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Aprovechando la buena voluntad, la confianza de algunas personas, otras aprovecharon para apropiarse de ciertas joyas que no les pertenecían. Diferentes casos ocurridos en nuestra Melilla.

Alhajas de mano en mano…

"Intrépidos reporteros siempre a la caza de una nueva noticia, sin escatimar esfuerzo alguno. Grandes redactores que plasmaban en sus páginas todo cuanto sucedía en la ciudad y sus alrededores. Así lo contaron ellos y tal cual vuelven a ser noticia." El Telegrama del Rif de 3 de junio 1913. El suceso de ayer. El timo de las alhajas. De compras. El de la Relojeria Suiza, establecimiento en la calle del General Margallo, próximo a la antigua casa de Montes se vió ayer a las once requerido por un parroquiano para que le vendiera varias alhajas.

  • Las que usted desee, amigo, dijole con la satisfacción consiguiente el relojero.
  • Gracias. Pues bien, en primer lugar quiero un reloj de pulsera.
  • Como este; y le entregó uno muy bonito de nácar, que el parroquiano, desde pués de darle cuerda, se lo colocó en la muñeca izquierda.
  • Ahora quiero otro reloj; pero que sea de bolsillo.
  • ¿Lo quiere de plata?
  • Si. Señor:; de plata, pero que sea bueno pues se trata de un regalo que he de hacer a un pariente mio.

Y el relojero le hizo entrega de un reloj de tres tapas, de regular apariencia.

  • Deme también una cadena de dos pechos.
  • ¿Le gusta esta?
  • Pues no que no. Voy viendo que tenemos los dos el mismo gusto,-dicen que dijo el comprador.

Y se colocó la cadena, en uno de cuyos extremos enganchó el reloj.

  • Para este otro lado deme usted un bolsillo de planta.
  • Vaya.

Y el parroquiano sujetó el portamonedas al otro extremo de la cadena metiéndoselo después en el correspondiente bolsillo.

  • No le extrañe que compre tantas cosas. Me marcho esta tarde a Málaga y quiero llevarle a todos mis parientes un recuerdo de mi estancia en Melilla. Ahora me da usted dos anillos y dos ajustadores.
  • De oro ¿eh? Preguntó algo escamado el relojero.
  • De oro, naturalmente. Las coas o se hacen bien o no se hacen.
  • ¿Le agradan estos?
  • Me los probaré.- y se colocó un anillo y un ajustador en cada uno de los dedos meñiques.
  • Ahora, la cuenta de lo que debo.

Y mientras el relojero sumaba las distintas cantidades, que daban un total de noventa y cuatro pesetas, el parroquiano se asomó a la puerta, dirigiéndose a unos amigos que por la calle marchaban, gritó:

  • ¡Comprar aquí lo que sea! ¡Este señor vende más barato que el alemán!

Y así diciendo, emprendió vertiginosa carrera por la calle del Padre Lerchundi
¡A ese! ¡A ese!
El relojero, que no había perdido de vista al "vivo" del parroquiano, corrió tras él con propósito de detenerle: pero que si quieres. El comprador de las alhajas era un corzo corriendo.

Advertido el público, marchó también en persecución del ratero a los gritos de "¡A ese! ¡A ese!.

El escándalo que se produjo no es para descrito. Compacto grupo de personas de todas clases y sexos, en interminable manifestación, seguía al de las alhajas y a su víctima.

El extraño ruido que producían llevó la alarma a no pocas casas, cuyos moradores ignorando de lo que se trataba, se apresuraron a cerrar las puertas.

El ladrón, sin abandonar su desenfrenada marcha, bajó a la calle de Castelar y pro un estrecho callejón que en ella desemboca, siguió hasta la de Sagasta, ocultándose en una casa en construcción, propiedad de un antiguo vecino de Melilla conocido por el "Parral".

Al llegar dijo a los albañiles que en ella trabajaban:

  • Ocultarme, que ahí viene un hombre que quiere matarme.

