Debo comenzar este artículo diciendo que el local donde está ubicada la Asociación de Estudios Melillenses es municipal, y declarado como Monumento Histórico Artístico, como Bien Cultural, con la categoría de Monumento; cedido en precario a la A.E.M, la totalidad del edificio, donde cualquier ciudadano puede visitar dichos locales. Obviamente debe hacerlo con las normas de urbanidad y de buena educación, como si de cualquier museo nacional se tratara; como lo hicimos mi esposa y yo. En mi artículo sobre “El Caballito del Parque Hernández”, ya me refería a la cordialísima acogida que nos hizo el Presidente, señor Benito Gallardo Sierra, llevándonos en su propio vehículo hasta los locales. Como en un solo escrito me fue imposible detallar las carencias que sufre dicha institución yo pienso que si las autoridades, responsables de las aportaciones dinerarias, abonaran un “anexo” para la reparación, o si fuera posible, la adquisición de una pantalla de proyección, -que tampoco cuesta tanto-, ya que la que tienen, está averiada y les imposibilita para sus trabajos de investigación, y divulgación, creo que les quedarían muy agradecidos. También para contratar a personal especializado en restauración de obras de arte, de objetos que si estuviesen bien conservados, muchos visitantes, residentes o no, que son ajenos a esa institución, sabrían apreciar el tesoro museístico que tan bien están conservando, en lo que pueden, los responsables. A pesar de lo deteriorados que pude ver en algunos objetos, yo quedé maravillado, porque todos ellos tenían una pátina de romanticismo en el recuerdo de la ciudad que mis ojos vieron por primera vez; como los antiguos carteles con nombres de calles, la oxidada campana “Jesús, María y José”; el Cargadero del Mineral, a pequeña escala. Y todo ello lo llevan haciendo, sin percibir nada a cambio, pero sí aportando horas robadas a la familia, y algún peculio privado de los bolsillos de los asociados. La AEM, fue creada en 1981 para el estudio, la investigación y divulgación de la temática melillense; cosa que no han parado de hacer y contribuir todas las personas que han estado, y las que en la actualidad se hallan, al frente de la misma, con su filantropía y altruismo, propios de la buena gente melillense, enamorada de la Historia de nuestra Ciudad. Por eso proclamo: ¡Ayudémosles!, tirando del carro pero, ¡ojo! sin subirse en él.
Desde estas líneas me reitero en felicitar al Presidente Benito Gallardo Sierra, a su Vice, señor Romero Cuenca, y como no, al que lleva las cuentas estilo “Gran Capitán”, mi buen amigo Eduardo Sar, gran historiador, bibliógrafo, archivero y escritor; y a los señores de la Junta Directiva, (los que me aprecian), a todos ellos, un cordial saludo estrechando sus manos.
Por otra parte, después de la visita tan cordial por parte del señor Benito a la AEM, mi buen amigo José Luís Blasco López nos tenía preparada la sorpresa en una mesa en Casa Juanito, cuyo menú fue: de entrantes, escalibada de pimiento, croquetas de jamón serrano, anchoas “salvajes”, y un delicioso arroz con bogavante, cocinado por el mismo Juanito; todo ello regado con un vino blanco de Rueda, que quitaba las “tapaeras del sentío”, como diría un amigo de Archidona.
En la fotografía se puede observar la sonrisa socarrona de José Luís, y la mía, apenas sirvieron el arroz con el “Homarus gammarus”, el crustáceo decápodo del mar. Yo felicito a Juanito por el cordial y exquisito servicio, y la amabilidad que tuvieron con nosotros.
