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Tribuna Pública

De la ‘Marcha Verde’ al sálvese quien pueda

‘O uno es un patriota o es un traidor’. Con esta frase lapidaria se refirió el sultán dictador, Mohamed VI, a su pueblo, en realidad sus súbditos, con ocasión del discurso que realizó en la conmemoración de la realización de la conocida como Marcha Verde por su padre, Hassan II, un 6 de noviembre de 1975. Bueno, dejemos las cosas claras, la marcha verde entró en el Sahara porque quiso el Gobierno español de entonces, cómplice de Hassan II. Lo cierto es que el ejecutivo español ya había anunciado a Hasan II que se iba del Sahara pero éste pidió un último favor a los cuatro corruptos del tardofranquismo que manejaban los asuntos públicos en aquel momento: déjame entrar en el Sahara español así podré presentar la marcha verde como un éxito ante mi pueblo. El Gobierno español le concedió ese deseo, mostrando que había una total connivencia entre ambos, connivencia o sumisión a los designios de Hassan II, que para el caso es lo mismo. Son las cosas que tienen las rendiciones preventivas, que dirían ahora los analistas de política internacional.

Pero vayamos a las palabras del sultán Mohamed VI pues, en un alarde de prepotencia, realizó un discurso el pasado 6 de noviembre que muestra, una vez más, las debilidades del régimen marroquí y su postura, tanto ante la comunidad internacional como ante su pueblo, los marroquíes. Dejando al margen las cuestiones jurídicas, propias del derecho internacional, hay aspectos reseñables en el discurso que conviene tener en cuenta. La frase inicial, o uno es un patriota o es un traidor deja las cosas claras desde un principio, es decir, para ser patriota hay que estar al lado del rey. Ser patriota sería defender lo que el sultán dictador quiere. Mohamed VI afirmó en su discurso que ‘no hay término medio entre ser un patriota o un traidor’ y afirmó a continuación que ‘son traidores quienes instrumentalizan el ámbito de los derechos y libertades garantizados por el país para atentar contra él’. Es curioso que diga el sultán que los derechos están garantizados por el país y no por la constitución marroquí y es que es la constitución de un país no democrático. Decir que los derechos están garantizados por el país es decir que están garantizados por su soberano que, causalmente, es él. Está claro cuál es el régimen político que impera en Marruecos, aviso a navegantes, nunca se tolerará que las libertades sirvan para socavar el régimen dictatorial marroquí, tan solo deben servir para apuntalarlo. Conclusión, la democracia es imposible en Marruecos mientras persista la monarquía. Mohamed VI es aún más explícito al afirmar que ‘el ámbito de libertad tiene sus límites cuando se trata de la cuestión del Sahara’. En otras palabras, la libertad en Marruecos está restringida. Bien.

Mohamed VI ataca a los funcionarios internacionales que no acatan sus deseos, es decir, a los que no ha podido comprar, según los wikiliks de turno, filtrados en los últimos meses a los medios de comunicación. Así, dice que ‘la soberanía no puede ser presa de concepciones ideológicas y orientaciones estereotipadas de ciertos funcionarios internacionales’, con relación al tema del Sahara. Bien, lo cierto es que la ocupación marroquí del Sahara es fruto de unas concepciones ideológicas, el nacionalismo marroquí. Aquí se contradice el sultán, o no, o más bien quiere decir que las únicas concepciones ideológicas válidas son las suyas, las que justifican la ocupación ilegal del Sahara Occidental. También dice que ‘la autonomía es lo máximo que Marruecos puede ofrecer en las negociaciones’. Vaya, para admitir todos los días que no existe ninguna controversia en el Sahara no está mal. Y es que esta declaración demuestra que sí existe esa controversia internacional, de tipo jurídico que ni siquiera Marruecos puede obviar, entre otras razones porque nadie en el mundo, excepto algunas dictaduras como la marroquí, reconoce la marroquinidad del territorio sahariano. El sultán se tira piedras sobre su mismo tejado.

Vayamos a otra cuestión, la polémica sobre los recursos del Sahara. Mohamed VI ha reconocido en su discurso que se han producido disfunciones en la gestión de los territorios ocupados. Esto sí es una novedad, y se debe a la filtración de varios documentos en los que se afirma que varios generales se han estado enriqueciendo en el Sahara ocupado. También lo corroboran algunos marroquíes exiliados en España y Francia en sus denuncias y por supuesto los saharauis. Dice el sultán que ‘es un mito la explotación de las riquezas de la región por Marruecos’. ¿En serio? ¿Entonces quien explota la pesca y los fosfatos? ¿Acaso es otro país? Obviamente es Marruecos pero es que esa explotación es un argumento muy utilizado por la causa saharaui en sus planteamientos, incluso en Naciones Unidas. Sin duda es un mensaje reactivo de Mohamed VI, algo novedoso, parece perder la iniciativa. Afirma que la tasa de pobreza en los territorios ocupados es la más baja de todo Marruecos, pues se sitúa en un 9% cuando en su opinión, España al abandonar el territorio dejó una tasa del 29%. Lo que no dice en su discurso es de dónde saca esos datos sobre el 29%. Sí reconoce ‘el sacrificio de todos los marroquíes al haber soportado los costes del desarrollo de las provincias del sur’. En efecto, a muchos marroquíes se les ha privado de cosas elementales como tener un dispensario cerca de su localidad. Quien no ha soportado coste alguno es la monarquía marroquí, pues de sobra es conocido su patrimonio. Es la primera vez que reconoce que quizás los marroquíes no tienen tan buenos servicios sociales como en el Sahara debido al coste de mantener el territorio, en torno a un 4% del PIB marroquí al año, un desastre.

En fin, finaliza el monarca diciendo que ‘Marruecos permanecerá en su Sahara y el Sahara en su Marruecos hasta el fin de los tiempos’. Exacto. Pero quienes no van a permanecer en el Sahara son los marroquíes, en particular los funcionarios, pues están hasta los cojones de vivir en un sitio tan alejado de sus lugares de origen y además, despreciados por los saharauis que viven en los territorios ocupados. Además, que coño, no creo que Mohamed VI viva tanto tiempo como para ver qué pasa en el final de los tiempos. Moraleja; los marroquíes están hasta los huevos del Sahara y cada vez son menos quienes le compran la mercancía ideológica al Majzén.

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