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El rincón de Aranda

Cartas Desde La Purísima XIII

Como ya refiero en mis anteriores “cartas”, los nombres de todos los Héroes, son tomados de los libros de la Historia de nuestra ciudad. Este, que hoy escribe, lo he tomado de la “Colección Historia de Melilla, nº 3”, (Caballeros Laureados de San Fernando, Caídos en la Zona Oriental, durante las Campañas de Marruecos 1893-1927), de Miguel Ballenilla … …y García de Gamarra que, como siempre, mi buen amigo D. José Luís Blasco, en su etapa de Presidente de la Asociación de Estudios Melillenses, me lo obsequió, siendo desde entonces como uno de los libros, llamado de cabecera, y de consultas. El que escribe hoy es un teniente de Caballería. Y creo que es mejor que sea él que se dirija a ustedes:
“Queridos melillenses: me llamo Miguel Rodríguez Gálvez, y les escribo desde el Panteón de Héroes en este Cementerio de La Purísima. Cuando los moros me mataron, el 17.04.1917, era Tte. de Caballería con destino en la Policía Indígena. El hecho ocurrió, cuando iba al frente de de 25 askaris (soldados), con destino a la avanzadilla del Chuaket, donde diariamente se dejaba montado un servicio, que se retiraba al amanecer. Poco antes de llegar a la posición, pudimos advertir la presencia del enemigo, que estaba parapetado en la misma posición, recibiéndonos con una dura descarga, en la que caí herido. No obstante, entre todos, pudimos desalojar a los moros, dejando montado el servicio de vigilancia. Dicen las crónicas de la época que fallecí en la cresta de la posición, junto a varios de mis soldados. Por otra parte, tengo que decir que el Cabo de mi policía, Buzzián Al-Lal Gatif, fue el que me recibió, junto a los soldados que murieron con él, sin explicarme cómo pudo saber mi llegada al Cementerio, si su cuerpo no lo encontraron nunca. Seguramente fue Munana, como me dijo, el que lo trasladó del lugar desconocido donde reposan sus restos hasta este jardín. A este Maun (Cabo), lo mataron, junto a sus cinco soldados, cuando lo defendían con bravura, en el puesto de Ifrit Bucherit, en la noche del 21 al 22 de marzo de ese mismo año, o sea, un mes antes que a mí. Luego supimos que a ambos nos concedieron la Cruz Laureada de San Fernando. La de él, muy merecida, por su heroísmo, fue la primera que se otorgó a un indígena en las Campañas de Marruecos. Junto a este Cabo, que ha venido a mi llamada, luciendo los dos, en nuestros pechos, la Laureada, para saludarles y despedirse de ustedes. Reciban de ambos un fuerte abrazo, con todo nuestro cariño, pensando siempre en la españolidad de nuestra ciudad”.

Como habrán observado, a este policía indígena, le concedieron la más alta condecoración que España otorga a los héroes que dieron sus vidas por la Patria, y por ésta nosotros, con nuestras voluntades, debemos tejer una gran corona del “Laurel de la Victoria”, y ofrecérsela para la eternidad, para que nuestra ciudad siga siendo España.

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