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La cáscara y el fruto

El naufragio moral y político de Europa

melillahoy.cibeles.net fotos 1539 Naufragio de Europa

Esta reflexión fue redactada en los mismos días en que se consumaba el acuerdo de la Unión Europea y Turquía para expulsar a migrantes y refugiados llegados a las costas griegas. Es decir hace ahora casi tres semanas. Sin embargo horas antes de enviar el artículo a la redacción de este periódico, como había acordado con su director, ocurrieron los criminales y salvajes atentados de Bruselas. Ante estos brutales acontecimientos y, en común acuerdo, decidimos posponer la publicación de esta colaboración.

En Ciencias Políticas se suele hablar de “unificación del espacio social” cuando ante situaciones de grave crisis, entre ellos el terrorismo, la guerra, la muerte, nada interesa más que el tema que acapara la atención pública. Este sentimiento colectivo, según los expertos, se inaugura con los atentados del 11-S. Desde entonces se ha extendido el mito de que incurriríamos en una inmoralidad, en una falta de delicadeza si reflexionáramos sobre algo distinto a los atentados, si hiciéramos algo diferente a compadecernos. Qué loable y maravilloso criterio si no estableciera, implícitamente, dos raseros contrapuestos de medir: nuestras víctimas y la de los otros.

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El epígrafe de este artículo parafrasea el título del libro de Javier de Lucas: “Mediterráneo: el naufragio de Europa”. Libro de reciente publicación, tan oportuno como riguroso en su análisis y exposición. Javier de Lucas es profesor de filosofía del Derecho, trabaja desde hace años en el Instituto de Derechos Humanos de la Universidad de Valencia y durante muchos años ha sido y es uno de los referentes más importantes para analizar y entender el fenómeno de la inmigración, las políticas de asilo y la pluriculturalidad. A la luz de las políticas migratorias y de asilo que está aplicando la Unión Europea a los sirios que huyen de la guerra y el horror, Javier de Lucas nos advierte en este último libro del “fracaso de la Unión Europea como proyecto político: el proyecto de un espacio común de libertad, seguridad y justicia, presidido por la noción de Derechos Humanos”.

A estas afirmaciones hay que unirles el espíritu del libro que gira en torno al desmentido de que Europa haya tocado un límite en su capacidad de acogida. En verdad, el 85% de los refugiados sirios son acogidos por cuatro países limítrofes al conflicto: Líbano, Jordania, Irak y Turquía. La situación de emergencia la viven estos países. La UE se ha propuesto acoger sólo a 160.000 personas. En cambio estos cuatro países limítrofes con Siria acogen a varios millones de refugiados. Una vez más la verdadera dinámica de los refugiados no es Sur-Norte, como engañosamente se nos pretende hacer ver, sino Sur-Sur. Los mensajes mediáticos e institucionales que nos dicen que estamos amenazados por una corriente de refugiados que desborda nuestra capacidad de acogida es una mentira demagógica y muy peligrosa. Es, en palabras de Javier de Lucas “Una visión etnocéntrica y miope. No se trata de una crisis de refugiados, sino de una crisis del proyecto político de la UE.”
Efectivamente, un espacio político, el de la UE, en el que se han dado los pasos más decisivos de la historia de la humanidad. Ya sea a favor: véase la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Y al mismo tiempo se han dado las guerras y conflictos más graves y severos, incluidos exterminios y genocidios allende las fronteras. Es preciso no olvidar esto para situar nuestras perspectivas en términos más precisos y reales. Unos refugiados, sirios principalmente pero no los únicos, que padecen esta diáspora a la sombra de conflictos en los que Europa ha participado decidida y activamente. El volcán en plena ebullición en que se ha transformado Oriente Próximo se debe, básicamente, a las barbaridades cometidas por EE.UU y sus aliados en esa zona ya castigada tradicionalmente. La participación europea en estos lucrativos conflictos, generando la devastación a través de la guerra, la miseria y la infamia, han desalojado a millones de personas de sus hogares o mejor dicho de los escombros de lo que en alguna ocasión fueron sus hogares.

