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“Ayudar a los demás ha sido lo más gratificante de mi carrera. Me siento muy querido”

Entrevista a Carlos Camacho, Inspector de la Policía Nacional jubilado

El Cuerpo de la Policía Nacional despidió el pasado día 3 de junio, en un emotivo acto, al Inspector Carlos Camacho Barrachina, natural de Zaragoza. En sus 41 años de servicio, donde se ha llevado más de una década en la Ciudad, Carlos ha sabido ganarse el cariño y el respeto de todos los que le han conocido.

  • Háblanos un poco de tus comienzos, ¿Cuándo decidiste ser policía nacional?
  • Mi padre era comandante y director de la academia de preparación militar donde yo estudiaba interno, con el propósito de ingresar en la Academia Militar General de Zaragoza. En ese tiempo, tenías que realizar el examen de acceso y un año de carrera de Ciencias Físicas en el Acuartelamiento de Zaragoza de “Los Leones”. Si aprobabas este primer año, ingresabas de cadete en la Academia. Yo aprobé sin plaza. La verdad es que fue un poco decepcionante porque sólo fuimos diez personas las que nos quedamos sin plaza, casualmente, todos, hijos de militares falangistas de la época. La ideología política de mi padre influyó en que no la obtuviera. Los que nos quedamos sin plaza nos pusimos de acuerdo y escribimos una carta donde indicamos que no nos podían echar porque cumplíamos con todos los requisitos de acceso. A partir de entonces, se aprobó un Decreto Ley, pero surtió efecto al año siguiente.
    En Zaragoza salió una convocatoria para Policía Nacional, como soy de allí, me presenté. En enero del año 1981 acabé el examen y en abril me incorporé a la academia de Santander -en febrero fue el golpe de Estado-. Oficialmente, soy Policía Nacional desde junio de ese año que me fui a huesca, donde estuve hasta 1998.
  • ¿Cómo fue la experiencia en tu primer destino?
  • Huesca es un lugar muy pequeño, con una plantilla reducida, lo que me permitió tocar todos los ámbitos de mi oficio y realizar multitud de cursos que enriquecieron mi formación.
    En el año 94 ascendí a oficial y en el 2000 a subinspector en Zaragoza, donde sólo estuve seis meses porque me enviaron a Barcelona. Allí permanecí durante dos años, concretamente en la oficina de Denuncias. Lo recuerdo como un trabajo duro, en el que estuve prácticamente solo y desbordado de trabajo. Esos momentos me ayudaron a adquirir mucha experiencia. Creo que en ese servicio fue donde me hice policía de verdad.
  • Con tanto ir y venir de diferentes lugares, ¿cómo has conciliado tu vida profesional con la familiar?
  • No muy bien. Ten en cuenta que mientras mi mujer y mis hijos estaban en Zaragoza, yo tenía un piso compartido con mis compañeros en Barcelona, hasta que pedí destino a Pamplona, que estaba más cerca y se ganaba más.
  • ¿Durante tu estancia en Pamplona, viviste en primera persona el terrorismo de ETA?
  • Fueron momentos difíciles. Precisamente el primer día que llegué a Pamplona conocí a dos amigos de compañeros de Zaragoza, que fueron asesinados por la banda terrorista al día siguiente.
  • ¿Qué es lo que más destacas de tu carrera como policía?
  • A la oficina de Denuncias, llegan casos muy complicados…. temas familiares, de personas con trastornos psíquicos, malos tratos, etc.
    Empatizo mucho con la gente, lo que me ha llevado a ser, además de policía, psicólogo y confesor de muchos.
    Esta circunstancia corría de boca en boca hasta el punto en que la gente venía a verme para pedirme consejo.

¿Cómo fue el momento de tu despedida?

  • Muy bonito. Volvería a despedirme otra vez por vivirlo de nuevo. Preparamos un almuerzo en el Casino Militar, al que asistieron 65 personas. Fue muy emotivo. Durante mi discurso, mencioné a cada uno de ellos.
    Sobre todo, me quedo con el agradecimiento mostrado por muchas de las personas anónimas con las que me he cruzado en mis 41 años de profesión.
    Aunque la despedida se celebró el pasado día 3 de junio, oficialmente mi jubilación fue el día 8, que curiosamente coincide con el día de mi cumpleaños.
  • ¿Qué mecanismos cambiarías, tras tu experiencia de tantos años, para mejorar la funcionalidad de la frontera?
  • Es una pregunta muy difícil. Es complicado llegar a encontrar un equilibro, por la especialidad que tienen las fronteras de Ceuta y Melilla con Maruecos.
  • La gente se queja de las horas de espera -hasta cuatro y cinco horas- para cruzar la frontera desde su reapertura. ¿A qué se debe?
  • La frontera prácticamente acaba de abrirse, entonces estas colas se generan por la aglomeración de gente que quiere sacar el papel verde del coche para poder cruzar a Marruecos y más ahora que se acerca la fiesta del Cordero. Todos quieren pasar a la vez y materialmente es imposible. Teniendo en cuenta que es una tramitación que abarca entre cinco-diez minutos por coche, en una hora, habrán pasado como mucho, diez. También hay que tener en cuenta que sólo se habilita un puesto para los vehículos de Melilla, porque el otro se deja a los que llegan de la operación paso del Estrecho.

“He sido y soy muy feliz aquí”

-¿Qué circunstancias te trajeron a Melilla?

  • Mi padre estuvo destinado en Ceuta y mi hermana, ya fallecida, se casó y vivió en Melilla. Conocía de referencia a las dos ciudades y como mi matrimonio ya comenzaba a ir mal, decidí pasar los últimos 12 años de mi carrera profesional aquí.
    En Melilla mi destino ha sido la Unidad de Frontera, donde me he sentido muy querido. Nunca me he enfadado con nadie y me voy con la satisfacción de saber que, a sabiendas, nunca he hecho nada malo, ni traicionado a nadie.
    En julio del 2019 estuve muy enfermo. Me hospitalizaron durante 80 días, 20 de ellos en coma y si antes era feliz y bueno, ahora lo soy más. La vida me ha dado una nueva oportunidad que quiero aprovechar aquí, en Melilla, donde he sido y soy muy feliz. Así que por ahora tengo la intención de quedarme.

“La Peña de Camacho”

  • Recientemente te has jubilado como Inspector, ¿en qué año ascendiste?
  • Ingresé en la Academia de Inspectores de Ávila en el año 2007, la jura fue en el 2010.
    Curiosamente, el comisario que me hizo la entrevista para pasar el tribunal -entrevista que suele durar unos 20 minutos-, estuvo tan interesado en la conversación, que pedía que le contara más anécdotas. La entrevista se alargó dos horas y media. Al acabar, tuve la sensación de tener un aprobado seguro, y así fue.
    Aunque mi ascenso supuso una gran alegría para mí, debo reconocer que la mejor experiencia de mi vida se centra en los momentos que compartí durante el curso de inspector con mis compañeros. Congenié de tal modo con el resto de alumnos de la Escala Ejecutiva 21, 2º C, que terminamos formando “La Peña de Camacho”. Me siento muy agradecido con esa clase tan genial, integrada por magníficos compañeros con los que, a día de hoy, mantengo un estrecho contacto.

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Rosa Mª Martínez

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