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La perspectiva de Nezar

Diago: un canto a la expresividad

De las muchas exposiciones que he visitado en la sala del Club Marítimo, la que acabará por concluir el próximo día diez de Enero, ha sido una de las que más me ha llamado la atención. De hecho, la he visitado dos veces junto a mi mujer. Yo no quiero comentar en este artículo la perspectiva que tiene la obra expuesta desde el punto de vista del propio artista, pues considero que sería el propio Diago, el más apropiado para hacerlo, pero sí quiero hacerlo como un mero espectador, que en el fondo es el que más le interesa al lector neófito en estos temas.

Lo primero que yo miro en una exposición es si uno de esos cuadros los pondría en mi casa, o al menos en la casa de algún conocido. Y la verdad es que al entrar a la galería y ver los cuadros, empezando siempre a verlos por el lado derecho de la entrada, me di cuenta que menos su obra figurativa, todos son dignos de ocupar un rincón en las paredes de mi casa. Y fue este criterio lo que me dio pie a dar una segunda ronda.

En una mirada más profunda de la obra de Diago, pude comprobar que sus cuadros sencillos eran capaces de suscitar mi imaginación y transportarla a otro lugar. Yo era el propio creador de la obra y ello nunca lo había experimentado en otros autores simbolistas, incluso con murcianos de renombreen exposiciones de la Galería Aurora de la capital murciana. Diago toma la “Pintura Matérica” de Tapies (la materia es un arte en sí misma, no hace falta transformarla) y la pigmenta, la presenta a su gusto, de tal manera que sin transformarla, toma diversas formas y colores sugerentes que tanto en leves contrastes de grises, marrones y azules o rojos mustios, que nos pueden recordar al mismo Turner (célebre acuarelista británico), como los fuertes contrastes de las” Ventanas de Color” de Rocko, nos lleva a una presentación elegante y formidable en cualquier sala de estar que se precie. Y todo ello sobre paspartús blanco… El más sencillo de todos.

De sus cuadros pequeños, surge un romanticismo impresionista propio del mencionado Turner, pero el motivo aquí no es el importante. Puede ser de un simple atardecer lejano, bellísimo, como un árbol solitario y hermoso en medio del desierto. El marinero jubilado y soñador puede recuperar esa vida con sus pequeños cuadros hechos con hilo de anea y bramante, pigmentado lo mismo que el poeta, puede perderse en sus horizontes. Y lo más curioso del caso es que los primeros cuadros expuestos no son más grandes que una carta de naipes.

En cuanto a la siguiente sección, (esta yo la considero más Rockiana que Turniana) sus materiales expresan con elegancia en un reino de sombras, formas sugerentes, tristes a veces, a veces solo íntimas, pero ninguna de ellas rompe con las estructuras y moldes que nos enseña la naturaleza. Colores oscuros sobre blanco, y formas simbólicas entre sombras, que nos recuerdan a un Rocko en sus ventanas de color, pero en Diago se hacen más elegantes y asequibles a quienes quieren decorar su casa con una verdadera obra de arte, que no solo está para decorar, sino para contemplarla allá donde el tiempo les lleve, al igual que sus recuerdos.

Lo que está claro es que Diago necesita el mar, el cielo y la tierra para crear… Crea sobre estas bases naturales… Como dije antes: “Las necesita”. Sus conceptos artísticos son globales y con ello me refiero a que no se inspira en una parte de las cosas que contempla. Lo que contempla lo plasma, o mejor dicho, expresa todo lo que ve, sin que se le escape nada.

De hecho en su última fase, donde sus cuadros están creados con láminas de madera pigmentadas, vistas a unos tres metros de distancia, nos sugieren ya paisajes cultivados vistos a kilómetros , con colores propios de Cezzane o Gaugín… Muy sencillos, pero la elegancia y la belleza supera con creces a la sencillez, se lo puedo asegurar.

Ha habido secciones más figurativas que me han gustado menos, lo mismo que otras que me han gustado más, lo que sí es cierto es que la exposición en su conjunto, incluso sus esculturas sencillas en piedra policromada, me ha encantado. Y lo mejor de todo es que este señor es de Melilla. Pues no me queda otro remedio que darle mi enhorabuena a él y a su tierra, porque después de tanta pintura creativa y bien intencionada sobre la ciudad, ya tenía ganas de ver aquí una verdadera exposición de nivel artístico y disfrutar con ella.

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