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El trono de la "La Sentencia" reviste de solemnidad la noche del Lunes Santo

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(Autor: Guerrero)

La lluvia se tomó un merecido descanso y el público melillense decidió arropar con su presencia, a pesar de la gélida temperatura nocturna, el arranque del Lunes Santo en el que el paso de "La Sentencia", de la cofradía decana de la ciudad, pudo llevar a cabo su esperada estación de penitencia. Además del apoyo ciudadano, la hermandad decana completó su recorrido procesional acompañado por la Banda de Cornetas y Tambores del Nazareno, que puso música a las magníficas 'chicotás' con las que la cuadrilla de "La Sentencia" vino a demostrar, con el ritmo de sus pasos, los meses de ensayo y el compromiso de estos jóvenes por seguir apoyando la Semana Santa melillense. El cornetín de órdenes dio la bienvenida a la salida del trono de este Lunes Santo. La marcha real, como marca el protocolo, rindió honores al trono del Santísimo Cristo de la Sentencia, bajo los aplausos de los cientos de melillenses congregados en la Plaza Velázquez, junto a la Plaza de Toros. Arropaban así el esfuerzo de la cuadrilla, que para poder sacar el trono a la calle, debe superar una cuesta muy pronunciada.

Chicotás
Se iniciaba así la estación de penitencia de la Cofradía decana de la ciudad en su Semana Santa número 519, y lo hizo además, por cuarto año, con su Banda de Cornetas y Tambores del Nazareno, que estrenó para la ocasión, distintas piezas de gran belleza con la que los 40 hombres de la cuadrilla de "La Sentencia", demostraron la maestría alcanzada con los meses de ensayo. Y es que según el toque de los tambores o las subidas del ritmo de la pieza musical, ellos o apaciguaban su andar y la cadencia del paso, o le imprimían más fuerza, o lo mecían, demostrando que en Melilla también se saben hacer las famosas "chicotás", una perfecta y coordinada danza en la que música y el paso al estilo sevillano se unen para dar a la noche del Lunes Santo un sabor especial. El público, con este baile cadencioso, se encontró con un Cristo apresado que con paso vacilante, y después decidido, se enfrenta a su destino, el juicio de los hombres.

La Banda de Cornetas y Tambores de Nuestro Padre Jesús Nazareno en su Dulce Nombre, estrenó este año varios temas, entre ellos el "réquiem" con el que se desarrolló la primera 'chicotá' de este Lunes Santo. La Cofradía del Nazareno, sabia por su antigüedad e innovadora, siguió ayer con la tradición cofrade de dedicar las "levantadas" del trono a personas queridas para la hermandad. Una de ellas, se la dedicaron, en la calle Sidi Abdelkader, a la madre del pater Francisco Sierra, recientemente fallecida.

El bellísimo trono de "La Sentencia" realizó su estación de penitencia del Lunes Santo, tal como viene haciendo desde hace una década, acompañado por un río de nazarenos con túnicas blancas, y capas con cíngulo de color rojo, que alumbraron su camino con las luces de decenas de cirios. Detrás de la majestuosa talla del Cristo, la banda del Nazareno enriqueciendo la triste velada con su buen hacer y sus temas. Delante, con la sonrisa y timidez que caracteriza a la hermana mayor, Francisca Muñoz, reza porque todo siga desarrollándose a la perfección, como premio al trabajo de todos los hombres y mujeres que forman parte de la Cofradía del Pueblo.

Sevillano
"Nuestro Padre Jesús ante Pilatos", el conjunto escultórico conocido como "La Sentencia", salió ayer a la calle con el paso sevillano que la Cofradía del Nazareno adoptara en 2009 para la Virgen de las Lágrimas y que ha venido a dar un toque diferente a la Semana Santa melillense marcada por la tradición de la salida de los tronos al estilo malagueño, con sus varales y costaleros. Ayer pudo procesionar gracias a la fuerza de los 35 jóvenes de la cuadrilla que ha estado ensayando durante meses para hacer un trabajo de matrícula de honor. Los hombres de refresco, no muy numerosos, se turnaron a lo largo del recorrido con sus compañeros dejando patente así, estos valientes e ilusionados jóvenes, su fe y su amor a la Semana Santa melillense, la de sus mayores, que ahora ellos trasmitirán a las generaciones futuras.
"La Sentencia" estuvo arropada por cientos de ciudadanos que siguieron su discurrir por las calles del centro, y ello gracias a que la Cofradía decidiera mantener el horario de las ocho y media, continuando así con la decisión adoptada hace ya cuatro años, motivada por el hecho de, al coincidir casi con el cierre de los comercios, anime a la gente a quedarse y esperar a la llegada del paso. La presencia de melillenses en la Avenida fue más numerosa que en otras ocasiones. A destacar, el importante número de niños, tanto entre el público como participando en el paso.

La hermosísima talla de "La sentencia", de autor anónimo del siglo XVII, estuvo flanqueada por sus numerosos penitentes ataviados con túnica blanca y capirote rojo, mientras que los mandos de la Real Cofradía y Hermandad Franciscana de Nuestro Padre Jesús Nazareno y María Santísima de los Dolores vistieron con túnica y capirote rojo y capa blanca. Asimismo acompañó al paso los hermanos mayores honoríficos de la Guardia Civil con traje de gala. También un grupo de bellísimas mujeres de mantilla contribuyendo al realce y señorío de la estación de penitencia.

La noche melillense se vistió de luto en este Lunes Santo, como queriendo sumarse a la tristeza del momento, en el que un pueblo en silencio acompaña al inocente, a Cristo, tras ser condenado a morir en la cruz.

En 2017, setenta años de "La Sentencia" en Melilla
La hermana mayor de la Cofradía del Nazareno señala que la talla de "La Sentencia" llegó a Melilla des Alhucemas y procesionó por primera vez por las calles de la ciudad en 1947, de ahí que en 2017 se cumplan setenta años de esa primera estación de penitencia en la ciudad africana. Esta celebración no pasará de largo, como señaló a este periódico Francisca Muñoz, y de hecho se preparan actos para conmemorar la efeméride a lo largo del año, tanto en Semana Santa como en jornadas previas.
"La Sentencia" rememora uno de los pasajes bíblicos más tristes del proceso al que fue sometido Jesucristo, como cuando los rabinos lo condujeron, tras un primer juicio sumarísimo en el Sanedrín, ante la autoridad romana en aquel Jerusalén del siglo I, el cruel Poncio Pilato. El prócer romano no hizo sino lavar sus manos ante la injusticia que se iba a acometer contra aquel hombre que sabía inocente, cuando tras escuchar a la plebe, dictó la sentencia de muerte contra el Nazareno, mientras dejaba en libertad a un conocido ladrón como Barrabás.

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Jesús Andújar

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