al otro lado de la Plaza de La Señoría (órgano de gobierno florentino). Allí nos cruzamos, en la puerta de su edificio marítimo con Caronte. Quería que le pagáramos, no lo hicimos, no era nuestro momento de entrar en Hades. Se quejó que nadie se creía sus proyectos marítimos con el país vecino del vecino y mucho menos que financiaran los enemigos irreconciliables. También nos contó su proyecto de vaporetto para trasladar a ciudadanos de puerto a puerto, al estilo vaporcito de Gades. No entendía por qué había cada vez más incrédulos de sus ideas peregrinas. Con lo que pagan las almas errantes hacia el Hades no podía arreglar su desvencijada barca para llevar a las almas al otro lado de Aqueronte o la laguna estigia. Su negocio era una auténtica ruina. Máxime cuando el sabedor de todo e ignorante de la realidad quería hacer una autopista de Melilla a Málaga o un puente como la canción. Ya le gustaría a Caronte tener 1.200 pasajeros al día, pero pagando.
“Si alguno se considerase ofendido, o es que su conciencia le acusa o, por lo menos, teme verse retratado en ella.” Erasmo de Róterdam “Elogio de la locura”, 1511.

PD: Estuve acertado al ponerle “el niño maravillas”, no deja usted de maravillarme por su pasión de poder y ambición de poseer. Su prisa le ha arruinado su futuro prometedor en la política local. Devuelva el escaño al partido que lo nominó, si no quiere pasar a la historia de Melilla como un traidor.

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