Las comunicaciones con la Península, como era habitual en Semana Santa, estaban colapsas. Resultaba imposible encontrar billetes de barco y a esto se sumó que las comunicaciones aéreas acumulaban retrasos y suspensiones. En dos días comenzaría la Semana Santa con la salida de la Pollinica.
Ese año se anunciaba problemas y la posibilidad de que no se liberara un preso el Jueves Santo, aunque finalmente pudo llevarse a cabo.
La hermandad capuchina llegó a Melilla junto a Pedro de Estopiñán, y desde entonces velaban por la fe cristiana en la ciudad. Finalmente, tras un acuerdo con el Ministerio de Defensa, el templo de la Purísima Concepción en Melilla la Vieja, era legalmente de la histórica orden, al menos durante 33 años.