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Columna abierta

Día Internacional del Orgullo LGBT: “TOLERANCIA 100 % = equidad de género”

Con motivo de la celebración del Día Internacional del Orgullo LGBT desde el
Observatorio de Igualdad y la Viceconsejería de la Mujer queremos hacer referencia a cómo afronta nuestra población escolar el tema de la diversidad sexual en el aula y de cómo el personal docente gestiona situaciones y resuelve conflictos discriminatorios derivados de la misma. Hace algo más de un mes, la Universidad Complutense de Madrid, presentaba en nuestra ciudad un estudio coordinado por el profesor del Departamento de Antropología Social José Ignacio Pichardo, “Diversidad sexual y convivencia: una oportunidad educativa”, cuyas conclusiones nos muestran cuál es la situación actual en el aula.

Según la percepción del profesorado, se observa que entre los principales motivos de burlas y exclusión entre el alumnado, se encuentran, por este orden, los siguientes: ser un chico que parece o se comporta como una chica; cuestiones de higiene; ser o parecer gay, lesbiana o bisexual y el sobrepeso. Dos de estos motivos están directamente relacionados con la diversidad sexual y la identidad de género: tanto el ser o parecer LGB (lesbiana, gay o bisexual) como el saltarse las normas de género, siendo en este caso el nivel de acoso mayor hacia los chicos que hacia las chicas. Éste es el precio que los varones tienen que pagar por no cumplir con los mandatos de una sociedad patriarcal para la cual, el hombre debe ser masculino y heterosexual.

Más de la mitad de docentes consideran que alguna vez, a menudo o constantemente se deja de lado a estudiantes por parecer o ser homosexual o hacer cosas asociadas socialmente al otro sexo (el 58,8 %, cifra que sube al 65 % en Secundaria) y, lo que es más preocupante, se escuchan amenazas y expresiones de odio hacia la homosexualidad o hacia las personas homosexuales (56,4 %). Cuando llegamos al nivel de la agresión física por motivos de orientación e identidad sexual, baja el porcentaje, pero nos encontramos aún ante un preocupante 17 % de docentes que dicen tener constancia de este tipo de prácticas en Primaria y 20 % en Secundaria. Según este estudio, el binarismo de género tiene un peso específico en los y las menores: limita sus juegos, sus preferencias, sus gustos, su forma de vestir, sus amistades, su actividad diaria… establece lo que está bien y lo que está mal, mucho más que cualquier otro asunto. Es algo que no cuestionan y que limita absolutamente su visión del mundo y de las personas. Y, en definitiva, repiten actitudes de las personas adultas perpetuando patrones sexistas.

El género vuelve a cruzar todas las variables que tienen que ver con la frecuencia del insulto: los chicos los emiten y los reciben con más frecuencia que las chicas. La construcción de esa masculinidad hegemónica hace también que los varones que sufren algún tipo de discriminación no acudan a pedir ayuda en mayor proporción que las chicas. Del alumnado que ha vivido esta situación de rechazo o burla, por parte de los demás, un tercio no ha pensado o aplicado ninguna medida para evitarla, lo que puede deberse a una carencia de estrategias para enfrentarse a ellas o, simplemente, que no le dan importancia por tratarse de situaciones no reiteradas. Por otro lado, hay chicos y chicas que han preferido hacer como si no se dieran cuenta de la situación, negando e invisibilizando estos conflictos. Y, por último, las personas que se han sentido ofendidas han optado por desear “dejar de ser quiénes son” o intentar cambiar su personalidad para evitar el insulto, llegando a afirmar, un porcentaje de ellas, que se ha planteado dejar los estudios por esta situación e incluso quitarse la vida.

En esta etapa de la vida, el rol del grupo de iguales es de suma importancia, por lo que las agresiones verbales y el rechazo puede influir muy negativamente en las personas que los sufren y, situaciones que deberían estar normalizadas en su vida, como ir al instituto o al colegio, se convierten en una verdadera pesadilla. Un dato positivo que aporta la investigación es que el alumnado que muestra un deseo homosexual o bisexual ha incorporado a sus horizontes vitales, en porcentajes similares a los de sus compañeros y compañeras heterosexuales, la posibilidad de tener pareja, vivir con ella, tener descendencia y/o casarse, lo que denota disposición a la hora de mostrarse ante la sociedad y plantearse una vida feliz y acorde con sus preferencias sexuales.

La principal y constante demanda planteada por parte de todos los actores sociales implicados en esta investigación es sin duda la formación que, para el alumnado debe comenzar lo antes posible y abarcar los temas más diversos, incluyendo la diversidad de formas de amar y desear y el respeto a todas ellas y, para el profesorado, supone la adquisición de herramientas y estrategias necesarias para intervenir ante situaciones discriminatorias en el aula.

Desde la Viceconsejería de la Mujer y el Observatorio de Igualdad mostrar nuestro total acuerdo con esta postura y nuestra actitud y disponibilidad para trabajar siempre en pro de la igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres sea cual sea su orientación e identidad sexual, fomentando esa formación necesaria e imprescindible para las nuevas generaciones que, sin duda, crearán una sociedad Tolerante 100 % que nos permita alcanzar la, tal ansiada, equidad de género.

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