Esta mañana 15 de junio, fecha histórica, la recordaré siempre por mi gran amigo Rafael Salama Benarroch que se ha ido a descubrir otros mundos poéticos y a escenificar en ellos su gran pasión: la representación teatral.
Mi amigo Falo, a quien tanto le debo, me enseñó el secreto de la vida y la fidelidad a la amistad verdadera. Nadie como él en generosidad, generosidad aprendida en el seno familiar de unos padres y hermanos extraordinarios. Nos deja a todos con el corazón herido por el rayo de la ausencia.
Él, tan vitalista, tan apasionado, tan voraz lector, tan… se no ha ido para siempre y tan rápido. Por esatraicionera hacha homicida que te destroza por dentro y te convierte en un ser final.
Y a partir de ese momento todas tus cosas permanecen en su sitio: tus libros, tu mesa, tu ordenador, tus anaqueles llenas de vivencias vividas, tu sofá vacío, tu historia material….ahí todas quietas, inertes, desamparadas, náufragas en la mar infinita.
Amigo Falo, hasta que tenga raciocinio siempre estarás vivo en mi “soledad sonora”, no serás “el arpa olvidada en el ángulo oscuro”.
Eso sí, siempre seguiremos “Esperando a Godot”. Descansa en paz.