Enterado el relojero timado, se presentó en la casa del "Parra", y al dirigirse al ratero para detenerle, ésta haciendo uso de un enorme cuchillo, trató de agredirle, librándose milagrosamente el pobre hombre de un serio percance.

¡Al que se acerque, el mato!
Esgrimiendo el cuchillo, con el que pretendía agredir a cuantos se le acercaban, el ratero reanudó la carrera en dirección al Cementerio.

A esto, el barrio del Carmen, en pleno, se había lanzado a la calle ávido de conocer el final de la aventura.

Por fortuna para todos, el oficial de vigilancia, avisado de lo que sucedía, llegó en aquel momento. A sus requerimientos el ratero se detuvo, entregando además el cuchillo.

Inmediatamente fue conducido a la guardia del Principal del cuartel de la Alcazaba.

¡Alhajas que no aparecen!
Registrado minuciosamente, se le encontraron los dos relojes, la cadena y el bolso; mas no así las cuatro sortijas. Estas habían desaparecido ¿Cómo? El detenido dijo que se le habían caído en su largo record por las proximidades del Cementerio.

Del hecho se dio cuenta al Juzgado correspondiente.

El "fresco" del comprador de alhajas ingresó en la cárcel.

El Telegrama del Rif de 13 de julio de 1919

Otro importante robo de alhajas

En el Centro de policía se presentó ayer una denuncia, dando cuenta de que en la calle Ildefonso Infante núm. 1, donde habita el comandante de las Fuerzas Regulares indígenas don José Verdú, se había llevado a cabo un robo de varias alhajas, desconociéndose en el momento de hacer la denuncia quien fuera el autor del hecho.

El jefe de policía señor Alemán, ayudado por el agente Sr. Contreras, dio comienzo a bien orientadas gestiones para dar con el autor o autores del expresado robo.

Dichas pesquisas tuvieron buen resultado, pues ayer tarde, se procedía por el señor Alemán y el agente señor Contreras, a la detención de un moro negro llamado Mesaaud Ben Mohamed.

Estrechado este a preguntas hubo de manifestar que hace varios días, en ocasión de encontrarse en la casa del comandante señor Verdú, jugando con los hijos del mencionado jefe y aprovechando un descuido, penetró en una de las habitaciones de la casa, cogiendo de una caja de maque que se encontraba sobre un lavabo, cuatro sortijas, de las cuales vendió dos en la calle de Toledo número 5, una en sesenta duros a una joven llamada Gloria Bueno Más, y otra en diez y seis duros a una hermana de la anterior llamada Marina.

Otra sortija y el dinero obtenido por las dos vendidas, se las dio a guardar a un hebreo llamado Jaime Attias, que también presta servicio donde le moro Mesaud.

Este, manifestó no recordar donde vendió la cuarta sortija. El Sr. Alemán decidio entonces interrogar a las mencionadas jóvenes Gloria Bueno Mas y a su hermana Marina, declarando éstas que efectivamente adquirieron una sortija en forma de almendra, con brillantes, en 50 duros y otra con brillantes en 16 duros,
A estas jóvenes le fueron recogidas las antedichas alhajas, procediendo inmediatamente el Sr. Alemán a detener al hebro Jaime Attias, que se hallaba en la Posada del Moro, quien hizo entrega de una sortija de señora, con un topacio y varios diamantes, así como setenta duros en billetes del Banco de España y diez pesetas en plata española.

Las alhajas recuperadas fueron llevadas por el señor Alemán, al domicilio del comandante Verdú, reconociendo este señor y su esposa, como suyas las sortijas, pero haciendo observar la falta de otra sortija, por la que se obligó a Mesaud, a hacer nuevas manifestaciones declarando por fin que había venido otras dos sortijas a un moro llamado Sidi Mohamed Abil, a quien le fueron recogidas, no obstante haber intentado éste negar la procedencia de dichas alhajas.

A Jaime Attias, le fueron recogidos un billete de 100 pesetas, cinco de 50, una moneda de plata de 5 pesetas y 5 de una peseta.

El señor Alemán fue felicitado por el excelente servicio felicitado por el excelente servicio realizado, asimismo el agente Sr. Contreras.

