Juan José Imbroda tomaba esa mañana posesión de su cargo como presidente de la Ciudad Autónoma en el salón dorado del Palacio de la Asamblea. Arropado y avalado por el Gobierno de Aznar que había enviado en su nombre al ministro de Administraciones Públicas Jesús Posada. La sanción real de su nombramiento y la publicación en el BOE de su refrendo como primera autoridad local de la ciudad convertía a Imbroda en el presidente electo con más apoyos parlamentarios. A su vez, Mustafa Aberchán no logró el día antes convocar a la Mesa de la Asamblea para tramitar la renuncia de los diputados del GIL, García Miranda y Juan Antonio Zarza, que apoyaron el nombramiento de Imbroda.