Se cumplió lo avanzado ayer por este periódico: a las 12 de la noche del lunes, once meses después, la Plaza de Toros dejó de ser un centro de acogida temporal de personas migrantes y sin hogar.
Las 165 personas que había en su interior, la práctica totalidad originarios de Marruecos, Túnez y Argelia, fueron abandonando a lo largo de la jornada la instalación, entre ellas 15 mujeres, que en su mayoría han logrado refugio.
Sin embargo, el resto -todos los varones- han quedado en “sitúan de calle”, entre ellos cerca del medio centenar, que fueron los últimos en dejar sus literas. Lo hicieron después de que les sirvieran la cena y les entregaran su bolsa de comida para la última comida antes del inicio del ayuno. Estos han optado por quedarse a las puertas del recinto taurino y al cierre de nuestra edición, aún permanecían en este lugar, donde tenían intención de pasar la noche, acompañado por representantes de diversas ONGs.
El desalojo del interior del coso taurino fue finalmente voluntario y no hizo falta la intervención policial una vez que las 00.00 horas se extinguían los contratos de las empresas que gestionaban el servicio de vigilancia y el de mantenimiento de este centro de acogido.
Sin embargo, varias patrullas policiales acudieron al lugar a última hora para evitar que se quedaran a las puertas de la Plaza de Toros aunque al cierre de esta edición no había producido ninguna intervención ni incidente.
Desde las filas de la oposición también hubo críticas a la decisión de dejar en la calle a estas personas. La diputada del PP, Paz Velázquez, colgaba una foto de los migrantes a las puertas de la plaza y señalaba: “He aquí la imagen de la falsa e hipócrita solidaridad de la izquierda. El desastre de la Plaza de Toros, como un CETI improvisado, ha sido y sigue siendo un desastre sin parangón” ha apuntilla la parlamentaria popular.