El Telegrama del Rif de 6 de marzo de 1930
Sobre un importante robo de alhajas

La policía presta un buen servicio

En los primeros días del mes de Febrero del pasado año, se cometió un robo en uno de los pabellones de Santiago, habilitado, a la sazón, por el comandante de Infantería don Casiano Orcasillas, Los ladrones se llevaron un joyero que contenía alhajas valoradas en varios miles de pesetas.

La policía realizó incesantes y activas pesquisas para descubrir a los autores, que resultaron infructuosas, Desde entonces, los agentes a las órdenes del señor Rico continuaron trabajando para el esclarecimiento del hecho, si bien cuantas pistas siguieron fue necesario dejar en suspenso por falta de pruebas.

El hecho de haber llegado a conocimiento de la policía que un individuo domiciliado en Villa Sanjurjo, guardaba en su poder una alhaja de bastante valor, adquirida a bajo precio, hizo que el extraño robo adquiriera de nuevo actualidad,
Al efecto, el agente don Ángel Barbudo y el suboficial señor García Padilla, siguiendo instrucciones de su jefe señor Rico, realizaron con gran sigilo determindas gestiones por las cuales se llegó a saber de un modo cierto, que el poseedor de la referida alhaja es un platero establecido en Villa Sanjurjo, llamado Francisco Santiago.

El jefe de policía interesó del jefe de aquella villa, interrogara al expresado industrial, y esta diligencia permitió averiguar que el citado Francisco Santiago había comprado la alhaja en ocasión de hallarse en una joyería de Melilla, hace unos veinte días, por haber llegado al citado establecimiento un sujeto llamado Rafael Fernández, proponiendo la venta de ella.

Francisco Santiago adquirió la alhaja en 250 pesetas, después de oir de labios del vendedor que era de la propiedad de una señora que se encontraba en situación apurada. Luego se sujo que la alhaja era una de las sustraídas del domicilio del señor Orcasitas, y que el individuo que la llevó a vender, debía encontrarse en la actualidad en Melilla.

Con estos datos, el agente señor Barbudo y el suboficial señor García Padilla, se dedicaron a la busca del citado Rafael Fernández, logrando su detención anteayer. Al mismo tiempo se enteraron de que dicho individuo usaba indistintamente los nombres de Rafael Fernández y Rafael Ruiz Navarro, que es el verdadero.

El detenido fue interrogado por los agentes para que manifestara cómo llegó a su poder la alhaja de referencia. Como incurriera en contradicciones, insistieron los agentes en su interrogatorio. Por fin, Rafael declaró que, en los primeros días de Febrero último, encontró la alhaja en la calle, frente a uno de los pabellones de Santiago, precisamente el mismo donde se cometió el robo.

Como esta manifestación no puede admitirse como cierta, por haber transcurrido un año desde la desaparición de la alhaja hasta la fecha en que según Rafael, la encontró en un montón de tierra, los agentes de policía han remitido las diligencias practicada al juez don Manuel Ramírez que interviene en el asunto, poniendo asimismo a su disposición al detenido.

El señor Rico ha felicitado efusivamente a los citados funcionarios de la policía, por el acierto que ha presidido el cometido que les confiara.

El Telegrama del Rif de 14 de julio de 1919
El suceso de ayer
En la calle Tercio de los Morados estuvo a punto de desarrollarse ayer tarde una verdadera tragedia, de no haber intervenido oportunamente el sargento del grupo de vigilancia de policía indigena, Mohamed Sbaam
Según nuestros informes, hace una semana próximamente, se presentó en la oficina indígena una joven mora, bastante agraciada, llamada Lunya Bent Mohamed Buryda significando el deseo de separarse de su marido Mohamed Ben Aid El Kader, cabo de las fuerzas regulares indígenas, por no hallarse a tolerar por más tiempo los malos tratos de que venía siendo objeto por parte del expresado Mohamed.

