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Cien días de guerra en Europa

Andaba yo en una de esas tertulias recuperadas después de la estigmatizante pandemia del Covid, cuando uno de nuestros más ilustres contertulios puso sobre la mesa el debate sobre el liberalismo, el capitalismo, el comunismo, y demás movimientos o ideologías que alimentaron la vida política de Europa y del mundo durante casi cien años.

Después de un rápido repaso por los pensadores y filósofos que inspiraron a los grandes partidos que protagonizaron el devenir de los grandes sucesos y acontecimientos que forman parte de los anales de la historia del siglo pasado, al llegar mi turno de intervención planteé una serie de interrogantes que me sugerían la tragedia que hoy vive la sociedad europea y que he considerado interesante trasladar a mis lectores para su reflexión:
¿Cómo Rusia , después de haberse liberado de la tiranía comunista, puede estar en manos de oligarcas y personajes como Putin que la han vuelto a sovietizar?¿ cómo la Unión Europea no desarrolló desde su ampliación en el 2006, una “real politik” de cara a países que como Ucrania y la misma Rusia, son sus principales graneros y proveedores de gas y petróleo? ¿cómo pretende la Unión Europea enfrentarse a una grave crisis bélica, energética y económica internacional como la actual, sin una arquitectura y un alma política que le permita ser reconocida como la potencia que teóricamente quiere representar?
Al hilo de esta última pregunta llama poderosamente la atención que en la última Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno celebrada en Bruselas se acordara “coordinar” la adquisición conjunta de armamento por la Unión Europea. La razón es que los Estados han sacrificado sus inversiones de defensa en función de priorizar otras más sociales o políticamente más rentables. ¿ Se va a comprar armamento como las vacunas del Covid con contratos tan poco transparentes como aquellos?. No es fácil entender que, sin una política común de defensa y exteriores, se haga desde la Comisión y el Consejo Europeo este planteamiento, entre otras cosas porque los Estados miembros no están dispuestos a ceder ni un ápice de soberanía en este terreno.
Por otra parte no hay que ser un lince para darse cuenta de que una vez más Europa vuelve a depender de los EEUU para garantizar la paz en su territorio, sea a través de su acción directa o de la misma OTAN. La realidad es que tanto Biden como Putin agitan a Europa como una peonza en función de sus intereses nacionales.
Nada es de extrañar que ocurra esto, cuando un líder europeo como Pedro Sánchez se dispone a acoger en España una importante Cumbre de la Alianza Atlántica, mientras ministros y ministras comunistas de su Gobierno, vociferan y se oponen a la visita de sus mismos invitados. Todo un símbolo de fortaleza frente a Rusia.

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Jorge Hernández Mollar

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