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China, otra vez

Por Francisco Robles

Sin ánimo de estigmatizar a este país ni a su población, lo cierto es que la pandemia está cogiendo fuerza, y de nuevo es en China donde ello está ocurriendo, y es que la opinión mundial no puede olvidar que –independientemente de si fue un accidente de laboratorio o la trasmisión de una zoonosis al hombre-, allí empezó la pandemia de la Covid-19, y por ello es donde están puestas las miradas de preocupación mundial, y la atención de las agencias sanitarias internacionales.

De nuevo, para aumentar la incertidumbre y el temor por la situación, la falta de trasparencia y de información fidedigna de lo que está pasando, es la norma por parte de las autoridades chinas; ésta no es una afirmación gratuíta, ya que a la información que llega tras burlar los controles gubernamentales sobre la magnitud de lo que está ocurriendo, se ha unido hace unos días la propia Organización Mundial de la Salud (O.M.S.), que ha reclamado a China “datos más rápidos, más regulares y más fiables”, en especial las cifras de ingresos en U.C.I. y de muertes.

Con los antecedentes de lo ocurrido hace tres años, es normal –si no lo hiciera, sería para denunciarlo- que los países occidentales de forma individual y/o colectiva bajo la “marca” Unión Europea, hayan establecido una serie de controles para los viajeros procedentes del país asiático. En el inicio de la pandemia, cuando los casos crecían de forma exponencial, en los enlaces aéreos con China la efectividad de los controles fue nula o simplemente no existieron.

Se buscan sus causas, y el que –afortunadamente- no aparezcan variantes mayores del virus como causante de lo que está ocurriendo, obliga a pensar que o bien es falso que más del 90% de la población esté completamente vacunada –según sus fuentes oficiales-, o la efectividad protectora de las vacunas usadas es peor que dudosa ¡O ambas cosas! A lo primero hay que oponer que sólo el 55% ha recibido una dosis de refuerzo, y sobre lo segundo hay que recordar que en China sólo están autorizadas dos vacunas, las locales Sinovac y Sinopharm –ésta fue la más usada en Marruecos-, cuya eficacia es sólo del 55% frente a las variantes vigentes de Ómicron.

Europa le ha ofrecido vacunas ARN más efectivas ante las nuevas variantes, pero sus autoridades las han rechazado, y por si faltara algo, la festividad del Año Nuevo chino, va a ocasionar millones de desplazamientos interiores, que especialmente en las áreas rurales –por su menor infraestructura sanitaria-, son el caldo de cultivo perfecto para favorecer la extensión de la infección y de sus efectos sobre la salud.

La situación es la descrita, y aunque el gobierno chino ha cambiado la estrategia conocida como Covid 0, sobre todo por las presiones de su propia población -harta de confinamientos y limitación absoluta de la movilidad-, no puede ocurrir de nuevo lo que pasó en enero de 2020, aunque el gigante asiático amenace con su imponente poder económico ante el establecimiento de dichos controles.

No se debe de olvidar la crisis sanitaria, social y económica que la pandemia ocasionó al mundo. Por cierto, quimera o no, no sería descabellado –en base a que alguna responsabilidad tuvo en ello-, reclamarle al gigante asiático y aspirante a primera potencia mundial, contraprestaciones por los ingentes gastos que el mundo tuvo que afrontar por un problema de salud pública internacional nacido allí y difundido desde su territorio. Y fue paradójico que las mayores beneficiadas en esos gastos fueron empresas chinas.

El peso de la situación es aún insufrible, ya que aún hoy cada semana mueren 10.000 personas en el mundo, y es un dato oficial que con toda probabilidad esté por debajo de la cifra real; y el riesgo potencial de los millones de nuevos casos que se están dando, es la aparición de una variante mayor, que haga ineficaces las actuales vacunas.
La O.M.S. ve comprometida su previsión de que este año fuera el último de la pandemia de Covid-19. Ello, junto a las otras tragedias que conviven con nosotros, como la guerra de Ucrania o la recesión económica, dibujan un panorama que no infunde confianza ni optimismo.. ¡en el futuro a corto y medio plazo!

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