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A López Leyva

El Parque y Marina 18

melillahoy.cibeles.net fotos 1560 Lopez Leyva

El Parque Hernández es testigo de la historia contemporánea de nuestra ciudad (y de la mía). Los que tenemos corta historia podemos recordar algunas de las cosas que ya no podemos encontrar… echamos de menos algunos escondites, algunos setos donde nos escondíamos a jugar y a inventar travesuras… los primeros columpios y las tres montañas de piedra del parque infantil, los toboganes (el grande y el chico), el reloj de sol, las fuentes… es posible que no entienda la historia sin la presencia del Parque. Mi infancia estaba decorada por las ventanas que se asomaban a la calle Teniente Coronel Seguí… en cada uno de sus cristales se coloreaba el verde de las palmeras, los ficus, incluso de la araucaria a la que Miguel Fernández acudía, siendo muy joven, con otros poetas…
Desde la ventana del cuarto de estar, (el de nuestra antigua casa) podía divisar el recorrido que cada día, mi padre hacía del trabajo a casa cuando mi hermana y yo ya habíamos vuelto del colegio… porque papá, venia a casa desde el número 18 de la calle Marina.

Atrás dejaba la mañana de trabajo, y no volvías sin quedarte tranquilo de que todo estuviera resuelto… y a la vuelta, lo celebrabas admirando las pérgolas y sus buganvillas, queriendo cambiar el color de la primavera y contando las que habían quedado por el suelo.

Era como un rito diario, ver llegar desde la ventana de casa a mi padre, incluso era como un rito centinela, que si teníamos que recoger, terminar de comer o incluso hacernos los dormidos, daba tiempo mientras cruzaba y subía las escaleras. Ese era otro rito, subir las escaleras, siempre sabíamos que era nuestro padre, porque iba cerrando las ventanas que daban al patio interior…
Nosotros empezamos a volar: Macarena se casó y se fue a vivir cerca del mar, Pablo se fue a Valencia a estudiar y yo me viene a donde la vida me tenía preparado ir… pero Papá seguía yendo cada mañana al número 18 de la calle Marina…
En casa dejaba su familia, pero al entrar por las puertas de su trabajo, hacía que ese edificio de la Seguridad Social se convirtiera en otra familia para él… allí encontró las alegrías y los sinsabores del trabajo, descubrió los matices de la amistad… me encantaría nombrar a todos los que habéis formado parte de sus años de trabajo, en el corazón de López Leyva están grabados vuestros nombres, vuestras historias, vuestras familias, todos los momentos vividos y compartidos con él, y muchas cosas que él mismo sería capaz de recordar y que seguro ni vosotros mismos os acordáis…
El Parque y Marina 18, dos espacios que han marcado la vida de Lopez Leyva desde hace cuarenta y dos años… uno de paso y otro de vida que se han convertido en testigos de su historia, en una referencia de la rutina de cada día para él y para todos los que formamos parte de su vida y su historia.

Hoy es tú último día de trabajo… mucho te separa de aquel veintitrés de octubre de mil novecientos setenta y cuatro… puede que cuando salgas por la puerta de Marina 18, oigas los niños jugar en el parque infantil, el de los toboganes y las montañas de piedra… puede que mires las palmeras del Parque, los ficus y la araucaria… y te resuenen las palabras del poeta:

"No tengo más oficio que estar solo,
mirando la techumbre de las nubes.
(…)
Y lo cruel es que nunca tu mirada
te defienda de aquello que te azota."
(Miguel Fernández, Secreto, secretísimo, 1990)

Pero has sembrado fidelidad, seriedad, generosidad y amistad… tu oficio nunca será el de estar solo… cuando mires la techumbre de las nubes, darás gracias al Padre por haber sido tu refugio de generación en generación; los pájaros te recordaran con quienes has compartido trabajo y vida; el rayo que te alumbra será la ternura de Conchita siempre a tu lado… el viento que no se ve te traerá las alegrías y los sinsabores que han configurado tu ser y tu vida… y recuerda, que tu mirada clara, la de los ojos claros, tiene todavía mucho que ver y sembrar… quedan muchas alegrías por vivir y compartir…
Papá… empiezas la jubilación, el júbilo, la alegría de haber dado tu vida entera con amor y paciencia a tu trabajo… la alegría de haberte dado a todos los que en tu vida se han acercado a la segunda o a la tercera planta para encontrar el ti la solución, la ayuda, la compañía, la escucha, la comprensión y la entrega… enhorabuena…
No dejes nunca de cruzar el Parque para encontrarte cada día con tu propia historia, que hoy la calle de la jubilación se llama, Marina 18.

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