Cuando yo era un chaveílla de apenas diez años, mi madre solía llevarme a menudo al Cementerio para visitar la tumba de su padre, (mi abuela aún vivía). Mientras ella limpiaba la losa, y rezaba sus oraciones, yo deseaba que terminase pronto para ver la tumba, con la estatua en mármol, de una niña desnuda, arrodillada en un cojín, con el dedo de una mano, …
…aparentemente cortado, y pegado su trozo. Decían que murió de tétano. A veces solía despistarme entre las tumbas, y nichos, cercanos a la capilla, de militares de alta graduación, leyendo fechas, y lugares con nombres extraños, donde perdieron sus vidas; trasladándome a aquéllos años trágicos, pero llenos de gloria para nuestra Patria. Hoy lo hago desde estas páginas, deseando que todos los que me lean, sepan que en mi ciudad existe un Cementerio Nacional de Héroes, donde están enterrados miles de españoles que dieron sus vidas para que nuestra ciudad siga siendo España. Hoy quien “escribe” es un soldado, gallego, junto a dos compañeros, pertenecientes los tres al Rgto. de Ceriñola nº 42, y dice así: “Queridos melillenses, compatriotas: Me llamo, Jesús Castañero Oseira, y tengo 21 años. Os escribo desde el Osario General, aquí en La Purísima. Mi oficio es serrador, y nací en Abadín, cercano a Fanoi, provincia de Lugo. Pertenezco al Rgto. Ceriñola, nº 42, al que una década después, los compañeros de las quintas de los años veinte, nos dijeron que los moros nos llamaban: “Ceriñolos”. A raíz de unas fiebres tifoideas, contraídas en el frente, caí muerto en el Hospital Militar a las 8 de la mañana del 13.11.1909. Tengo a mi lado a dos compañeros, paisanos, de mi mismo regimiento, que también desean que sepáis, que murieron de la misma enfermedad, y en el mismo lugar que yo. Ellos se llaman: Luís Domínguez Pazos, tiene 23 años, y nació en un pueblecito de Lugo, llamado Santiago. Me dice que no se me olvide de decir que es labrador. Este falleció a las 2 de la tarde del 21.12.1909. El otro es José Fabio Rodríguez; también tiene 23 años, y nació en la aldea de Rioviejo, cercana a Barqueira, en la provincia de La Coruña; y reside en este Osario desde las 5 de la tarde del 4.12.1909, hora y fecha, en que cayó junto a sus compañeros. Mientras que me debatía por la fiebre tan alta, yo escuchaba a los médicos que muchos de nosotros teníamos una fuerte hemorragia, debido a una perforación intestinal. Más tarde, nos enteramos que esa enfermedad se llama: “Ebert”, por el médico que la descubrió. Como les estoy entristeciendo un poco, les pedimos disculpas, los tres, y les decimos, igual que los compañeros que escriben en anteriores cartas publicadas en este mismo periódico: No nos olviden nunca, por favor. Nuestros jefes y oficiales nos dan muchos ánimos, y dicen que nuestros nombres, aunque son muy humildes, estarán siempre en las listas de los héroes. Sin otra cosa que decirles, reciban un fuerte abrazo, y tengan presente que jamás olvidamos el motivo de descansar en este jardín, ya que fue lo más sublime para un soldado, y es: Dar la vida por la Patria, y como era natural en aquéllos años, por Melilla”.
Bueno, no sé ustedes yo, si leo esta carta de unos soldados que cayeron, por heridas o por enfermedades contraídas en el frente de batalla, en defensa de la ciudad en que vine a la vida, tan española como lo puedan ser Albacete o Gerona, la verdad es que me emociono, como lo estoy ahora, aunque sea el “autor” de la misma. Y para tener encendida la llama de mi perenne petición, repito que el Cementerio de La Purísima, debe denominarse: “CEMENTRERIO NACIONAL DE HÉROES”. También si desean leer el “Pedimento de la Virgen de la Victoria”, solo deben escribir: http://.pedimento.blogspot.com.es/.
