La Real Balompédica rindió el pasado domingo homenaje al futbolista melillense Carlos Sequera, un defensor que militó en el equipo de La Línea de La Concepción durante dos temporadas (1969-1971) y al que la directiva albinegra le hizo llegar una camiseta con su nombre que le fue entregada por el presidente de la U.D. Melilla, Cristóbal Sánchez, durante el encuentro que los melillenses disputaron, paradojas del destino, con el eterno rival de los albinegros, el Algeciras CF. «Yo sólo suplanté, por así decirlo, a Alfredo Gallardo; lo del partido no fue más que una mera casualidad, porque coincidió que fue cuando tuvimos la camisola y cuando nos pusimos de acuerdo con su familia», explica el mandatario azulino, que además es natural del Campo de Gibraltar.
Sequera, que no supo de su reconocimiento hasta que se encontraba en el Álvarez Claro, asegura que estará «eternamente agradecido» a la entidad de La Línea por este detalle. «Tuvimos conocimiento de que anda algo delicado de salud porque tuvo un grave accidente el año pasado, de que siempre decía que para él la Balona era algo especial y que tenía ilusión por tener una camiseta y en cuanto hemos tenido oportunidad se la hemos hecho llegar», relata el presidente de la entidad linense, Alfredo Gallardo. «Todos los jugadores que han pasado por este club son un patrimonio al que hay que cuidar».
Carlos Sequera, que se define a sí mismo como «un central duro, de los de aquella época, de los que daba de todo menos besitos», llegó a la Balona ya en el tramo final de su carrera, después de haber vestido al camisola del equipo de su tierra natal, el Adra, el Antequerano y el Ceuta, entre otros.
El zaguero, que disputó 28 partidos ese año, fue fichado por la directiva que presidía el añorado Paco Medica y tuvo como entrenador en su primera andadura al malagueño Antonio Carmona Ros («un tipo estupendo»), con el que fomaba tándem Antonio Reyes.
En la 1969-70, la Balona militó en el Grupo VII de Tercera, en la que compitió con equipos tan relevantes como Cádiz, Recreativo de Huelva, Xerez, Sevilla Atlético o Algeciras. Fue la andadura del estreno del Municipal (entonces José Antonio), inaugurado con un empate frente al conjunto de Carranza, que se paseó por la competición. También fue la campaña del regreso a la Copa del Generalísimo, en la que los de La Línea fueron eliminados por el Plus Ultra.
Toño y Quincoces (porteros); Armas, Bidegain, José Luis, Sequera, Mauri (defensas); Cáceres, Platero, Orrillo, Cruz, Huertas (centrocampistas); Aranda, Infante, Sánchez, Fali, Lara y García (delanteros) formaban la plantilla.
La 1970-71 fue una andadura más dura para los linenses, que por primera vez en muchos años se tendrían que contentar con evitar el descenso. Los balonos fueron eliminados de la Copa por el Badajoz, evitaron el descenso a Regional en la penúltima jornada y se vieron abocados a disputar una promoción por la permanencia de la que salieron airosos.
Carlos Sequera participó en 35 partidos, entre la Liga, el torneo del KO y la promoción de permanencia en Tercera que enfrentó a la Balona con un equipo precisamente de Melilla, el Real, por lo que tuvo un significado especial para el futbolista ahora homenajeado, sobre todo la victoria a domicilio (0-1), refrendada con una goleada a la sombra del Peñón.
Juan Vázquez y Paquirrini dirigieron un plantel que integraban: Toño, Quincoces y Pedrosa (porteros); Armas, Sequera, Mota, Málaga, Nono y Escudero (defensas); Cáceres, Platero, Cruz, Llanos, Aragón y Millán (centrocampistas); Infantes, Aranda, Fali, Añoño, Isidoro, Hermida, Bancalero y Quirós (delanteros).
«Fue una sorpresa mayúscula, porque no sabía nada del homenaje, mi hija me llamó para decirme que íbamos a un partido y cuando llegué al estadio y me dijeron lo que iba a pasar me hizo muchísima ilusión», explica Sequera. «Nunca olvidaré esto gesto de la Balona, estaré agradecido para siempre».
«Es que yo siempre llevo la Balona en el corazón, porque los dos años que estuve allí me trataron muy bien, estupendamente, sólo tengo buenos recuerdos de aquella etapa», afirma el ex zaguero. «La gente me apoyaba mucho como futbolista, pero lo más importante es que me recibieron con los brazos abiertos, la ciudad era muy hospitalaria y me sentí muy bien todo el tiempo».
