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El conflicto Irán – Pakistán y la geopolítica

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En las últimas fechas hemos estado leyendo sobre los enfrentamientos entre fuerzas iraníes y pakistaníes, en la frontera entre ambos países. La causa inmediata apuntada es la presencia de grupos insurgentes armados en la zona, un área que comprende la provincia de Beluchistán en Pakistán -buena parte del oeste de esa nación- y la de Sinan-Beluchistán en Irán -una zona más reducida-. Ambas naciones consideran a esos grupos como terroristas. En el caso de Irán influye, además, que los insurgentes son de religión sunnita mientras que Irán es fervientemente chiita.

Pero no es la lucha contra los insurgentes la única explicación para el ya muy largo conflicto entre ambos países. Las causas del enfrentamiento son diversas y abarcan aspectos religiosos, étnicos y políticos. Es preciso resaltar aquí la diferencia entre etnia y raza. Una etnia es una categoría socialmente definida basada en un lenguaje, religión, nacionalidad, historia u otros factores culturales comunes. Una raza se refiere a las características biológicas de los individuos que componen el grupo humano.

 

La dimensión religiosa del conflicto

La dimensión religiosa del conflicto es innegable. Irán, como república islámica chiíta, ha buscado promover sus intereses entre las comunidades chiítas en Pakistán, así como en todo el área geopolítica, lo que ha exacerbado las tensiones sectarias y ha influido en la política exterior de ambos países. Pakistán es en su mayoría sunita. Ambas creencias son actualmente irreconciliables.

 

La lucha de civilizaciones

Los enfrentamientos entre ambos países son un reflejo de lo que ocurre, alrededor del mundo, cuando entran en contacto civilizaciones con una marcada diferencia ideológica. Así lo reflejó Samuel Huntington (1927-2008) cuando escribió su famoso y controversial libro “La lucha de civilizaciones” donde, entre otras muchas ideas que han resultado proféticas, expone que “las grandes divisiones entre la raza humana y la fuente dominante del conflicto será cultural. Los Estado-Nación seguirán siendo los actores más poderos en los asuntos del mundo, pero los principales conflictos de política global ocurrirán entre naciones y grupos de civilizaciones diferentes. El choque de civilizaciones dominara la política global”. En el mismo sentido escribió Saul B. Cohen (1925-2021) su libro “Geografía y política en un mundo dividido”, menos conocido para el público en general pero enormemente importante en el estudio de la geopolítica, en el que expone su idea de los ‘cinturones de quiebra’, zonas donde dos civilizaciones diferentes entran en contacto.

Hace unas décadas esos posibles contactos conflictivos quedaban limitados a las fronteras geográficas, pero la descolonización posterior a las guerras mundiales conllevó la frecuente existencia de grupos étnicos diferentes dentro de un mismo país o extendiéndose entre países diferentes. En los últimos años, la facilidad que proporcionan los transportes y las comunicaciones, las migraciones y la posibilidad de comunicación instantánea de ideas a distancia, hace que esos cinturones puedan estar dentro de países, incluso de ciudades o pueblos, que no eran inicialmente multiétnicos.

 

La geopolítica

La geopolítica de la región también ha influido en el conflicto entre Irán y Pakistán. Ambos países se encuentran en una posición estratégica clave, con importantes intereses en juego en el Golfo Pérsico y en Asia Meridional. La competencia por el control de rutas comerciales, recursos naturales y la influencia en Afganistán ha contribuido a la rivalidad entre ellos. Irán, en particular, por ahora potencia regional no nuclear pero amenazando serlo, está desempeñando una muy activa campaña de extensión de su influencia en los países y grupos enemigos de Israel independientemente de su adscripción religiosa, mediante apoyo económico, armamentístico y político. Pakistán, por su parte, es potencia regional nuclear, pero su principal enemigo potencial es India, también potencia nuclear. Pero favorece a Pakistán la creciente importancia de sus relaciones con China, en particular mediante la extensión a través de su territorio de un ramal de la ‘nueva ruta de la seda’, lo que da a China acceso terrestre directo al muy importante Golfo Pérsico.

 

Las relaciones entre Irán y Pakistán.

Irán y Pakistán comparten una frontera de 900 kilómetros y la seguridad a ambos lados de la frontera, controlada por los beluchíes, es una larga preocupación para los dos gobiernos. En una entrevista con la BBC, Robert Macaire, exembajador de Reino Unido en Irán, describió a la región de Beluchistán como una zona «sin ley» donde grupos de contrabandistas de droga y de combustibles realizan miles de asesinatos.

En la actualidad las relaciones entre ambos países son delicadas, pero cordiales. Irán fue el primer país en reconocer a Pakistán como estado independiente en 1947 y Teherán apoyó a Pakistán en su guerra contra India en 1965. Michael Kugelman, director para el Sur de Asia del Wilson Center, dijo en una entrevista a BBC Mundo: «Hay vínculos culturales e históricos profundos entre ambos bandos, con un fuerte legado de relaciones comerciales». «Y también ha habido marcadas convergencias en materia de políticas, desde planes nunca cumplidos de construir un gasoducto conjunto hasta las expresiones de apoyo de Irán a la posición de Pakistán sobre la disputa de Cachemira con India». Sin embargo, tras la revolución islámica iraní en 1979, Pakistán se acercó a Arabia Saudita, sunita y rival de Irán. Y esto ha supuesto un obstáculo geopolítico en la expansión de la cooperación entre Irán y Pakistán. Durante los últimos años, Irán también ha sido acusado por las autoridades paquistaníes de reclutar jóvenes para organizaciones sectarias.

 

Los recientes ataques y sus consecuencias

Partiendo desde un legado de relaciones cordiales, resulta más impactante que Irán haya llevado a cabo un ataque unilateral en Pakistán de una escala sin precedentes. La respuesta de Pakistán a las acciones de Irán no sorprende y se equipara a la versión iraní de que son ataques específicos contra grupos insurgentes. Paul Adams, corresponsal diplomático de la BBC, escribió: «Nunca es buena señal cuando dos países intercambian ataques como estos, sobre todo si se trata de dos grandes e influyentes naciones como Irán y Pakistán, pero a pesar del caos, las víctimas civiles y la retórica acalorada, esto no parece una verdadera crisis». Tras las operaciones, «ambos lados parecieron ansiosos en enfatizar que éstas no representaban ataques contra una nación vecina», añadió Adams.

La posibilidad de un conflicto armado de importancia entre ambos países es, por tanto, muy remota, pero el hecho de que Irán es un estado espónsor de grupos terroristas no permite excluir un conflicto en la zona, en un futuro, con participación de terceros estados.

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Gonzalo Fernández

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