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Condenan a una madre por prostituir a su hija de 12 años acogida en un centro de protección

La mujer aprovechaba las visitas de los viernes para sacar a la niña del centro y llevarla a casa de un amigo, que pagaba dinero a cambio de abusar sexualmente de ella.- La madre ha sido condenada a 22 años de prisión y el amigo, a 17

Un hombre y una mujer han sido condenados en Melilla como autores de un delito continuado de abusos sexuales y otro de prostitución de menores de 16 años, de los que ha sido víctima una niña, hija de la mujer condenada, a la que llevaba a casa del hombre, amigo suyo, para que abusara de ella a cambio de dinero. La niña, que sufría una discapacidad intelectual, con una minusvalía reconocida del 62 %, estaba acogida en un centro de protección en el momento de los hechos.

Ambos fueron condenados en junio de 2022, pero presentaron un recurso que acaba de desestimar la Sala de lo Civil y lo Penal del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA). En este caso, la ley del ‘solo sí es sí’ no ha variado en este caso las penas que les habían sido impuestas por ambos delitos.
En concreto, la mujer, M.B.B., ha sido condenada a 22 años de prisión: 12 de ellos por un delito continuado de abusos sexuales, además de otros 10 de libertad vigilada, privación de la patria potestad y prohibición de acercarse o comunicarse con sus hijos durante 13 años; y los otros 10 años de prisión por un delito de prostitución de menores de 16 años, que también ha conllevado otras penas, como 5.400 euros de multa.
La condena del hombre, F.N.F., se resume en 17 años de prisión, concretamente 12 por los abusos sexuales y 5 por la prostitución de menores, además de una indemnización de 20.000 euros a la víctima, entre otras penas. El hombre tenía antecedentes por delitos de índole sexual, ya que en 2013 había sido condenado a seis meses de prisión por un delito de exhibicionismo y provocación sexual con víctima menor, pero le fue concedida la suspensión condicional de la pena si no delinquía en tres años.

Presentaron un recurso
Los dos habían presentado un recurso al considerar que se había dado un error en valoración de la prueba, especialmente de la declaración de la víctima, por considerar que se había vulnerado la presunción de inocencia.
“No existe la errónea valoración de la prueba alegada, con incidencia sobre la presunción de inocencia, pues en la vista oral se han practicado pruebas aptas para desvirtuarla”, concluye el TSJA en el fallo, donde descarta que la víctima tuviera ánimo de venganza en su declaración, que hizo con 13 años, sobre los hechos que sufrió durante más de un año antes después de que en el centro donde estaba acogida notaran un cambio de actitud en ella.
“Solo narró los hechos al personal del centro de acogida cuando las educadoras la empezaron a notar triste, solitaria y con frecuentes llantos”. “Le preguntan y, tras insistir, cuenta los hechos”, agrega la sentencia, que recuerda que “la declaración de la víctima, y la vivencia por ella de los abusos y la presunción y valoración de su existencia, se ve apoyada por los informes ratificados en juicio” de dos psicólogas.
“La existencia de síntomas ansioso depresivos y sentimiento de culpa y miedo mejoraron cuando cesaron las visitas de su madre”, según dictaminaron las dos psicólogas en sus informes.
Según el TSJA, “el testimonio de la menor es veraz y la fiabilidad de su declaración junto con los demás elementos corroboradores analizados permiten confirmar el valor probatorio de cargo de su declaración”.
La menor afirmó que su madre, en la visita que le hacía los viernes, la sacaba del centro donde estaba acogida para ir a la casa del hombre, amigo suyo. Según la sentencia, la mujer, “aprovechando su condición de progenitora, y a cambio de cierta cantidad de dinero, obligaba a su hija a dejarse hacer por el procesado a fin de que este satisficiese sus deseos sexuales”, para lo que aprovechaba la falta de capacidad de la niña para reaccionar ante su imposición.

Era conocedor de la edad de la menor

El hombre, “conocedor de la edad de la menor y de su limitación intelectual, la llevaba al único dormitorio que tiene la vivienda y, una vez allí, la desnudaba, la besaba y le tocaba pechos y zonas íntimas, habiendo llegado a introducir sus dedos en la vagina” de la menor, “todo ello mientras se masturbaba”. Después, le daba a la niña 5 euros.
Estas prácticas “se repitieron un número no determinado de veces” y han provocado en la menor “síntomas ansiosos-depresivos y problemas conductuales, con dificultad para conciliar el sueño, pensamientos de autolisis, bajo rendimiento académico, sentimientos de estigmatización, humillación, culpa, vergüenza, pérdida de autoestima e impotencia, entre otros”.

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Redacción

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