El sufrimiento palestino, desde hace ya más de sesenta años, según parece se antojaba poca cosa. Ahora la fiesta ‘democrática’, esa expansión de las libertades de la que habló vehementemente el fatídico George W. Bush y en la que participó nuestro expresidente José María Aznar, brilla por su ‘pleno apogeo’. Viento en popa.

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A derecha e izquierda, independientemente de la orientación ideológica o empresarial, salvo puntuales excepciones, la gran mayoría de los medios de comunicación europeos han editorializado contra esta inaudita iniciativa de la UE. Así mismo en España, las cabeceras más importantes de la prensa nacional, y en la línea de sus colegas europeos, se han pronunciado en términos claros y contundentes. Veamos: “El acuerdo sellado ayer entre los líderes de la Unión Europea y Turquía para expulsar migrantes irregulares demuestra hasta qué punto el club comunitario se encuentra en un estado de alarmante decadencia.” (Editorial de EL MUNDO, 19/03/2016). Leamos otro ejemplo más, por sólo referirnos a la prensa de tendencia conservadora: “Europa ya no es el espacio de libertades soñado por los padres de la Unión y por quienes dieron pasos de gigante, como Kohl y Mitterrand, para consolidar un modelo mundial de solidaridad humana. El acuerdo al que llegaron ayer los jefes de Estado y de Gobierno de los 28 y Turquía es la concreción del retroceso en aquel objetivo europeo que se puso en marcha a mitad del siglo XX.” (Editorial de LA VANGUARDIA, 19/03/2016).

Sin duda el acuerdo entre la Unión Europea y Turquía que entró en vigor el pasado domingo 20 de Marzo para expulsar a refugiados e inmigrantes a Turquía es muy ilustrativo sobre la orientación adoptada por los países de la UE. También son muy demostrativos los pronunciamientos ante este rumbo suicida de la UE: por un lado, ACNUR, la agencia de la ONU para los refugiados, expertos en derecho y otros organismos advirtieron que ese acuerdo vulnera normas europeas, el derecho de asilo, y propiamente la Declaración de los Derechos Humanos. Por su parte Amnistía Internacional valora el acuerdo como un “golpe histórico” contra los Derechos Humanos.

Seamos realistas, de lo que se trata es de la subcontratación del servicio del gobierno turco por la suma de 3000 millones de euros, ampliables a 6000, para blindar las fronteras exteriores europeas. No les importa lo más mínimo la suerte que puedan correr tantos seres humanos. Ya sólo es un espejismo aquello que pareció ser un escándalo que conmoviera a tanta gente cuando vimos las fotos de Aylan Kurdi, ese niño de tres años encontrado muerto bocabajo en una playa turca. O la zancadilla de Petra Lázsló, la reportera gráfica que intentó impedir la entrada de un padre sirio con su hijo y mochila a cuestas.

Sin duda es un drama mayúsculo y una vergüenza que evidencia la cara más insolidaria, cínica e hipócrita de los gobernantes europeo. Unos gobernantes más preocupados por la preservación de nuestros niveles de vida, nuestras posesiones, trabajo, casas, coches…, nuestro futuro. Todo lo demás, el padecimiento de los otros al que hemos contribuido en su generación importa bien poco. Sin embargo, atinadamente, decía Xavier Vidal-Folch en una de sus columnas habituales en el diario EL PAÍS: “… La UE es ante todo, antes que un mercado y un proyecto político, una comunidad de derecho, un edificio de reglas (y su respeto y aplicación) que plasma determinados valores (humanitarios) y principios (democráticos, liberales, sociales).” Si la UE mermara alguno de estos logros, la ruina amenazaría su edificio. De ahí a que sea oportuno plantearse: ¿Acaso Europa, de nuevo, se sumerge en un nuevo periodo de oscuridad y retroceso?

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