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¡Dejemos de ser rebaño!

Había terminado de leer el libro que luego menciono el 27 de diciembre de 2021, en mi casa de Madrid. Lo había comprado también en Madrid, el 22 del mismo mes y año, según tengo anotado -es mi costumbre- a lápiz y en las primeras páginas de cada libro. Entonces ya me impresionó. Ahora, con lo que viene ocurriendo en España, y muy acusadamente en Melilla, lo he empezado a releer y me siento obligado a volver a mencionarlo, porque la tiranía ideológica que nos oprime no solo no ha desaparecido sino que ha crecido y nuestro sucumbir -especialmente el de Melilla- está más cerca hoy que ayer, en ese final del año 2021 en el que leí el libro.

El autor del libro es Jano García y el prólogo (grandioso) de Antonio Escohotado. Su título: “El rebaño. Cómo Occidente ha sucumbido a la tiranía ideológica”. Leo: “Tardaremos unos dos milenios -desde la victoria espartana sobre la liga de ciudades democráticas presidida por Atenas hasta el florecimiento de los burgos- en verificar que un trabajo limitado a esclavos generaliza la desidia hasta elevarla a arte, fulminando ya a corto plazo la innovación y el desarrollo, únicos factores capaces de crear riqueza real… Por primera vez los movimientos antisistema están financiados por el propio sistema y en muchos países -empezando por el nuestro- gobiernan los desprovistos de razón y lógica (en nuestra ciudad el síndrome es aún peor)… De esto lo único que me parece positivo es que en mi juventud todo sugería a las gentes de alma compasiva ser comunista, y hoy quienes no optan por el cinismo, la cobardía y el menosprecio por aprender, parecen invitados a ser liberales”. Hasta ahí el gran, el inmenso genio que era Antonio Escohotado, en el prólogo del libro.

Jano García: “Nos encontramos -dice en la Introducción del libro- en plena alogocracia, el Gobierno de los desprovistos de razón y lógica a la hora de enfrentarse a los desafíos de nuestro tiempo… Ser alogócrata consiste en proclamarse guardián de las grandes causas y que otros paguen las consecuencias de las mismas”. La última frase del libro, recuerdo a Escohotado: Dejar que el otro sea libre es la gran asignatura pendiente de la humanidad.

Miremos el hoy, el día a día. Comprobamos que nos envuelven inmensos e inminentes peligros “que deben ser solventados mediante la rúbrica de un burócrata en su despacho”, padecemos el control absoluto por parte del Estado en nuestras vidas. Es el claro ejemplo de la victoria de la posverdad sobre la realidad, es el triunfo de la mentira como arma política. Es la plaga de los “sensitivity readers” anglosajones, revisores que investigan los textos, los escritos, los periódicos, para ver si contienen algo que pueda herir la sensibilidad de ciertos colectivos, de ciertos políticos que manejan a su antojo y conveniencia el dinero público (de nuevo Melilla como pésimo ejemplo). Ya es hora de dejar de ser rebaño.

Preguntas y respuestas

¿Quién ganará en Melilla las elecciones de mayo? Conviene recurrir a expertos fiables, como, por ejemplo, Narciso Michavila (GAD3), el gurú actual de las encuestas. Su técnica: “Yo doy información a los políticos que me lo piden. Les doy un diagnóstico, les digo la verdad”. O sea, todo lo contrario de lo que le dicen sus consultores electorales a Mustafa Aberchán.

¿Debe cobrar Enrique Alcoba como presidente de CEME? Yo creo que sí.

¿Cómo salir del desastre económico en Melilla? Menos gasto público y reducción de impuestos. La receta que utilizan todos los países, todas las ciudades, que mejoran (Grecia el último ejemplo). Lo contrario de lo que está pasando en España, con Melilla a la cabeza de la burocratización infinita.

Posdata

Hasta siempre, Don Juan. Ha muerto un gigante del comercio melillense, una persona excepcional, a la que era imposible no querer: Juan Ramírez Sogorb. Tenía ya 97 años, pero era -y seguirá siendo- eterno en la mente y el corazón de los melillenses que tuvimos la fortuna de conocerle y de tratarle. Ha muerto al pie de su cañón, yendo casi todos los días a su empresa, sentándose en su sitio, recordando cosas de Melilla y sus habitantes, hablando de su familia, viendo fotos y recortes de prensa en los que aparecía él, su empresa, su vida. El enorme hueco que deja es inocupable, porque Don Juan Ramírez Sogorb es irrepetible. Le echaremos, le echaré, eternamente de menos.

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Enrique Bohórquez López-Dóriga

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