Lunya no volvió a instistir en sus pretensiones, deciciendo unirse a un indígena que presta servicio en el referido grupo de vigilancia, llamado Aomar Ben Mohamed Ben Abd Ab-lal, en cuya compañía ha vivido Lunya desde su separación de Mohamed Ben Abd El Kader.

Este enterado de lo realizado por Lunya y así mismo de que éste se encontraba en la casa número 1 de la calle Tercio de los Morados del barrio del Tesorillo, presentóse ayer tarde en dicho lugar acompañado de otro soldado moro, llegado hasta la habitación donde Aomar y Lunya se encontraban.

Aomar, apercibido de la presencia de Mohamed y de su acompañante, esgrimiendo una pistola en cada mano, se negó dejar entrar a Mohamed, quien quería llevarse a Lunya, amenazando con matar a los dos visitantes si éstos insistián en sus propósitos de franquear la puerta de la habitación.

Mohamed y el otro soldado moro, avisaron a dos guardias urbanos y a la patrulla del grupo de vigilancia, a quienes volvió a amenazar de muerte a Aomar, si decidían entrar donde él se encontraba y trataba de apoderarse de Lunya.

A esto, avisado el sargento de vigilancia, Mohamed Sban, se personó en el lugar donde ocurrían las precedentes escenas, logrando al fin detener a Aomar, quitándole también las dos pistolas que manejaba.

Al luchar del hecho, acudieron el jefe de día teniente coronel señor Martos, la patrulla de vigilancia del grupo y muchísimos curiosos, que pudieron ver los incidentes relatatos por desarrollarse estos en una azotea.

Los protagonistas del suceso quedaron detenidos, después de prestar declaración en la oficina indígena, a donde fueron primeramente conducidos.

El Telegrama del Rif de 18 de abril de 1925
El sangriento suceso de ayer

Un hombre hiere gravemente a su amante
Ayer tarde, poco después de las dos, se desarrolló un sangriento suceso en una de las barracas del barrio de Reina Regente, a consecuencia del cual resultó gravemente herida una mujer llamada Andrea Molina Martín.

Según nuestros informes, Domingo Escoriné Gutiérrez, autor de la agresión de Andrea, hacía vida marital con dicha mujer desde hace cinco años.

Estas relaciones comenzaron en Mérida, donde Domingo residía en unión de su esposa, la cual, en compañía de un hijo de ambos, se vio precisada a abandonar al marido, al enterarse de la clase de relaciones que le unían a Andrea.

Los amantes vinieron a Melilla viviendo en el barrio de Reina Regente desde hace unos dos años.

Ayer, a la hora a que antes hacemos referencia, comieron como de costumbre, juntos. Al terminar la comida discutieron acaloradamente, siendo motivo de la disputa las sospechas que acerca de la fidelidad de Andrea, abrigaba Domingo.

Ella, entonces, le contestó violentamente, llegando a insultarle y a amenazarle con abandonar la vivienda, lo que exasperó a Domingo.

Como continuara la discusión, cada vez más violenta. Domingo, haciendo uso de una navaja de pequeñas dimensiones, agredió a Andrea, infiriéndole una herida incisa de tres centímetros, que interesa la piel en la región mala, tres en la región torácica anterior, dos más en la región torácica izquierda y otra herida de cuatro centímetros, en la cara externa del tercio inferior del brazo izquierdo.

Después domingo, consumada su bárbara abresión, huyó de la casa, qin que pudieran detenerle algunos vecinos que acudieron rápidamente al lugar del suceso.

Las vecinas de la víctima. María Sanchez y Amparo Marín, procedieron, ayudadas por dos soldados de Sanidad a trasladar a Andrea a la Casa de Socorro, lo que se efectuó en una ambulancia de dicho Cuerpo.

Después de curada en el referido benéfico establecimiento, Andrea fue trasladada al hospital de la Cruz Roja, donde fue nuevamente asistida.

Una hora después del suceso, el agresor se presentó en la calle de Alfonso XIII al guarda urbano Pedro Carmona Hernández, al que enteró de la agresión que, acababa de cometer, procediendo el citado agente de la autoridad a conducirle al arresto.

