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El papelón de Felipe VI y el debate moral

03 CARTA DEL EDITOR FOTO

El papelón, en estos tiempos convulsos, del Rey Felipe VI me trae el recuerdo del libro del famoso escritor melillense Fernando Arrabal, “Carta al Rey de España”, que entonces, año 1995, era Juan Carlos I. Arrabal también escribió misivas políticas en 1972 -Carta al general Franco-, en 1978 -Carta a los comunistas españoles-, en 1984 -Carta a Fidel Castro- y en 1993 – Carta a José María Aznar, con copia a Felipe González.En la Carta-Libro de Arrabal al Rey Juan Carlos I, el escritor, acérrimo defensor del individuo por encima del Estado y de la conciencia y moral individuales sobre la “moral social”, terminaba con un ruego al Rey: “El Estado, Señor, postergar no puede la conciencia individual sin hundirse en la inmoralidad.. de todas las corrupciones madre. El hombre de bien, Señor, espera la apertura de un debate moral sobre el Estado de hoy, sobre el desastre ético que el Estado origina”. Hoy, casi treinta años después de aquella Carta de Arrabal, el desastre ético -y total- que puede seguir causando a España y a los españoles un Estado Frankenstein, es aún mayor que entonces.Jorge Bustos escribió el martes sobre “La peligrosa encrucijada de Felipe VI” y concluyó: “El arbitrio de la Corona no contemplaba la hipótesis de un presidente sin escrúpulos que subroga la España del 78 -la Constitución- a sus enemigos. De ahí su Real encrucijada”. Una encrucijada en la que el Rey se juega, además, su regio puesto de trabajo: inocultable e inocultado es que varios de los partidos integrantes de la coalición Frankenstein son, también además de, radicalmente republicanos y radicalmente anti monárquicos -artículo 1.3 del Título Preliminar de la Constitución, “La forma política del Estado español es la Monarquía parlamentaria”-, anti constitucionales y anti españoles, en resumen.Para colmo del sarcasmo, conviene insistir y considerar que el troceamiento de la soberanía, un Estado a la carta de cuatro partidos, lo van a decidir aquellos que suman solo 25 escaños en el Congreso, menos del 10% del total de los escaños. Su único pegamento: el empecinamiento de Pedro Sánchez en seguir siendo presidente de España… o de lo que quede de ella, algo que al resistente mayor (de la posible futura República posiblemente Confederada) le da lo mismo. Él, Sánchez, trata de estar, no de ser, como diría Ortega y Gasset. Y para pasar la espera…se va de vacaciones ¡a Marruecos! Un síntoma espeluznante, especialmente para los melillenses y ceutíes.Por cierto y a propósito de la polémica liberalismo-comunismo, que también late en la encrucijada política actual, leo algo que, en su simplicidad, resume muy bien la cuestión: “ya quisiera la Seguridad Social funcionar tan bien como Zara”. Por citar solo un ejemplo.Deporte en Melilla y el inolvidable Javier ImbrodaMelilla Sport Capital era una frase ridícula, falaz y cateta, en un idioma extranjero, además. Recuperar Melilla Ciudad del Deporte, como acaba de hacer el Gobierno local, es un acierto.Menos mal que hay algún político gubernamental que no está de vacaciones (como lo está el presidente Imbroda, por ejemplo). Sí, sí, ya sé que las vacaciones son un derecho. Lo que no sabía es que fueran una obligación. Cuando veo imágenes de españoles confesamente arruinados, arracimados en playas donde no cabe un cuerpo semidesnudo más, declarando que están disfrutando mucho de las vacaciones -es lo políticamente correcto, es lo que hay que decir, por falso que sea- no puedo dejar de sonrojarme y apenarmeLo que sí me alegra, y mucho, es que al gran Javier Imbroda le haya concedido el Premio Leyenda del Baloncesto Español, a título póstumo, el primer diario deportivo español, el Marca -que, repito, imprimimos nosotros en Melilla y lo vendemos conjuntamente con nuestro MELILLA HOY.El melillense Javier Imbroda es “un referente de los banquillos” titulaba el Marca. Fue, como se autodefinía, “Un luchador hasta el final. Nunca te rindas. Tenemos que luchar hasta el último aliento, porque se puede salir, aunque todo sea oscuro”. Él se recuperó de su enfermedad e incluso hizo una brillante carrera política en Andalucía, hasta que el 2 de abril de 2022, cuatro años después de aquellas declaraciones suyas, “la maldita enfermedad le ganó el partido de su vida”.Javier Imbroda, un amante del baloncesto -como yo- fue mi admirado amigo desde que nos conocimos. No dejó de serlo nunca. Quizás ese no rendirse, ese luchar hasta el final, nos unió, más que cualquier otra cosa. Yo jamás le he olvidado, ni le olvidaré. Para mí, siempre estará presente.

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Enrique Bohórquez López-Dóriga

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