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Antonio Gutiérrez afirma que en la caridad y la hermandad está el futuro de la Semana Santa

Antonio Gutiérrez ha sido en dos ocasiones pregonero de la Semana Santa de Melilla
(Autor: Guerrero)

«El gran poder de Dios» fue el título de la conferencia que anoche ofreció Antonio Gutiérrez, pregonero de la Semana Santa de Melilla en 1987 y 1995, en el Palacio de Congresos a iniciativa de la Agrupación de Cofradías de la ciudad. En su intervención, señaló que las cofradías, de cara a su futuro, deben recuperar la que denomina como generación perdida, la de los jóvenes entre los 25 y los 35 años porque de lo contrario se corre el riesgo de que cofradías y Semana Santa se conviertan «en un espectáculo para turistas». Entiende que la forma para que más creyentes arropen la Semana Santa está en «ser hermandad 364 días y cofradía un día al año». Según explicó Antonio Gutiérrez, su charla fue una reflexión sobre el momento que viven las cofradías y hermandades tanto en Melilla como en el resto de España y los retos a los que se enfrentan mientras se encaminan hacia la segunda década del nuevo milenio: «Creo que el reto es luchar contra el fariseísmo para hacer más vivo ese curso de catecismo popular que significan las hermandades y que es un mensaje que llega siempre al corazón y no se olvida», dijo.
El otro reto «al que nos enfrentamos es hacer ver a la sociedad que la Semana Santa no es algo caduco y quienes lo piensan, no conocen ni el sacrificio, el trabajo, ni el diálogo mudo de las gentes de las cofradías y para eso hay que patearse las calles y ver los rostros de la gente», apostilló.
En su conferencia sobre «El gran poder de Dios», vino también a dejar de manifiesto que en las estaciones de penitencia las cofradías contribuyen «a sacar a Dios a la calle a través de unas imágenes que, al abandonar las hornacinas de las iglesias, adquieren la luz y el aire de la ciudad de Melilla, en vez seguir palideciendo en el interior de los templos». También animó a los cofrades a «amar las críticas que vengan de buena fe, porque pueden sugerir actitudes que beneficien a las cofradías para que sigan siendo ese tesoro imperecedero que tiene la Iglesia y que ha pervivido a lo largo de los siglos y dificultades».

Melilla
Conocedor de la Semana Santa melillense, afirma que más que hablar de si a lo largo de los años se ha producido una evolución o involución, lo que prima es «hacer una reflexión porque tanto en Melilla como en el resto del mundo cofrade, no podemos seguir, quizás, anclados en una autocomplacencia y en mirarnos el ombligo, porque es un peligro para el futuro». Lo que es necesario hacer, en su opinión, es «rescatar a esa especie de generación perdida, la que va de los 25 a los 35 años, que se echa de menos en el cuerpo de nazarenos de Melilla».
Afirma que mientras los varales de los pasos se van llenando cada vez más, lo que se comprueba es que el cuerpo de nazarenos y penitentes sigue menguando cada año, pero «es algo que tenemos que cultivar para que haya más personas que vistan la túnica y cojan un cirio y hagan la estación de penitencia durante los días de Semana Santa». Entiende que es en el cuerpo de penitentes donde las cofradías tienen asegurada su pervivencia: «Si no se rescata, las hermandades pueden convertirse en algo vacío, en un espectáculo para turistas. Tenemos que recuperar a esa generación y es el reto que debemos asumir en todo el mundo cofrade», detalló.

Caridad y hermandad
Entiende que la forma de atraer tanto a los hombres y mujeres de esta generación perdida, como al resto de creyentes a que arropen la Semana Santa, está en «ser hermandad 364 días y cofradía un día al año». Señaló que la cofradía «es el exponente de la hermandad en la calle, es cuando se muestra ante las gentes lo que se ha trabajado durante el año, pero si durante esos meses no hay acercamiento, formación, fraternidad, es lógico que cuando se salga en estación de penitencia, cuando se pase a ser cofradía, no haya nadie, y entonces habrá problemas para recolectar portadores y sacar los pasos a la calle».
En este sentido manifestó que las hermandades no deben ser lugares estancos, cerrados, «no pueden reducirse a un ambiente familiar, sino que tienen que abrirse a todos los hermanos, recibiendo con los brazos abiertos a los que quieren profundizar en el tesoro secular de las cofradías». Además añade Antonio Gutiérrez que es preciso que las cofradías profundicen en una de las virtudes fundamentales de los cristianos como es la caridad, volcándose «durante todo el año con el que lo necesita; ahí es donde tienen que estar, y la hermandad pervivirá si la gente ve que hay compromiso». Por tanto si el melillense ve que la cofradía se vuelca durante todo el año, con su labor social y que no es algo de un día al año, «cada vez se acercarán más».
Reiteró que si le dieran a elegir sobre si prefiere «tener una hermandad abierta, comprometida, dispuesta con los hermanos a salir en penitencia por las calles como cofradía, diría que prefiero la hermandad porque el resto nos lo dará el Señor», concluyó.

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Jesús Andújar

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