La víctima tiene treinta y seis años de edad y es natural de Mirandilla (Badajoz).

Como dejamos dicho, desde hace dos años, vivía en compañía de Domingo en una barraca, situada en el llamado Barranco de la Muerte, en el antes expresado barrio.

Domingo cuenta treinta y nueve años de edad y es natural de Mérida (Badajoz). Hasta hace pocos días estuvo trabajando como picapedrero.

Su mujer y su hijo de los que se halla separado, residen en Mérida.

El juez de instrucción, señor Gil Tirado, procedió a instruir las diligencias de rigor.

El sangriento suceso de que damos cuenta, constituyó el tema de todas las conversaciones entre el vecindario del barrio de Reina Regente.

El Telegrama del Rif de 22 de junio de 1929
El suceso de ayer

Hiere de gravedad a una mujer e intenta suicidarse
Los primeros informes
Ayer mañana a primera hora, se tuvieron noticias de que en el marcado del barrio del Real, se había registrado un sangriento suceso, a consecuencia del cual había resultado gravemente herida una mujer.

Asimismo se aseguraba que el autor de la agresión,- pues de esto parecía tratarse, una vez cometido el hecho, trató de arrebatarse la vida, infiriéndose una puñalada.

A fin de informarnos de detalles relacionados con el expresado suceso, nos personamos rápidamente en el lugar en que se había registrado consiguiendo averiguar que, efectivamente, poco antes de las diez de la mañana, un individuo llamado Antonio Gómez Ferrer, de 29 años de edad, había herido con una navaja, a la joven de 21 años, Antonia Ramos Martín, con la cual había hecho vida marital durante algún tiempo.

Como ocurrió el suceso
A la hora indicada anteriormente, se dirigía Antonia al mercado del Real, y antes de entrar en dicho local, se le acercó Antonio Gómez Ferrer, entablándose viva discusión entre ambos.

Antonia, se retiró, interrumpiéndose la conversación, y entonces, Antonio corrió tras su antigua amante, y esgrimiendo una navaja de regulares dimensiones, le asesto un golpe, tratando de agredirla nuevamente, lo que pudo evitar la rápida intervención del cabo de la Guardia Municipal Marcelo Solbas, y el guardia del mismo Cuerpo Pablo de Paco.

Antes de que éstos se acercaran, Antonio volvió el arma contra si, infiriéndose una puñalada en el costado.

Inmediatamente Antonia fue trasladada a la Casa de Socorro, donde fue curada por el médico don Rodrigo de Soto, y practicante señor Soto, de una herida incisa que interesa la piel, músculos y huesos situados en el tercio medio de la cara antero interna del brazo izquierdo, con gran hemorragia, de pronóstico grave. Después de curada fue trasladada al hospital de la Cruz Roja.

El agresor fue también asistido en el mismo centro benéfico, de una herida incisa de cinco centímetros de extensión en la pared costal izquierda, y erosiones en la región esternal, de pronóstico grave.

El Juzgado
El juez de Instrucción señor Urrutia acompañado del secretario señor Lalaguna y oficial habilitado señor García Vallejo, estuvo en la Casa de Socorro y hospital de la Cruz Roja, para interrogar a la joven Antonia.

Antecedentes
Según nuestros informes, la citada pareja hizo vida marital durante algún tiempo. Cuando Antonio se licenció del Tercio, estableció una cantina en Tauima, con Antonia y familiares de ésta.

Transcurrido algún tiempo, menudearon los disgustos entre los amantes, lo que determinó la separación de ambos, no obstante haber instado Antonio a la muchacha para contraer matrimonio.

Antonia abandonó a Antonio, marchándose a vivir con su madre en la barriada que se ha levantado cerca de la estación de la Compañía Setolazar, en la carretera de Nador.

En vista de ello, ayer mañana, acechó el momento en que Antonia se dirigía al mercado para realizar el hecho que dejamos relatado. El agresor por orden del juez señor Urrutia, pasó a la cárcel.

La joven Antonia, es natural de Málaga

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