El Pleno de Control celebrado esa jornada, primero que se celebraba en tres años, se convirtió en una larga sesión maratoniana, presidida por el influjo de la campaña electoral y el clima hostil que separaba especialmente al gobierno de Aberchán de la oposición conjunta que formaban PP y UPM. Los populares llegaron a abandonar la sesión cuando el Gobierno sólo admitió responder a 27 de las 98 preguntas que presentaban. La Asamblea, por el contrario, se mostró unánime en la necesidad de reformar la Ley de Extranjería en todos los aspectos que puedan afectar negativamente a Melilla. Sin embargo no prosperaba la iniciativa del PP de crear una comisión básicamente dirigida a estudiar en profundidad el texto, artículo por artículo y elaborar un paquete de correcciones que llevar a la cámara legislativa.